jueves, 18 de noviembre de 2021

Apuntes sobre la elección en Mendoza

 


Por Carlos Almenara

Discúlpeme querida lectora, querido lector, si soy cansador. Siempre me detengo en este asunto que parece inconexo. Es que soy un predicador del pensamiento riguroso, de la aplicación de métodos científicos. La realidad “es” y aprehenderla resulta una tarea ardua. A esta altura casi que no me preocupa que me tilden de positivista, así no lo sea.

Cualquier aseveración sobre por qué los resultados electorales fueron los que fueron en un distrito, cuál fue el “mensaje de las urnas”, requiere una investigación, que por supuesto no hemos realizado. Aun así, sus conclusiones tendrían alto grado de provisoriedad y siempre, como todo, estaría sujeta a falsación, es decir a que la realidad la desmienta. Lector, lectora, no haga como los economistas de la televisión, quienes si la realidad demuestra que sus recetas fracasan culpan a la realidad. No, si las aseveraciones del analista no se corroboran, lo erróneo son las aseveraciones del analista, nunca la realidad.

Creo que se entiende que este breve excurso al que damos fin es para que no tome nada de esto como definitivo.

Cada vez que culmina una elección me gusta reiterar que no existe tal cosa como el “mensaje de la gente”, o en todo caso, hay que establecer de qué hablamos. En primer lugar porque no hay tal “la gente”. Las sociedades son diversas, plurales y coexisten universos diferenciados. Pero tampoco hay tal mensaje. ¿Qué mensaje? No, lo que hay son votos en una urna un domingo, en este caso, de noviembre. Entender por qué una persona hace lo que hace debe contarse entre las cosas más difíciles, comprender eso mismo por cientos de miles conlleva mucha complejidad.

Sí, es cierto que hay climas sociales. Y esta elección se dio en un clima nacional muy adverso al Frente de Todos. Ubico aquí la principal explicación de la victoria del radicalismo macrista en la provincia de Mendoza. Después vienen una interminable cantidad de factores secundarios.

Empecemos entonces por lo principal.

Ciertamente la pandemia se procesó de un modo tal que terminó imponiendo un malestar muy injusto con un gobierno nacional que tuvo un comportamiento relativamente plausible para enfrentarla. No sirve decir que los gobernadores macristas no aportaron una sola vacuna, que quemaron barbijos o que boicotearon la salud. Es cruel corroborar costos absurdos que pagó Fernández por naderías, mientras Rodolfo Suárez responsable de la muerte de 15 ancianos en Montecomán por darle el fármaco a un cura antivacuna en lugar de vacunarlos sale indemne. Suárez, cuya hija adolescente organizó fiestas clandestinas cobrando entrada y cuyo hijo sobrevolaba la ciudad en helicóptero sanitario para sacar fotos en plena cuarentena y mientras heridos necesitaban el transporte, con una muy buena elección, y quien sí consiguió las vacunas (que Suárez había prometido pero no consiguió) mucho menos ponderado. Cruda realidad.

¿Había alternativa?

Mi interpretación es que el principal error del presidente fue querer enfrentar la pandemia con “mi amigo Horacio”. Horacio, a pesar de recibir vacunas antes y en mayor cantidad que nadie, no se portó como amigo.

Lo diré nuevamente. El macrismo y Clarín son culpables de decenas de miles de muertos por su terrorismo sanitario. Y Alberto Fernández miró pasivamente el boicot a las medidas de salubridad.

El problema no es comunicacional, es político. Profundizarlo será materia de otro análisis.

En síntesis, mi interpretación es que los resultados electorales en Mendoza tienen en lo nacional un peso decisivo.

Dicho esto, vayamos a especificidades muy necesarias que ocasionan acalorados debates.

Organización y profesionalismo. El radicalismo macrista mendocino ha perfeccionado una maquinaria electoral muy eficaz. También es superior al Frente de Todos en estrategia y disciplina. Sus principales candidatos entienden qué comunicar, cuál será el centro de su relato y no se corren de allí. La idea de que disciplina es no hacer nada si no hay instrucción del jefe/jefa es un terrible error. Casi descalificante. Es incomprensible que los concejales del Frente de Todos no denuncien día por día las falencias de los oficialismos municipales del Gran Mendoza. Todos los días se puede fotografiar un pozo nuevo en una calle si hay vocación de hacerlo. No hubo mucha.

A Cornejo nadie le cascoteó el rancho, fue el título de una entrevista al sociólogo Enrique Bollati. Sin embargo, Anabel Fernández Sagasti comenzó a realizar fuertes críticas después de las PASO. Evitó el desgranamiento luego de aquella derrota y creció unos puntos. No es poco pero quizá tardío.

Como arena entre los dedos. Entre los militantes aparece como un ritual sagrado rendir honores al “territorio”. Vuelvo a la vocación herética de mis años mozos y pongo en duda la cuestión. Muchos de quienes presumen de “tener territorio” no lo tienen tanto, y, en muchos casos, constituye una actualización de la vieja política punteril de “los que tienen los votos”. Por supuesto que es reivindicable la militancia social pero hay muchos equívocos y muchos vendehumo en materia de “territorio”. El “territorio” está hibridado con la construcción social de sentido. Las unidades básicas, locales, comités, son valiosísimas instancias de participación cívica, quizá insustituibles, a defender, pero enfrentan con dificultad al intruso que emite luz y machaca las cabezas de los miembros de la familia 24 horas por días desde los comedores de las casas (o de las pantallas de los celulares o cualquiera de sus variantes). Esta relación compleja debe repensarse.

El significante vacío. Usemos la categoría de Ernesto Laclau. Cuál es la parte que llena el concepto. Izquierdas y derechas, proyectos populares y proyectos elitistas confrontan porque está en el ser de las cosas que lo hagan. Si no se expresa la disidencia es porque el conflicto se tapó con autoritarismo o alienación. El Siglo XXI en Latinoamérica mostró un surgir o resurgir de gobiernos antiimperialistas, con vocación de integración y políticas de igualación social. La derecha, que siempre reconoce a su enemigo, los llamó populismos. Laclau levantó el guante. En Argentina el significante vacío de lo popular fue llenado por el proyecto nacional y popular del kirchnerismo. Néstor fue y Cristina es peronista de toda la vida. Cuadros orgánicos de partido. Pero, con eso, la instancia de lo popular tenía un anclaje en una nueva síntesis histórica. Eso también está en cuestión. No solo en Mendoza mas también en Mendoza.

La nueva formulación es que el significante vacío es llenado por el peronismo. La operación deja en evidencia una derechización y burocratización. “Nuestra” estructura madre vuelve como en cada ciclo histórico a cerrarse sobre sí misma independientemente de los avatares sociales.

Para ser claro, si el peronismo será el pilar en que se base “lo popular”, lo será en su versión kirchnerista y frentista o no lo será. Ese cerrarse sobre sí mismo, a mi criterio, aunque no descarto buenas explicaciones para hacerlo, restó capacidad de convocatoria a lo que socialmente es “lo popular”.

Lo conocido. Por lo demás, sabemos que los oficialismos traccionan muchos votos por diferentes motivos. Sobre el sistema de medios ya hemos hablado suficiente. El cornejo suarismo (lo de suarismo está por verse) se ha convertido en la organización política, mediática, judicial y empresarial hegemónica en la provincia y toda construcción popular se realizará en la confrontación con ese hegemón.

Hay un momento en que el diagnóstico revierte en pregunta. Sobre la ominosa ostentación de violencia, burla, saqueo, antirrepublicanismo, manipulación y engaño que muestra la derecha ¿estamos haciendo lo necesario? ¿damos la pelea adecuada? Sí, nosotros, cada uno, en forma de pregunta sobre lo que nos toca. Y la respuesta debería darse con generosidad porque el desafío es civilizatorio.

domingo, 14 de noviembre de 2021

Soplando en el viento*


Por: Carlos Almenara

Me alertó Jorge que este miércoles 10 se cumplen dos años de la muerte de Ramón Ábalo.

La pérdida de alguien admirado y querido como Ramón supone un duelo. La experiencia me dice que algunas veces el duelo tiene una bisagra en el momento en que uno comprende algo. ¿Comprende qué? No podría responder esa pregunta con precisión. Intentaré dar una idea a partir de mis sentimientos con Ramón.

Convertí a Ramón en una especie de “fetiche”. Siempre lo quería entrevistar. Lo hice varias veces. En distintas radios. Yo le preguntaba de todo. Ramón contestaba. Contaba sus historias, nada mezquinaba. Yo repreguntaba, él contestaba, pero cada cosa que contestaba era distinta a lo que yo esperaba. Yo le preguntaba por el pasado y él siempre se ingeniaba para responder algo en relación al futuro. A mí me producía cierta perplejidad. Yo insistía. Había un secreto en un pasado revolucionario con el que el presente tenía un abismo. Él lo tenía, el “Negro” tenía el tesoro. Yo preguntaba y preguntaba, pero no lo encontraba. Contame más. De la Media Luna, del Armando, del peronismo y el comunismo, de la revolución, del Che. No, él no mezquinaba la respuesta, pero siempre terminaba diciendo “Mendoza no es conservadora, en el ’72 hicimos flor de revuelta y ahora, qué esperamos”. A mí me desconcertaba cómo pasaba de ese secreto idílico que yo pretendía encontrar en el pasado a contestarme que había que reclamar contra los tarifazos.

Nunca fue de otro modo. Cada vez que lo entrevistaba el compromiso era el mismo, “esto sigue, te vuelvo a entrevistar”. Siempre se repetía el mismo círculo, yo le preguntaba por sus andanzas, como sondeando cuál sería la clave para entender por qué hubo un pasado más pleno y hoy un presente tan mediocre. Ramón no me dio respuesta a esa pregunta. Una pregunta que, por cierto, nunca supe ni sé formular.

No es que no pudiéramos encontrar lo evidente en los diálogos y arriesgar teorías. Sí, eso, todo el tiempo. Pero un tesoro, una palabra mágica, la explicación total, la llave que permite entender, no, eso nunca lo encontré.

Y el Negro se fue y no lo encontré.

Pero fui comprendiendo. Bastante antes de que se fuera. Fui entendiendo. Él no sabía la respuesta a la pregunta que yo no podía formular. Seguramente no existía la respuesta a mis balbuceos. O sí. Siempre estuvo allí donde Ramón me dijo la primera vez que titubeé con mi pregunta. La respuesta está adelante. Soplando en el viento, como decía Dylan.


*Nota publicada originalmente en La 5ta Pata. La imagen ilustrativa corresponde a dicho medio.

domingo, 7 de noviembre de 2021

El crack de la heroína


 -Nunca tomé café en mi vida, nunca, soy un tipo raro. No tomo alcohol, no fumo, lo mío es solamente la heroína o el crack. (Mauricio Macri, 2 de noviembre de 2021, Rosario).


La declaración fue impactacte. El 2 de noviembre apareció el video presentado más arriba. Macri confiesa “lo suyo es la heroína o el crack”. Como quien toma café.

Desconcertados y cómplices los medios lo tomaron como broma. No lo es.

No se ha entendido el código de comunicación de Macri. Macri es más que un mentiroso. Cada palabra que emite es un engaño. En ninguna ocasión dice lo que una comunicación de buena fe supondría que quiere decir. Por ejemplo, cuando Macri dice “trabajo de calidad” una persona de buena fe supondría trabajo registrado, pues no, para Macri es esclavismo, en el mejor de los casos “trabajo productivo”, es decir, que produce plusvalía.

Cada sonido es una estafa.

También cuando “parece” bromear. Usualmente no dice una sola verdad, y, cuando la dice, parece que la dice en broma.

Hay que mirar el video del inicio de la nota. Termina con una sonrisa, pero no es la de alguien que hizo un chiste, es la risa del perverso, del que goza haciendo daño, del que se burla del auditorio. Volvelo a mirar.

En realidad, se sabe hace tiempo que Macri es un falopero reventado. Nada menos que Cristina Kirchner en “Sinceramente” cuenta una historia impresionante. Aquí la transcribo:

La semana anterior, el presidente electo Mauricio Macri había venido a verme a Olivos para coordinar el traspaso del gobierno. Llegó por la tarde. Lo esperé en el despacho presidencial de la jefatura de gabinete parada en la puerta, de modo tal que cuando esta se abriera y él ingresara, yo estuviera ahí para extenderle la mano. Sin embargo, tardó un buen rato porque lo primero que hizo, antes de verme, fue ir al baño. Le pregunté a Mariano, mi secretario: ¿Y, dónde está? “En el baño”, me dijo y se encogió de hombros. Cuando me dio la mano sentí que estaba muy tenso, duro. Casi no hablaba y me miraba muy fijamente hasta que me dijo, como si fuera una orden: “Usted tiene que entregarme el poder en la Casa Rosada". “No”, le contesté. “Eso hay que hacerlo en el Parlamento”, y en seguida le aclaré: “Usted no puede dar el discurso ante la Asamblea Legislativa si aún no es presidente, por eso tengo que ir a la Asamblea, antes de su discurso, entregarle la banda y el bastón presidencial".(CFK, Sinceramente)

Además de Cristina, hay decenas de testimonios que dan cuenta de sus consumos ilegales. La foto que ilustra la nota está tomada de Infobae y corresponde a minutos antes de debatir con Alberto Fernández en 2019. Se ve que para enfrentar esas situaciones necesita una “ayudita”.

Antes de decir que “lo suyo es la heroína o el crack”, Macri afirma que es “un tipo raro”. En realidad, es perverso y es siniestro. Todavía no tenemos idea cabal de cuán siniestro es el vendepatria, aunque a esta altura ya nada debería sorprendernos.

En este video, Rachel Holway, reconocida militante contra la trata y el abuso a la niñez, explica la relación de los Macri y la secta pedófila “Los niños de dios”


En Argentina, también en otros países, los defensores de la libertad individual se encuentran a la izquierda del espectro político. Los actualmente llamados “libertarios” (el amigo Enrique Bollati los denomina liberOtarios), los neoliberales, las derechas en general, son mayormente cultoras de una falsa moralina.

Digo lo siguiente: me importa un pito qué consuma Macri, me importaba un comino qué hiciera con su vida antes de ser funcionario público, me importa muchísimo qué hace y qué hizo con NUESTRAS vidas y por eso ahora sí me importa de su vida. Quiero que vaya preso y pague el daño.

Darle importancia a estos consumos ayuda a comprender algunos de los delitos que cometió con la base de su perversión innata y culturalmente adquirida. Estos consumos sumaron megalomanía, falta de empatía, deshinibición (como para decir públicamente qué consume), paranoia. Ahora hay que saber si cuando firmó con el FMI o cuando saqueó el Fondo de ANSES (se llevó U$S 35.000 millones de “la plata de los jubilados”) estaba bajo los efectos de estas sustancias. ¿Lo estaba cuando mandaba espiar a sus familiares?

¿Y sus conmilitones no tienen nada que decir de estos consumos? ¿Nunca lo vieron consumir? ¿Quién le provee las sustancias? ¿Cuál es la ruta? ¿Viene de Rosario y por eso lo dijo allí como un guiño mafioso?

Una de las consecuencias posibles del exceso en estos consumos son los problemas cardíacos. Fue público que durante su gobierno tuvo nueve cardiólogos. Habiendo tantos, ninguno fue capaz de darnos una alegría.