sábado, 10 de noviembre de 2012

Experiencias de socialización

Experiencias de socialización Por: Carlos Almenara 10 de noviembre de 2012 Los análisis vinculados a las manifestaciones que se realizaron el 8 de noviembre han sido diversos, algunos como el del filósofo Ricardo Forster han buscado agudamente en las particularidades sociológicas de los colectivos en gestación cuya relación con la política y lo político tiene una articulación difícil. La pretensión de su usufructo por fuerzas opositoras pareciera llevarlas a renunciar a ser ellas mismas y asumir un “seguidismo” de voces exteriores a la política (a la política institucionalizada en organizaciones y partidos pero no ajena a quienes han colonizado tradicionalmente nuestro Estado). Me interesa presentar una hipótesis, por supuesto sujeta a refutación: para muchas de las personas que manifestaron el 8 su participación en el evento es una irreemplazable aventura de socialización, un encontrarse y reconocerse con otros, un cerrar el ciclo comunicacional que comienza con un conjunto de creencias impulsadas desde la pantalla. No es un proceso que inicia ahora. Publiqué un análisis totalmente coincidente con éste, aunque con el acento en otros puntos, en setiembre de 2009. Puede verse en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=91756. Varios problemas se suman a la hora de caracterizar el reclamo. Uno no menor es el hecho de que participen militantes de fuerzas políticas opositoras que no se identifican. Anunciaron su participación comprometida militantes de gremios como gastronómicos o camioneros. Pero escondidos. Es extraño para los cánones aprendidos. Pero evidentemente todos vemos, y los organizadores antes que nadie, un sujeto social conformado en gran medida por individuos con características definidas. Me refiero no sólo a cuestiones de clase social o atributos demográficos sino a un modo de ser en el mundo, de vivir. Personas aisladas o familias aisladas que construyen su interpretación del mundo televisión de por medio. Que no tienen o tienen escasas mediaciones colectivas distintas al televisor. Están convencidas de la preeminencia de lo individual sobre lo colectivo, jamás aceptarían que su “logro”, como decía en un reciente discurso el reelecto Obama, fue construido entre todos. Paradojalmente estos individuos necesitan reconocerse en una colectividad, colectividad que no reconocen en ninguna organización, pero sí encuentran otros como ellos en un evento como el del 8. Allí sí. Allí pueden demostrarse que lo que dice TN es cierto. Allí se mostrarán convencidos, construirán un nosotros al que darán carnadura y presencia física. Hay entonces en el debate actual de modelos de sociedad un debate de modos de socialización. Una socialización del tipo 8 para la cual es necesaria un Estado mínimo, una preeminencia de lo individual y una lógica de la diferenciación. La afirmación de mi lugar en la sociedad depende de la persistencia de inferiores simbólicos. Y hay otra socialización posible que urge construir y reconstruir. Esa otra socialización, de la participación, de la inclusión, de la igualdad propia del ámbito democrático de lo público. Actualizando el eterno principio subversivo: un hombre, un voto. Todos iguales. Ciertamente el desafío de construir esta otra socialización tiene enorme relación con la plena vigencia de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, pero remite también a otras posibilidades colectivas existentes y a crear: uniones vecinales, clubes de barrio, formas adicionales de militancia sindical, agrupaciones estudiantiles, grupos de estudio, bibliotecas populares. Formas todas de una socialización otra, una socialización no individualista, que tiene que tomar conciencia de sí misma y asumir su implicancia política, sin la cual reniega de sus mismas bases. Históricamente los procesos emancipatorios, los que reparan injusticias, abren rumbos o posibilitan la multiplicación de las voces antes ocultas, generan una identidad, quizá múltiple, construida por nuevos pintores, escultores, cineastas, periodistas, escritores, arquitectos, científicos, ingenieros, inventores... Eso ya está ocurriendo hoy pero indudablemente es posible profundizar su radicalidad. El momento invita. Está pendiente también encontrar más discursos que den cuenta del proyecto colectivo, de estos modos de socialización humana que se contraponen a la ostentación qualunquista de un individualismo agresivo y excluyente.