miércoles, 27 de diciembre de 2017

El tema del “círculo rojo”*

Mucho se ha hablado del “círculo rojo”. Primero mencionado por Jaime Durán Barba, el asesor comunicacional del hoy presidente, luego por el mismo Macri reiteradamente.

¿A qué se refieren con “círculo rojo”?
Cada palabra de Macri y Durán Barba llevan una meticulosa planificación. No hay que tomar ninguna a la ligera. Cada una constituye un fragmento de una puesta en escena.
Macri (también Durán Barba) revolucionaron en varios sentidos el lenguaje político.
Las democracias modernas siempre contemplaron una apelación a la deliberación. La concepción democrática conllevó algún lugar donde se discutía.
El lugar no fue siempre el mismo. El modelo del ágora ateniense era, precisamente, el de la Asamblea en que todos (los ciudadanos) participaban. En las democracias decimonónicas predominaban lo que Bernard Manin denomina “partidos de notables”, caudillos o referentes con amplia capacidad de maniobra individual, que discutían (acordaban o no), normalmente en Parlamentos. Los partidos de masas modificaron los debates parlamentarios. Ahora no eran los legisladores los que expresaban pareceres individuales, sino que las argumentaciones parlamentarias expresaban la posición del bloque partidario. En la sociedad también las discusiones públicas eran organizadas según las referencias partidarias. Los legisladores actuaban con disciplina al partido. Las negociaciones las lideraban los jefes partidarios. Las “democracias de audiencias” (Manin) retornan a un escenario de disciplinas partidarias difusas y la deliberación tiene como ámbito privilegiado la televisión. Las intervenciones parlamentarias también tienen son utilizadas para la difusión mediática.
Sea en el Parlamento, sea en la discusión entre partidos, sea en un set televisivo, durante los últimos doscientos años hemos considerado que la democracia supone algún lugar donde se exponen argumentos, se intenta persuadir.
Macri anula todo eso. Con Macri estalla el lenguaje. No es que Macri mienta, que sería algo imputable a miles de candidatos, es que no dice una sola verdad. No intentamos aquí demostrar que Macri miente, para lo que bastaría recordar sus promesas de campaña, Fútbol para Todos, eliminación de impuesto a las ganancias, etc. Macri miente alevosamente pero ésa no es su especificidad.
En realidad, Macri, nos introduce en un nuevo estado de situación. Cada palabra dicha en cualquier tribuna, desde un discurso en el Congreso a una entrevista, representa un engaño. Estalló el argumento, explotó la idea misma de la deliberación. La idea de que una oposición, un debate, entre argumentos que buscan racionalidad y disputan la persuasión del auditorio sobre esta base, la racional, ya no va más.
Por supuesto, obturar la deliberación es una pérdida más a la democracia argentina. Implica, en el fondo, cercenar la democracia. Probar la degradación de la democracia tampoco es objeto de esta nota y hay hechos materiales lo suficientemente potentes que hablan por sí mismos: asesinatos políticos de las fuerzas de seguridad, presos políticos, jueces expulsados, macartismo mediático, causas judiciales armadas...
Decimos: Macri miente. Y miente, aunque en realidad no es exactamente la idea que tenemos de mentir. En realidad, no es que miente exactamente, es que engaña, es que cada palabra contiene un ardid, que hace pensar al receptor que entendió cuando en realidad lo que entendió está lejos del sentido de la comunicación.
Veamos un caso: trabajo de calidad.
“Trabajo de calidad”, a Macri le encanta repetir esta frase. ¿Qué entendemos los argentinos por “trabajo de calidad”?
Generalmente pensamos en alguien que trabaja en blanco, registrado, que goza de derechos del Convenio colectivo de su gremio, cuyo empleador paga las cargas sociales y jubilatorias.
Cuando Macri habla de “trabajo de calidad” habla de trabajo productivo. Refiere a que el producto del trabajo es mayor al insumo requerido al empresario. Es decir (esto es algo que Macri jamás diría con estas palabras) trabajo de calidad es el que genera plusvalor al empresario. Este sentido se puede verificar en cada una de las intervenciones en que Macri ha usado la expresión. Y son muchas.
¿Es esto una mentira? Desde ya que sí, pero es más. Es un engaño consciente. Apelar a la evocación “social” de “trabajo de calidad” para contrabandear un concepto equívoco. Por eso Macri insiste en el “cambio cultural”, y es muy cierto que lo impulsa. Ese cambio consistirá en desnaturalizar el hecho de que el trabajador debe estar protegido por la ley y el estado para naturalizar que el trabajador tiene que estar sujeto a demostrar que resulta útil al empresario.
¿Por qué Macri puede hacer estallar la deliberación racional?
La respuesta a esto, como a muchos otros interrogantes, es para nosotros muy clara: Macri es presidente porque existe Magnetto.
Es decir, sin el complot mediático desatado sería imposible convalidar semejante estafa. Sin un blindaje de la magnitud del que le brindan no sería viable sostener la trampa.
Lo anterior no supone subestimar a Macri y su equipo comunicacional que ha demostrado una solvencia tan vasta como su carencia de ética.
De parte del emisor Macri puede hacer estallar la comunicación racional porque la reemplaza con apelaciones emocionales. Los globos, palabras que disparan asociaciones, las expresiones gestuales, todas remiten a significados que no deben interpretarse desde “la razón”.
Es muy claro Durán Barba cuando dice que él, para analizar el discurso de un candidato, baja el volumen del televisor.
El debate de los macristas sigue, entonces, aquella batería de consejos que Durán supo darle a Federico Sturzzenegger y éste dejó grabados. Mirá acá:
https://www.youtube.com/watch?v=GMZ8Rn5R9vQ
Es muy ilustrativo revisar ese video que nos permite entender cómo fue y sigue siendo escamoteada la deliberación, y cómo éso es negar la democracia.
¿Y el círculo rojo?
Dicho todo lo anterior podemos entrar ahora al asunto del “círculo rojo”.
El círculo rojo, generalmente mencionado con desdén por los macristas, es otro ejemplo de concepto ambiguo, equívoco.
Por supuesto hace referencia a la élite del poder. Pero no es lo que podemos pensar.
Está claro que Macri y los suyos son el poder. Que su gobierno es el gobierno más elitista en sentido económico seguramente desde los años ’30 del siglo pasado, al menos.
“Círculo rojo” es el mensaje cifrado, en código, para que su gente no le pida al macrismo una arena de discusión racional.
Son “su” gobierno. Son el gobierno de la Sociedad Rural, de Techint, de las multinacionales y los bancos. Son “su” gobierno. Al gobierno le enoja mucho que además que son “su” gobierno le hagan recitar “sus” discursos. Necesitan libertad para moverse en el relato emocional. En el que las palabras pierden su significado para ser remplazado por evocaciones.
Eso es, a nuestro entender, “círculo rojo” en neolenguaje macrista.
*Publicada originalmente en Voces de Inclusión. Link.