domingo, 15 de diciembre de 2019

A la industria en el auto de Aldo



Por: Carlos Almenara*

No casualmente reaparece ahora el recuerdo del enorme intelectual, economista e historiador argentino Aldo Ferrer.

En una entrevista poco antes de su muerte, el periodista le preguntó qué medidas podrían tomarse para hacer crecer la economía. Ferrer meditó un momento y dijo: -se podría hacer una empresa estatal argentina para fabricar automóviles.

Aldo Ferrer murió en marzo de 2016. No llegó a ver el desastre de estos cuatro años pero como pensador preclaro de la realidad nacional pudo imaginarse perfectamente este presente. De hecho, trabajó muchos años señalando cómo modelos ortodoxos, como los del macrismo, llevan a malos resultados, como los del macrismo. Bueno, pensándolo bien, hubiera imaginado que los resultados serían malos, difícilmente hubiera imaginado semejante nivel de destrucción en tan corto tiempo.

Ahora que termina la pesadilla se lo extraña cabalmente. Porque la pregunta sigue siendo la misma. Luego que se van los farsantes de la destrucción, cuáles son los vectores del crecimiento argentino.

Aldo Ferrer fue un pensador erudito, formado e informado. Ninguna de las objeciones que a priori puede presentar la idea se le escapaban.

No le era ajena la crítica posible a la gestión estatal. Esta objeción, tan cara al neoliberalismo, no se sostiene en la empiria de ningún país exitoso. Todos los países que han desarrollado su industria, y esto fue motivo específico de sus estudios, han tenido un rol activo del Estado como promotor del desarrollo. Muchos de ellos administrando empresas.

No le era ajena la objeción de que Argentina ya tiene fábricas automotrices. La fábrica debía ser íntegramente argentina y todos sus componentes totalmente (o en la mayor medida posible) nacionales.

Esta era la clave del proyecto. Su corazón no era la propia fábrica sino el desarrollo de la enorme telaraña de autopartistas proveedoras. De todos los componentes, sobre todo aquellos que suponen tecnologías de punta.

Tampoco le era ajena la objeción de que Argentina era un mercado demasiado pequeño para las escalas necesarias. Por eso Aldo pensaba que podíamos hacer una sociedad con Brasil. Como están las cosas hoy, eso parece imposible, pero no perdemos las esperanzas que la borrachera fascista pase también en el país vecino.

Si hacemos el ejercicio de volver a la situación 2015, entonces encontraríamos que la importante industria automotriz estaba especializada. Ciertos componentes no se fabricaban en absoluto en el país. Y, por cierto, algunos componentes eran exportados para automóviles que se ensamblaban en otros países.

El desafío por el que indagaba Ferrer era el del desarrollo, principalmente, de las partes que no producíamos. Especialmente las tecnologías de alto agregado de valor. Aquellas partes que son asimismo, ellas, impulsoras de clusters productivos.

Ya en 2015 pero mucho más hoy, el diseño y producción de partes de vehículos supone desarrollos tecnológicos de vanguardia. Las baterías de los automóviles eléctricos, el posicionamiento satelital y GPS, las cámaras, la conducción autónoma, los avances en seguridad, los softwares vinculados a todo ello, suponen sectores de la industria que impulsarían cada uno de ellos decenas proveedores y a su vez ofrecerían soluciones a muchos otros sectores, además del automotriz.

Tampoco le era ajena a Ferrer la crítica a la industrialización sustitutiva de importaciones del pasado. Por eso proponía una industrialización sustitutiva de importaciones del futuro. Es decir, no fabricar lo que cuando lo hagamos ya será viejo, sino disputar la punta tecnológica para que la sustitución refiera a lo que se va a importar en el futuro. Aquí aparece el fenomenal aparato científico tecnológico argentino, el CONICET, el INTA, las Universidades Nacionales, que, pensaba Ferrer, podría involucrarse en un desafío semejante.

Pero ¿a quién se le ocurriría que un país subdesarrollado puede hacer algo así?

A Evo Morales se le ocurrió. Lo consiguió. Y quizá también por ello se apuraron a darle un golpe de estado. Hay gente que no quiere que salgamos del atraso y lamentablemente cuentan con apoyo en nuestros países.

Aquí podés ver el informe: https://www.youtube.com/watch?v=akbNQtIzxX0



La recurrente situación de ahogamiento por escasez de divisas que padece Argentina cada vez que retoma el ciclo de crecimiento e industrialización, los llamados ciclos de “stop and go”, también pudieran verse mitigados en un proceso de sustitución parcial de importaciones del futuro.

La única respuesta inaceptable a los inconvenientes que se presentan o pudieran presentarse es renunciar a la industrialización. Eso fue lo que pretendió el macrismo.

La epopeya que supone reconstruir la industria merece la advocación de un intelectual de la estatura de Aldo Ferrer.

*docente, periodista y militante político.