domingo, 28 de enero de 2024

¡Alerta! Monopolios al mando

 

Por Carlos Almenara

La intervención de Javier Milei en Davos dejó mucha tela para cortar.

“-Hoy estoy acá para decirles que Occidente está en peligro porque aquellos que supuestamente deben defender sus valores están cooptados por una visión del mundo que inexorablemente conduce al socialismo”, comenzó su discurso ante algunos de los personajes más poderosos del mundo en un espacio icónico del capitalismo. Una apuesta fuerte, asimilable a revolucionarios convencidos o delirantes desquiciados.

El discurso de 23 minutos puede verse en este link:


https://www.youtube.com/watch?v=hnZDVGCZxWE&t=23s

No nos vamos a detener en las mentiras evidentes de las que está plagada la intervención, muchas evidentes y constatables, como la afirmación de que Argentina en 1895 era la primer (sic) potencia mundial. Sí, en el inicio de la intervención podés escuchar esa frase que es una palmaria falsedad. Basta mirar la historia, mirar las expresiones culturales de la época, averiguar qué pasaba en el mundo para ver el terrible bolazo de la aseveración. Hay decenas falacias, fallas lógicas, conclusiones infundadas, engaños, errores, descalificaciones y groserías en el discurso pero no las señalaremos ahora.

Nos vamos a centrar en uno de los aspectos que estimamos centrales de la intervención: la defensa a ultranza de los monopolios. Milei sostiene que el crecimiento económico desde 1800 al presente se debe a los monopolios y sus curvas de costos decrecientes, y que cualquier intervención estatal, cualquier regulación, lo único que conseguiría es reducir los rendimientos crecientes, en consecuencia disminuir la rentabilidad, y mermar el aporte al crecimiento de ese monopolio.

Claro, ¿cómo no va a provocar erecciones al monopolista Elon Musk?

Musk cachondo con Milei


Por supuesto, y afortunadamente, el razonamiento es erróneo y falaz.

El crecimiento económico tiene muy poco que agradecer a los monopolios. Fue la revolución industrial, la innovación en métodos productivos, la tecnología, la que permitió multiplicar la producción y la riqueza. Al contrario, todo ello se produjo más fuertemente cuando hubo disputa, competencia, que cuando una empresa gozó de una posición plácida que le permitió ganancias extraordinarias.

En cada sector que uno pudiera mirar encontraría que la innovación se multiplicó cuando hubo competencia, pero eso no fue de la mano con la acumulación de riqueza extraordinaria que es lo que defiende Milei y excita a Elon Musk.

Aún para la teoría neoclásica, un monopolio produce un perjuicio a la población. El monopolista fija precios mayores a los precios de competencia que suponen la apropiación de un excedente, que correspondería al consumidor si hubiera disputa entre oferentes.

En verde ganancia extraordinaria del monopolio. En violeta pérdida social por la existencia de monopolio.

Uno ha discutido toda su vida con la teoría ortodoxa. Ahora viene Milei y critica el único punto atendible de esa corriente.

Un teórico que trabaje para justificar que el monopolista se apropie de algo que corresponde al consumidor sería ética y moralmente reprochable. Pero cuando un presidente se pone del lado del monopolista el problema no es abstracto, es bien real.

Imagínese usted cómo defenderá sus intereses (los suyos de usted lectora, lector) el presidente Milei cuando negocie tarifas de luz o gas con monopolios. “No hay fallos de mercado, son transacciones voluntarias”, “si no le gusta el precio de la luz que puso la empresa, no use la energía eléctrica”. Imagínese el empresario PyME qué puede esperar de un presidente que los piensa parasitarios porque “los que tienen la posta son los monopolistas”.

Con el poder público en estas manos no estamos indefensos, estamos atacados.




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