sábado, 20 de enero de 2024

La hora del gerente

 


Por Carlos Almenara

Un periodista que se asemeja a alguien que aparece actualmente en la pantalla, pero que debe ser otra persona, escribió en los ’90 del siglo pasado un par de libros con un título decidor: “Los dueños de la Argentina”. Los textos indagan en la vida y las empresas de algunos de los empresarios, por entonces, más ricos del país. Más marketinero que analítico, responde sin embargo, por lo menos en su título, a una tradición sociológica que bien valdría la pena retomar, aquella que tiene en “Los que mandan” de José Luis de Imaz, escrito en los ’60, un hito medular. Independientemente de las conclusiones de de Imaz en torno de la eventual existencia o no de una élite por aquellos años en Argentina, el estudio tenía el doble mérito de una frondosa recopilación de datos empíricos y del realismo, es decir, la primacía de la realidad a la hora de validar cualquier teoría. Haríamos muy bien en referenciar en el presente aquellas virtudes epistemológicas.

La vocación por determinar “los dueños de la Argentina” reconoce, también, muchos antecedentes. En términos de categorías políticas y sociológicas, oligarquía ha recorrido todo el Siglo XX y XXI en los discursos nacional populares y de izquierdas.

Hay una clase, una parte de la dirigencia, principal aunque no únicamente empresarial, que actúa como un grupo de poder con estrategia y táctica. El tiempo, nunca igual a sí mismo, hasta por razones biológicas va cambiando quiénes son “los dueños de la Argentina”.

¿Dónde están hoy “los dueños de la Argentina”?

No digo nada sorprendente si propongo buscarlos en AEA, Asociación Empresaria Argentina. Allí veremos las caras de Magnetto, Rocca, Galperín, Elsztain, Pagani, Migoya, entre los empresarios más poderosos del presente. Un asterisco simbólico para la UIA (Unión Industrial Argentina) cuyo trágico devenir no podemos abordar aquí pero se manifiesta en la presencia en AEA de Paolo Rocca, dueño absoluto de todos los piolines de esa entidad.

Hacer un listado de ricos no los convierte en una clase o una élite (el problema de de Imaz). ¿Tienen un programa?

Y, bueno, ahora parece que sí. El de Milei.

En este link se puede ver los comunicados de AEA, en particular “Una oportunidad histórica”, el apologético texto con el que se encolumnan detrás de Milei (o viceversa): https://www.aeanet.net/prensa.html.

La foto, tomada de Ámbito Financiero fue la ilustración elegida para semejante apoyo.


¿ Es la primera vez en que hay un apoyo empresarial de tal magnitud y tan explícito a un gobierno?

Por supuesto que no, en los últimos 45 años ocurrió con la dictadura cívico militar, con Menem, con De La Rúa, con Macri y ahora con Milei.

En cada uno de los casos hubo manifestaciones empresariales de apoyo a esas gestiones. Por supuesto, no alcanza decir “apoyo empresarial”, hay que ver qué empresarios. Abstrayéndonos de esa discusión que no podemos abordar, podemos decir que el apoyo fue ampliamente mayoritario desde ese sector. Si descartamos a De La Rúa, por la brevedad de su gestión, podemos intentar una caracterización de la representación de los “dueños de la Argentina” con los distintos gobiernos.

Representar, re-presentar, hacer presente. ¿A quién “hacen presente” nuestros gobernantes?

Si, luego de los militares, el de Menem fue un gobierno de políticos a favor de los dueños de la Argentina, el de Macri fue el gobierno del país por sus propios dueños, el de Milei promete ser el gobierno de los gerentes encomendados por los dueños de las cosas.


Con Milei vemos una novedad radical que puede tener un gran impacto psíquico (psicológico y psiquiátrico). No es un militar, no es un político clásico, no es un empresario, se presenta como economista (no podemos analizar aquí la pertinencia de tal autopercepción) pero más que economista es un gerente. Su pertenencia a Corporación América, su relación (de dependencia) con Eduardo Eurnekian muestra una vocación de servicio al empresario manifiesta. No sólo servir a Eurnekian, servir a los empresarios que acepten ser servidos. Allí están sus palabras nombrando por primera vez en la historia en cadena nacional que abrirían un negocio a una empresa con nombre y apellido (Starlink de Elon Musk). No reconoce límites entre la esfera pública y privada, incluso con una justificación ideológica fundada en la destrucción terrorista de lo público.

Lo ha dicho, su esquema no es el tradicional de la ciencia política basado en la RE-PRESENTACIÓN, es el agente que actúa a nombre de un principal, el gerente puesto por los accionistas para satisfacer sus objetivos de rentabilidad.

La deriva psicológica de esta hipótesis que intentamos argumentar puede tener consecuencias catastróficas. El político, el militar, el empresario, son responsables, ante propios y ajenos, de los resultados de sus acciones y la realidad le marca los límites. Los militares debieron entregar el poder cuando el reclamo popular creciente hizo insostenible su régimen, Menem se retiró de la carrera electoral de 2003 por el repudio que causaba su persona, Macri también se vio forzado por una realidad que no es maleable a voluntad. No está claro que estos mecanismos funcionen para el gerente. Para decirlo brutalmente, si luego de la masacre de Avellaneda con el asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, Duhalde se vio obligado a llamar a elecciones anticipadas, nada indica que Milei sea sensible al dolor y la sangre. ¿Hasta dónde es capaz de llegar?

La deriva política es manifiesta, el agente apretará hasta donde lo permita o exija el principal. Como hemos visto, no es sencillo determinar el principal, los que podemos rastrear en Argentina, en general, están en la foto de arriba, pero también hay de afuera. Los intercambios de tuits con Elon Musk demuestran que la locura no es patrimonio exclusivo de nuestro país.

Una prueba de lo anterior es esta declaración de Milei: “Yo hice lo que tengo que hacer, son ellos los responsables”. Por supuesto, alega que él firmó el DNU y envió el proyecto de Ley Ómnibus. ¿Pero quién le dijo qué es lo que tiene que hacer? Ya a principios del Siglo XX Max Weber señalaba como propio del político la ética de la responsabilidad, hacerse cargo de las consecuencias de sus decisiones. Consciente o inconscientemente, todo político lo tiene presente. Milei irrumpe con todo lo contrario, “yo mandé el proyecto, lo demás no es mi problema”. Podría pensarse que “ahora es problema de los legisladores”, pero queda claro que no es a ellos a quienes refiere. Hizo los deberes del principal, de los dueños de las cosas, y son ellos, y no es la primera vez que lo harán, los encargados de domesticar al Congreso y a la Justicia.

Si siempre que pasó, fueron ellos, hoy más que nunca resulta imprescindible exhibir y responsabilizar a los de la foto para minimizar la tragedia.

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