domingo, 17 de enero de 2021

El problema hermenéutico de los presos políticos

 

Por: Carlos Almenara

Mendoza, 15 de enero de 2021

 

La historia es bien conocida. En cada país con singularidades, especificidades, el mecanismo llamado “lawfare” ha sido utilizado por Estados Unidos y oligarquías locales para horadar, derrocar o evitar el ascenso de partidos o líderes populares. El sistema consiste en el uso de los grandes medios de comunicación social para instalar discursivamente una defección, normalmente un acto de corrupción de algún dirigente que quieren descalificar, luego jueces o diputados la toman como cierta y avanzan en la demolición. La clave es que, en cada caso, buscan un cambio de régimen; el resultante siempre se alinea incondicionalmente con Estados Unidos. Temer puede haber sido el vicepresidente de Dilma Rousseff pero el golpe implicó un realineamiento geopolítico de Brasil.

En los tiempos más recientes el ciclo comenzó en Honduras con el golpe a Manuel Zelaya, más parecido a los tradicionales pero con intervención de los medios y el Parlamento, luego siguió reiteradamente por Bolivia, Paraguay, Brasil, Ecuador, Argentina. Venezuela, recibió de estos, de los otros y de todo lo que pudieron tirarle.

Esta interpretación tiene un abismo de distancia con los promotores de la persecución política, esos que pusieron todo su esfuerzo en legitimar argumentalmente sus imposiciones y no están dispuestos a regalar así como así semejante tarea.

¿Pasó antes esto?

¿Qué es esto? Esto es la imposición de un relato ilegítimo e ilegal que debe reencausarse en algún régimen de legitimidad y legalidad.

Sí, pasó. Pasó a la salida de las dictaduras setentistas, en los ochenta del siglo pasado.

¿Cómo se resolvió?

Algunos países aplicaron regímenes más o menos ambiguos de amnistías. Argentina tuvo idas y vueltas, finalmente consolidó un inconcluso camino virtuoso en ambos términos, legitimidad y legalidad.

Para poder avanzar lo que se avanzó en Argentina hubo que caracterizar el régimen como ilegítimo y genocida, determinar la imprescriptibilidad de sus crímenes y aun así la totalidad de los empresarios que participaron del mismo quedaron impunes. Ni hablar de que nunca pagaron con el patrimonio que recibieron fruto de los actos de aquellos gobiernos. Patrimonio que condicionó y condiciona la etapa democrática.

Eso mismo está en juego ahora. Quizá con peor pronóstico, depende de nosotros.

Cuando Alberto Fernández dice “no hay presos políticos sino detenidos arbitrarios” da una respuesta política que excede largamente la injusta cárcel de Milagro, Luis D’Elía, Amado Boudou y tantos más. Da una respuesta al abismo de legalidad y legitimidad que fractura a la sociedad argentina.

Podemos tomar miles de casos, quizás decenas de miles. Cualquiera. Nisman, por ejemplo. No hay diferencias de criterio. Quien dé por válida la versión del macrismo y Clarín del comando iraní venezolano entrenado en Cuba que “mató” a Nisman no está dando una interpretación de los hechos. Es otra cosa. Es asumir que frente al enemigo todo vale para enfrentarlo, para encarcelarlo, para torturarlo o matarlo como también hicieron durante el gobierno de Macri. No es necesario respetar el debido proceso ni siquiera es menester cumplir cánones de lógica y falsación.

Pongamos el caso Gils Carbó. ¿Cómo vamos a describir las amenazas que recibió su hija a partir de que Clarín publicó su teléfono? Ese hecho precipitó su renuncia. Los cientos de titulares, miles de notas de radio y televisión hostigando a la procuradora de la Nación...

Pongamos el caso del secuestro del senador Pais por parte de Lorenzetti para poder echar al juez Freiler con una mayoría ocasional (fruto del secuestro) en el Consejo de la Magistratura.

Allí, en todos estos casos, participan medios, periodistas, embajadas, empresarios, jueces, fiscales y políticos. Todos complotados en términos ilegales e ilegítimos.

El problema es la adscripción a uno de los sistemas hermenéuticos. Se puede hacer profesión de fe por Magnetto y eso es validar la idiotización y esclavización del género humano; o se lo puede combatir.

No hay ninguna “ancha avenida del medio”. No la hay por razones paradigmáticas, sistémicas. No depende de la “buena voluntad” de los actores.

Entonces, la salida elegante de los “detenidos arbitrarios” es decepcionante porque no tiene solución. Pero también es insostenible porque la dinámica de la situación requiere la confrontación hermenéutica. Uno de los dos regímenes de verdad se impondrá. Otra vez, no depende del pacifismo de los enunciadores.

Ni en Argentina, que fue el país que más justicia hizo con su dictadura, pudimos horadar el sistema de la dictadura. Seguramente ahora pasará lo mismo. Pero será imposible cualquier régimen legal y legítimo con hechos aberrantes a la luz pública, hechos como que el periodista Daniel Santoro extorsione, por Clarín, a empresarios para sobornarlos, hechos como que Majul soborne con un ministro nacional a testigos de causas importantes, y decenas más.

Es el mismo combate hermenéutico que explica que más allá de toda propedéutica periodística, de cualquier mínimo rasero de respeto, de todo compromiso con una ética de la comunicación social, una pluma de Clarín entreviste al presidente y escriba una crónica de sus propias impresiones.

Es que Clarín hace años tiene claro que está en guerra contra el pueblo argentino. Como siempre la pregunta refiere a qué hacemos nosotros al respecto.


jueves, 7 de enero de 2021

ESPARTA

 

Esparta. Dirección: Egor Baranov. Guión: Ilya Tilkin. Sreda Producciones. Rusia, 2018.

Por Carlos Almenara. Mendoza, 08/01/2021

San Petersburgo, Rusia. Un colegio secundario, aparentemente privado, con alumnos de distintas clases sociales, también populares. Una mujer cae de una ventana de lo que podría ser un segundo o tercer piso. Muere. Es profesora.

Se abren todas las posibilidades del policial. Igor Kryukov (Artem Tkachenko) deberá resolver el caso. ¿Fue un suicidio? Todo parece señalarlo. El colegio, sus jefes en la policía y otros poderosos locales quieren un rápido cierre. Suicidio.

Kryukov (Artem Tkachenko)

En uno de los saltos temporales, que constituyen uno de los pocos puntos flacos de la trama, nos enteraremos que la búsqueda de Kryukov es también un exorcismo de sus propios fantasmas. Su esposa se suicidó en un incierto pasado próximo tirándose al vacío. Un caso, en apariencia, idéntico al de Anastasia Istomina. Kryukov tuvo un ACV que dejó una leve secuela pero amenaza repetirse.

Las pesquisas del investigador muestran que el curso del “undécimo” del colegio es una especie de cofradía que esconde misterios y un funcionamiento muy especial. A la vez que destacados estudiantes, “los mejores del distrito”, su comportamiento cómplice permite adivinar secretos compartidos.

Esparta, Sparta o S’parta es un juego de “realidad virtual” en etapa de desarrollo. Los especialistas de marketing de la compañía decidieron implementar una metodología de investigación audaz. Para el desarrollo de los atributos más atrapantes del videojuego realizarían un estudio etnográfico participante con adolescentes. Efectivamente, con acuerdo del director, el undécimo será el curso que como “Informática” participará del experimento que se completa con un “infiltrado” en el curso.

¿Dentro o fuera del juego?

Esparta nos asigna un avatar, que somos nosotros mismos. Allí podemos hacer cualquier cosa, dar rienda suelta a cualquiera de nuestros deseos ocultos. Podrá ser moler a palos a un padre molesto, hacer striptease ante miradas deseantes o saltar de un piso alto de un edificio, según los estados de ánimo de los adolescentes. Aunque desconocemos detalles de la lógica del juego sabemos que es inmensamente adictivo y que no es anárquico, se rige por una estructura de reglas y poder que encumbra a un líder. ¿Cuando pegamos con bate estamos dentro o fuera del juego?

Mikhail Barskovskiy (Alexander Petrov)

Sumergirse en la realidad virtual puede producir cambios en la personalidad, como explica Misha, líder de la división, para dar cuenta de cómo Shorina, que antes soportaba abusos sin poder hablar, ahora es capaz de... de...

Los estudiantes son destacados y disciplinados. Su lider, Mikhail, ordena las prioridades, diseña los planes, convoca a las reuniones, socializa las reglas. Un órgano aceitado al que nada puede detener, al que nadie puede oponerse o será devorado. Un comando que tendrá estrategia contra todo enemigo real o potencial.

El discurso que al que nadie tiene derecho

“La humanidad está enferma. Ha acumulado una carga genética. Es como una pila de basura de mutaciones dañinas, anomalías genéticas y enfermedades. Provocó un incremento irreversible del número de discapacitados y miembros inútiles de la sociedad. Muchas veces, las mejores mentes de la humanidad han sugerido métodos curativos para deshacerse de esta carga. Pero cada vez, la gente que se cree humanista arruinó esta selección natural esencial. La carga aumenta. La medicina ayuda a quienes deberían morir y salva a los que por defectos genéticos, no deberían haber nacido. Pero en los inicios de la humanidad las naciones más fuertes emergieron en lugares donde prevalecían leyes naturales duras y a veces crueles, pero justas. Por ejemplo, Esparta. Allí, se tiraba al abismo a los bebés deficientes. Esparta sigue siendo un ejemplo de una sociedad justa, fuerte e invencible.

Platón decía que los bebés deficientes o los que eran hijos de padres deficientes no merecían crecer. Y no se debería tratar médicamente a los deficientes. Lo dijo en La República.

En 1920, el primo de Charles Darwin, llamó a estas creencias “eugenesia”. En resumen, dice que deberíamos ejecutar a los discapacitados.

Creo que la gente que no merece vivir debería ser ejecutada. Por ejemplo, la gente que nace con deficiencias o enfermedades, como parálisis cerebral, son inútiles para la sociedad. Gastamos demasiado dinero salvándolos.”

¿Qué hacemos con esto?

¿Y si una estrategia nazi puede ser llevada a cabo para formatear la cabeza, los juegos, el modelo de sociedad, de millones de adolescentes que se ponen un casco y viven un mundo que no pueden separar claramente del real?

¿Y si, por complicidades del poder real, por errores, por falencias, por cobardías, fuera imposible hacer justicia?

¿Si los crímenes del nazismo quedan impunes?

No es una abstracción. No es un punto en el pasado. El presente nos desafía con un resurgir neonazi a través de estrategias propagandísticas goebbelianas en personajes de la calaña de Trump, Bolsonaro o Macri.

¿Y, entonces, qué hacemos?

¿Tiene Rusia algo para decirnos? Ya lo hizo, cuando era la URSS en la “Gran Guerra Patria”. La tierra de los inviernos crueles y redentores. De los soviets y los obreros revolucionarios. Ya venció a Hitler.

¿Tiene Kryukov una respuesta posible? ¿Puede un agente discapacitado, golpeado por vida y por el poder, decirnos cómo enfrentar el influjo nazi?

El Episodio 8 de Esparta reabre una discusión que ya fue abierta muchas veces.

P.D.: ¿Cómo se dice actriz y cantante famosa, ídola de las adolescentes en ruso? Natalia Oreiro.