martes, 13 de julio de 2010

Derechos - El Sol 12/07/2010

La media sanción de Diputados del proyecto que posibilita el matrimonio entre personas del mismo sexo abre una discusión inimaginable en la Argentina de hace unos años.

Evidentemente, y como ha sido bien planteado por los militantes de esta causa y por los legisladores más lúcidos, corresponde a una ampliación de derechos que se inscribe en la corriente histórica de otras ampliaciones de derechos que, vistas retrospectivamente, hacen difícil explicar las situaciones previas. La universalización del voto masculino según padrones generales y no sólo de los “vecinos respetables”, el voto femenino, los derechos laborales y el contrato de trabajo, la jubilación, la sindicalización, los derechos sociales –como educación y salud– son sólo algunos hitos del siglo XX que requirieron su consagración legislativa, y todavía muchos de los derechos sociales tienen un cumplimiento parcial no exento de retrocesos.

Hubo también otras gestas libertarias. Las luchas de los pueblos originarios contra el sometimiento de la conquista, la emancipación de la corona española, la abolición de la esclavitud, las lides por dejar definitivamente de ser colonia de los países centrales.

Todas estas luchas tienen causas: “Nosotros, los de acá, queremos decidir”, “nosotros, los de acá, no aceptamos su supuesta superioridad”, “nosotros, los de acá, somos iguales que ustedes y, por lo tanto, queremos lo mismo que tienen ustedes”. Es el tipo de cuestionamiento que hace avanzar la idea democrática. Es lo que está diciendo, está exigiendo, el colectivo de organizaciones de defensa de los homosexuales. El razonamiento es “somos iguales, queremos iguales derechos”. Simple, fácil. Sin embargo no está de más plantear ciertas cuestiones que, aunque obvias algunas, no siempre están presentes en el debate público.

Primero, la ley no crea homosexuales, los homosexuales ya existen, de lo que se trata es de reconocerles derechos como al resto. Los homosexuales no le preguntan a nadie sobre su derecho a existir. Detrás de ciertos planteos o, si se mira bien, de todos los planteos que discriminan a los homosexuales, hay una idea fundamentalista, antidemocrática, que niega el derecho a la existencia de los homosexuales. Como máximo de tolerancia este planteo dice (existen, bueno, como kelpers, de segunda; son una “desviación”, no pretendan entonces tener los mismos derechos; demasiado que los dejamos compartir nuestro mundo, que los dejamos vivir; porque sépanlo, el mundo es nuestro, esta sociedad es nuestra, de los heterosexuales). El cuestionamiento democrático aparece cuando la comunidad homosexual dice no, no les reconocemos a ustedes la potestad de asignarnos un lugar subordinado y eso que exigimos lo queremos reflejado en las leyes. Todos los derechos fueron conquistados de este modo.

Segundo, el reconocimiento de derechos nada dice de las opciones sexuales personales. Es una obviedad pero debe ser señalado. Sexualidades perversas y dañinas suelen manifestarse en claustros, instituciones jerárquicas, disciplinarias, de las que una vez dentro no hay salida. Son ese tipo de instituciones las que prohijan el daño y la perversión (no hablamos del matrimonio, sino de otras instituciones). La enorme cantidad de casos de abuso, la mayoría homosexual, que aparecen en la Iglesia católica, una cantidad claramente desproporcionada al número de miembros en relación al resto de la sociedad, ofrece un interesante caso de estudio. ¿Habría abusadores en las marchas contra el “casamiento gay”? Seguramente hubo homosexuales.

Tercero, hay cierto peligro de estereotipar la conducta homosexual y estigmatizar un estereotipo. Por caso, asociar la homosexualidad masculina a la “mariquita”, no sólo discrimina a los destinatarios del calificativo, sino que oculta un sinnúmero de homosexuales que no responden a ese tipo y, razonando de modo inverso, legitima el discurso machista, socialmente dominante y que constituye el principal obstáculo para tratar este tema. Hay también personalidades “varoniles” que asumen la opción por la homosexualidad. En el caso de las lesbianas, el mismo rol cumple la “marimacho”, estereotipo que es precisamente eso, una caricatura cultural deformada, que hace sufrir a los estigmatizados y confunde a los analistas. Percibimos cierta “lombrosonización”(1) del debate. Los homosexuales serían distinguibles por ciertas marcas exteriores, y lo serían de una vez y para siempre. Creemos que la realidad es más diversa y que las posibilidades son innumerables y dependen del devenir de la vida de cada quien.

La preocupación por los niños que manifiestan quienes se oponen parece una excusa, porque no han presentado pruebas de que este derecho afecte a los menores y al contrario sí hay muestras. ¿Pero una excusa para qué? Para evitar el cambio social, para evitar la democracia, para sostener una fundamentación teocrática, autoritaria e impositiva del orden social. Es lo mismo que estuvo en discusión durante el mayo del Bicentenario (2).

Parte fundamental del análisis riguroso es contextualizar históricamente los conceptos, describir cuáles son las condiciones sociales, económicas, culturales y políticas que hacen posible que ciertos temas puedan avanzar, o aunque más no sea, plantearse. Sólo son posibles estos planteos en un gobierno libertario como el de nuestra presidenta, que se atreve a cosas que otros no y que avanza aún más que lo que “aconsejarían” las condiciones.

Si es posible creer aún en el progreso, pensar que la humanidad se humaniza y que los pueblos avanzan, este derecho será consagrado más temprano que tarde. Y como sí es posible y necesario, ¡bienvenidos los avances en los derechos!







(1) Césare Lombroso (1835-1909) sostenía que los delincuentes eran reconocibles por rasgos físicos.
(2)http://www.elsolonline.com/noti cias/viewold/21046/la-revoluciondel- bicentenario--por-carlos-almenara--

La revolución del Bicentenario - El Sol 26/05/2010

Los festejos del Bicentenario con centro en Buenos Aires han sido extraordinarios. Por qué no pensar que sirven de espejo de la Nación. Nos devuelven la imagen de lo que colectivamente construimos.

Un fabuloso compendio de manifestaciones artísticas y culturales, acompañado de múltiples foros de discusión sobre nuestra historia, se organizó para celebrar los 200 años de la Revolución de Mayo.

En las construcciones sociales y políticas existen pocos automatismos. Este espejo no es autónomo de los procesos políticos actuales, al contrario, sólo la política actual explica esta representación.

Así como el Centenario se festejó fastuosamente en eventos elitistas propios del modelo de país agroexportador, vigente hasta el 2003 y con mucho poder político y económico aún (la reinauguración del teatro Colón muestra su persistencia), el Bicentenario expresa la Argentina diversa, la de la ebullición de identidades, colores, particularidades.

Nos muestra como parte de América latina y Sudamérica, a las que el Centenario dio la espalda con esa actitud vergonzante, pero finalmente ridícula, de quien aspira al reconocimiento del superior traicionando a los suyos, a su pueblo.

El Bicentenario nos muestra varios, distintos, plurales.

Conviene quizá comenzar mencionando la marcha de los pueblos originarios. Estudios genéticos indican que 56% de la población argentina tiene algún antepasado indígena. Es razonable entonces preguntarse por qué la temática tiene tan escasa visibilidad pública. Una hipótesis posible es que la respuesta a esa pregunta es la misma que cruza los 200 años. Una fenomenal represión política y cultural que construyó una nacionalidad única, una idea de patria autoritaria. Hemos vivido un único modo de ser argentinos. Y, por “desgracia” para los pueblos originarios, los que eligieron el estereotipo decidieron que los argentinos “venían de los barcos”. No hubo modos de ser argentino siendo indio (se fue argentino matando indios). Siendo indio sólo se podía ser un aspirante a argentino, había que ir renunciando a lo distintivo.

Como no se pudo ser argentino de primera siendo judío, siendo ateo, siendo homosexual, siendo comunista, anarquista o sindicalista (también se fue argentino matando en distintos momentos cada categoría).

Poco se ha difundido la suerte de los negros en estas tierras, muchos de ellos, héroes de la independencia, ya que pocos quedaron para contarlo.

Los festejos comenzaron, no de modo oficial, porque fue un reclamo, con la marcha de los pueblos originarios, recibida por la presidenta. Un gesto político que debe convertirse en una ampliación de ciudadanía de los miembros de esas comunidades y una urgente reparación a ellas, fundamentalmente, devolviendo las tierras que les fueron expropiadas.

Las posteriores expresiones artísticas y culturales que hemos visto no sólo tuvieron en sí mismas una calidad altísima, sino que también fueron cuidadosamente seleccionadas, de modo de conformar una expresión plural, diversa, emancipadora e integradora.

La masiva participación popular en los festejos hizo estéril el intento de los medios del Grupo Clarín de desconocer el evento o equipararlo (dividir pantalla) con otros. Resultan incomparables las refacciones a un teatro. Tampoco le resultó conveniente al afán destituyente del medio darle pantalla continuada al impresentable piquetero garca De Angeli. Optaron, entonces, por decir que el Bicentenario lo hacemos “Todos Nosotros - TN”, no el Gobierno. No, los festejos los organizó el Gobierno nacional, fueron un éxito fenomenal y, precisamente, lo fueron a pesar de y contra Clarín. Que, dicho sea de paso, ¡le compró a Macri, y Macri le vendió, los derechos exclusivos de televisación de la fiesta del Colón!

No habrá tranquilidad o no habrá democracia en Argentina mientras Clarín siga manejando 70% de la comunicación masiva, es realmente insólito que ese grupo siga teniendo en jaque a gran parte de la dirigencia política argentina. Para conocer cómo hace Clarín para ganar mercados y sus métodos de penetración en sectores industriales, ver http://www.elargentino.com/nota -91972-Tuve-un-tumor-cerebrapor- los-golpes-que-recibil.html.

Dicho esto, que es cansador pero es realmente necesario, porque hay que desentramar permanentemente el engaño, la manipulación del multimedios hegemónico del país, volvemos al Bicentenario.

Seguramente, costará encontrar una metáfora mejor de la Argentina plural de la integración que esa maravillosa expresión artística que es Mundo Alas, la obra liderada por León Gieco, acompañado por artistas discapacitados que pudimos apreciar en los festejos del día 22. No sólo su obra es de notable factura, sino que el trato entre ellos y con Gieco es de una profesionalidad y un respeto que dice tanto como la obra en sí. Los discapacitados son también argentinos que merecen igualdad.

Se trata de una ampliación de la democracia. Una nueva actualización del eslogan “La patria somos todos”, que ha utilizado el Gobierno nacional y que constituye todo un programa.

No es la paparruchada del “consenso” lo que nos permite construir una Argentina plural. Es, precisamente, lo contrario, resistirse a la homogeneización impuesta, lo que posibilita la expresión de lo diverso. Los argentinos no somos “una hibridación”, como se ha sentido con rancio aroma por allí, somos identidades distintas y contradictorias, también conflictivas. Pero todos tenemos todo el derecho de nuestro lado. Y lo reclamamos como habitantes argentinos. Y reclamamos, además, nuestro derecho de hablar por esta tierra, de dar, con nuestro testimonio, el de nuestra Nación. Quizá esta es la revolución del Bicentenario.

Caricaturas - El Sol 10/05/2010

La realidad, como distinta a lo real inasible, se construye de interpretaciones. Las interpretaciones sólo podemos hacerlas con lo que sabemos, y lo que sabemos en cuanto a temas de debate público, en el mejor de los casos, es limitado. En el más frecuente, parcial, intencionalmente sesgado. La concentración de la comunicación tiene más efectos de los que habitualmente se reconoce. En este sentido, aunque consideramos que es una discusión epistemólogica compleja, nuestra opinión es que los medios “construyen” la realidad o, al menos, dan los elementos a base de los cuales las personas formarán su “libre” opinión. Hay libertad pero es parcial.

Veamos un caso. Susana va al supermercado, busca un producto que había pagado 10 y ahora vale 13. Se enoja. Se enoja con el Gobierno. ¿Es la única reacción posible? No, podría enojarse con el supermercado. Podría enojarse con el fabricante. Podría ver si hay alternativa más económica, podría detectar que es la política de precios del fabricante ganar clientes con un precio bajo y luego subirlo. No hay ninguna relación mecanicista necesaria entre una cosa y la otra. Entre el aumento de precio del producto y la responsabilidad del Gobierno. La relación es una construcción que Susana internalizó a partir de lo que escucha por radio, televisión o lee en diarios. Este es un ejemplo menor pero que puede graficar lo dicho.

Todas las lecturas de la esfera pública, la formación del sentido común, es decir, el patrón de interpretación de los fenómenos, se afectan mediáticamente. Esto sólo basta para entender que es urgente desarmar los monopolios. Ernesto Espeche, director de la carrera de Comunicación Social de la UNCuyo, suele postular la existencia de una relación entre grado de organización comunitaria y poder de influencia mediático, o sea, si usted participa en un partido político, un sindicato, una unión vecinal, hay un filtro para evitar que los medios lo condicionen demasiado, o compañeros con los que resistir la imposición de la interpretación única. Si no existe esa mediación, la línea interpretativa mediática afecta mucho más. En Argentina hay poca organización que permita otras lecturas.

El mecanismo actualmente exacerbado es el siguiente: se presenta una parodia hiperbólica con pretensiones de realidad. Muchas personas, por diversas razones pero básicamente porque son bombardeadas por esa “realidad”, la creen. La interpretan en esa clave. Y pueden reafirmar su lectura de su seren- el-mundo cuando en la carnicería comulgan con la opinión del vecino: “Esto ya no se aguanta más. ¿Cuándo se ha visto semejante Gobierno? ¿Hasta cuándo nos vamos a dejar atropellar?”.

En fin, un sinnúmero de frases parecidas a esas.

¿Qué mejor prueba, entonces? Está claro, no sólo yo pienso que esto no se aguanta más, somos muchos, somos todos. El pueblo entero. ¿Y si no fuéramos todos? Bueno, los interesados, los que cobran un sueldo o reciben prebendas. Está clarísimo. Además, construimos lazos sociales, nos socializamos, nos encontramos con el otro en la diatriba contra Cristina.

Así funciona, así ha venido funcionando.

Por supuesto que es una ficción interesada, disvaliosa y totalitaria. No es que construye un pueblo contra el poder; al revés, inventando que el poder está en el Gobierno, construye un pueblo al servicio del poder real.

Está dejando de funcionar porque cada vez somos más los que nos damos cuenta del jueguito. Muchos, sin más, por el descaro con que miente el Grupo Clarín.

CARICATURAS GRACIOSAS MA NON TROPPO. Una de las construcciones interpretativas, cómo decir, llamativas, es la de los vice. Resulta que parece extenderse el caso del vice desleal con el proyecto político, que es presentado como un resistente luchador contra el aparato partidario, con legitimidad para conservar su cargo. Esto es francamente insostenible. Un vice es alguien que tiene que respaldar al titular del Poder Ejecutivo, si no lo hace, tiene que irse. Nuestro sistema constitucional supone que ello es así y así debe ser, porque, si no, se altera el equilibrio institucional. Este razonamiento elemental, que siempre tuvo vigencia en tanto reflejaba el mandato del constituyente, ha sido alterado por la interpretación mediática. Entonces, lo simpático del caso acaba cuando el sistema de gobierno está amenazado. Que haya vices, que, teniendo esta conducta y aferrándose al cargo, hayan tenido alta imagen sólo es posible por el forzamiento interpretativo del monopolio de medios.

CARICATURAS DE GUERRA. La última operación del Grupo Clarín es denunciar persecución a periodistas. Es simplemente una mentira. Pero no una mentira cualquiera. Utiliza el mecanismo de la proyección, consistente en que un actor produce algo que imputa al otro. Los periodistas de Clarín que siguen estrictamente el mentiroso guión de Héctor Magnetto y, en consecuencia, no son independientes machacan 24 horas por día con un discurso discriminador y violento contra todo lo que se acerque al Gobierno nacional y ellos, que generan violencia, acusan a otros de “escracharlos”. Ellos, que maltratan a los legisladores que apoyan al Gobierno nacional, ellos que ocupan 70% de las posibilidades de hablar, tampoco quieren que las paredes hablen. Lo quieren todo. Lo triste es que muchos políticos creen que tienen que tenerlo todo.
Por cierto, como señaló Eduardo Aliverti, deberían tener cuidado con las palabras. Pepe Eliaschev, por ejemplo, usó referencias al terror de Estado. No tiene derecho.

La prueba de que es mentira que tengan miedo y que es una puesta en escena para generar zozobra en la población es que lo sigan diciendo. No hay un sólo hecho que puedan probar que merezca el tratamiento que le dan al tema. Hacen una parodia de victimización.

No tienen miedo, lo que quieren hacer es seguir construyendo el relato de que hay un gobierno autoritario.

HAY QUE DECIRLO. Un buen consejo en tiempos en que engaña tanto la tele es apegarse lo más posible a lo real, a los hechos.

No sólo es mentira que hay un gobierno nacional autoritario, es además, el más pacífico, democrático, el que más ha respetado las libertades individuales, los derechos humanos y los derechos de las minorías en mucho, mucho, tiempo.

Incluso, el gobierno de Alfonsín, que fue un líder democrático, al que valoramos y reivindicamos enormemente, cedió ante presiones de las corporaciones que implicaron censuras (Yo te saludo, María – película de Godard–, la transmisión del Juicio a las Juntas, etcétera). Declaró estado de sitio, detuvo gente, por cosas que, comparadas, no representan ni 5% de lo que ha sufrido este gobierno sin restringir libertades.

Debe hacerse un reconocimiento a la contención y la contribución a la convivencia en paz que ha realizado el colectivo que apoya al Gobierno nacional, que ha tolerado y tolera la sistemática descalificación de la mayor parte de la comunicación masiva, la descalificación degradante en extremo de dirigentes como Elisa Carrió, quien sistemáticamente incita a la violencia (“la gente en la calle quiere que los maten”, dijo bárbaramente).

El interés de Clarín & Co es generar zozobra, generar miedo, horadar al Gobierno nacional, destituirlo. Quieren llevarnos al invierno.

Lo que es seguro con las discusiones que se están planteando, disputas que sacan a luz lo que siempre estuvo oculto, es que llegará la primavera.

Economía e inflación - El Sol 27/04/2010

Entre preocupación social y reclamo opositor visto como oportunidad de criticar, la “inflación” aparece como problema público.

La nota de Aldo Ferrer titulada Controlar la inflación sin enfriar la economía, publicada el lunes 19 por El Sol, resume con solvencia científica un enfoque necesario para esquivar la segura receta de ajuste con que amenaza “la oposición”(1).

Vale un comentario sobre Aldo Ferrer. Economista argentino, destacado continental y mundialmente, exponente de un pensamiento latinoamericano original, heredero de la corriente cepalina con origen en el impulso a esa Conferencia de Naciones Unidas que promocionó y luego dirigió Raúl Prebisch, Ferrer es uno de los analistas imprescindibles no sólo de Argentina, sino también de la globalización. Este economista es uno de los referentes teóricos máximos de la línea económica del Gobierno nacional. Con la autonomía de cualquier intelectual que aprecia su independencia valorativa y capaz de criticar cuando lo considera necesario, es un defensor de la administración de política económica iniciada en el 2003 de la mano de Néstor Kirchner.

Es muy interesante destacar que Ferrer es de origen radical y que generaciones de cuadros de la UCR se formaron en este orden de ideas.

¿Qué plantea Ferrer? Lo mismo que planteó toda su vida o al menos en los últimos 40 años.

¿Por qué defiende la política económica del Gobierno nacional? Porque refleja los conceptos declamados durante décadas en el enfrentamiento teórico con el neoliberalismo.

¿Por qué quienes dirigen la UCR se alejaron de este pensamiento? Eso es algo que no ha sido explicado pero que tiene una prueba irrefutable en su comportamiento en el Congreso nacional. Es cierto que este pensamiento nunca fue hegemónico en la UCR, pero que no haya ni vestigios de él... No hay registro en los últimos 60 años.

La tesis de Ferrer en relación con la coyuntura es que Argentina ha superado la restricción institucional, externa y fiscal de otrora y que la inflación actual no obedece ni a un exceso de demanda (los niveles de ocupación de los factores productivos son más o menos semejantes a momentos con menos inflación) ni a una “inflación de costos” (insumos básicos que empujan hacia arriba los precios de todos los bienes). La inflación que enfrentamos es inercial, y en ella tienen un rol central las expectativas.

Una vez más, en cuestiones de interés público resulta decisivo el modo en cómo se construyen las creencias. El nudo de la concentración de lo que se lee, oye o mira se convierte en el mayor obstáculo a la democratización, también de la economía.

EL DIAGNÓSTICO ORTODOXO. Presente en boca de la Coalición Cívica, UCR, peronismo disidente y macrismo apuntan precisamente a una inflación por exceso de demanda. El “irresponsable” incremento del gasto público, los déficits provinciales, la asignación universal por hijo, el gasto en infraestructura generan un aumento de la demanda agregada que la oferta no puede atender, ergo, suben los precios. ¿Cuál es el remedio? El ajuste. ¿No le resulta conocido el razonamiento? Es nuestro viejo y conocido ajuste, que orientó las políticas económicas de los noventa y principios de siglo. Ajuste significó baja de los sueldos de los maestros, de los policías, de los empleados públicos en general, baja de las jubilaciones, restricción del crédito, enfriamiento de la economía, estancamiento, desocupación. Eso sí, con precios estables. Es más, algún mes llegamos a tener deflación de precios.

“Afecta más a los sectores de menores ingresos”, dicen. Es una verdad a medias. Lo que más afecta a los sectores más pobres es no tener ingresos, y la receta del ajuste se ha encargado sistemáticamente de destruir trabajos.

TÉRMINOS EN DISPUTA. Aunque suele olvidarse, sobre todo en las facultades de Ciencias Económicas, la economía es una ciencia social, y, como tal, susceptible de contrastación con la realidad. ¿Por qué la receta del ajuste que nos llevó a la desintegración social y económica nos llevaría ahora a otro lado?

Las relaciones económicas en una sociedad están histórica y socialmente determinadas y no hay nada de naturales en ellas, al contrario, así como las sociedades deciden ciertos modos de producir y distribuir su riqueza, sus bienes, pueden perfectamente decidir otros modos.

Dentro de las sociedades capitalistas, incluso, no hay una única prioridad económica. Mientras que para la “oposición” la prioridad es la estabilidad de precios, para el oficialismo nacional es mantener tasas altas de crecimiento que sigan combatiendo el desempleo y generando redistribución del ingreso.

Por eso, lo que se suele presentar como una negación, soberbia o autismo que le imputan a las autoridades nacionales sobre “negar” la inflación no es tal cosa. Consiste, desde una perspectiva heterodoxa, en resistirse a aceptar el diagnóstico de que la inflación es el gran problema. Aceptado el diagnóstico, difícilmente se evitarán las políticas de ajuste.

Ello no impide ver precios que suben más de lo deseable.

UN PAR DE COSAS PARA HACER. Esfuerzos estatales y privados pueden coadyuvar a evitar pérdidas de poder adquisitivo. En primer término, la conciencia social de la necesidad de buscar y comparar precios y elegir los menores. No convalidar subas descabelladas.

Las experiencias asociativas de compra comunitaria son un instrumento valiosísimo a promover. Además de evitar intermediarios, se enriquece la dieta familiar cuando se pueden desarrollar compras comunitarias en mercados cooperativos y se fomenta la asociación. Hay una rica experiencia en esta materia que hay que difundir, promover e imitar.

No pagar la marca. Sería muy importante una campaña de concientización en este sentido. Debería ser una gran campaña nacional acompañada de las garantías de control de la ANMAT y Bromatología o similares de las provincias, de modo tal de poder garantizarles a los consumidores que los productos más baratos cumplen estándares mínimos de calidad que preservan su salud.

Mucho puede hacer el Estado para promover la oferta. Microemprendimientos, apoyos crediticios y demás. La política del nuevo Banco Central presionando al sistema bancario para conseguir una baja en las tasas de interés ayuda mucho a estimular la oferta.

Desde luego, es necesaria una fuerte intervención del Estado para impedir la formación monopólica, oligopólica o cartelizada de precios. En fin, una extensa y desafiante batería de posibilidades, sin caer en el trillado, conocido e ineficaz ajuste.






(1) El encomillado obedece a que, como hemos dicho en otras ocasiones, “la oposición” sólo existe como ficción útil a los medios de comunicación concentrados y a los negocios legislativos. Existen oposiciones o minorías o bloques no oficialistas que son diversos entre sí y no fueron juntos a elecciones.