viernes, 26 de junio de 2020

¿Dónde está el dedito?




Por: Carlos Almenara*

La situación nueva, desconocida, que nos plantea la pandemia se sobreimprime a una coyuntura también novedosa de la política argentina.

A la hecatombe macrista, siguió una pandemia de alcances inéditos durante la última centuria.

El régimen que se expresó con el macrismo se reestructuró, con toda la potencia que posee, bajo la batuta sediciosa de Magnetto.

No vacilan en promover contagios. La muerte no los detuvo antes y no los detiene ahora.

El régimen de verdad que imponen desde sus medios es enloquecedor. Alejado de lo real implantan como regla la paradoja, la inversión de significados, la crueldad, la perversión. Pueden producir turbas alienadas manifestando a favor del coronavirus, de Techint, de Vicentín, al tiempo que las fuerzas populares no ocupan la calle por cumplir el aislamiento.

Una buena descripción hace Artemio López



Como dice Artemio, la novedad, el problema, no es que Clarín haga lo que hace, lo loco es que Alberto quiera discutir con eso.

Es que no se puede discutir donde no hay una discusión, y con Clarín no hay una discusión. Aunque Alberto no lo quiera, Clarín está en guerra. No hay discusión, hay guerra.

La insatisfacción visible en algunos militantes oficialistas, la ofensiva del régimen que hasta hace seis meses hundió al país en la peor postración de su historia, no deben ser interpretadas como “errores de comunicación” sino como déficits de diagnóstico y praxis política.

Todo lo que viene de la agenda de Clarín está envenado. Lo que Clarín cuenta que hace el gobierno, está envenado. Cada uno  de sus significados está envenado. No sirve hacer promedio. Si se aceptan las bases epistémicas de su discurso ya se perdió. Y no es posible aceptar algunas y rechazar otras. Por ejemplo, si se asume que las notas de Clarín (en cualquiera de sus versiones) la hacen periodistas, ya perdiste. No son periodistas, son otra cosa. Sólo vale impugnar de modo radical ese discurso.

Todavía el gobierno está encontrando explicaciones a la intervención a Vicentín y los ladrones no ponen un peso de los 18.000 Millones que le deben al Nación. ¿Por qué no recorren los funcionarios del Banco los canales sediciosos pidiendo que pongan plata para tapar el agujero? ¿Por qué no hay reclamos desde las autoridades sanitarias para que los mercenarios de la pantalla terminen con el bio terrorismo?

Hay un avance. Diputados del Frente de Todos denunciaron a Baby Etchecolatz ante... ¡la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual!!! Me quiero morir. El criminal llama a la sedición, comete xenofobia que son crímenes de a gotas y los diputados lo denuncian ante ¡la Defensoría del Público!  La desproporción no puede ser mayor.

El problema es político, no comunicacional.

Y el problema político, que ya tendría que tener claro Alberto luego de pasar por la campaña de Massa, es que en Argentina, por razones estructurales NO HAY TERCERA VÍA.

No funciona la apelación consensual. El proyecto de la derecha es criminal. No hago un uso metafórico del lenguaje. Sus cuadros son esclarecidos al respecto. Y estamos donde estamos porque lo combatimos y porque el plan asesino no funcionó en sus propios términos.

Macri, que vino a destruir, con total conciencia de su proyecto colonial y terrorista de estado, no pudo (como no pudo desde hace al menos 100 años nuestra oligarquía), o no quiso, construir un proyecto sustentable en el tiempo. Fue de brutal saqueo. Pero si no lo hubiéramos combatido, hoy gobernarían ellos y estarían matando de a miles.

Yo sé que no siempre gana el que pega primero
Pero no sirve dejarse pegar.



Hay una deuda, un botón de muestra en que entra todo el universo de calamidades que prometen los vendepatria y que depende de nosotros enfrentar. No diré que se aplique la ley que con los energúmenos anticuarentena. Pregunto por qué no se detuvo a quienes agredieron a los interventores de Vicentín. Pregunto por las amenazas a Karen Roberts, dueña del Grand Hotel Reconquista. Ver aquí https://www.pagina12.com.ar/272205-vicentin-amenazan-a-la-duena-del-hotel-donde-se-alojaron-los

Alberto Fernández y Omar Perotti nos deben explicaciones sobre qué hicieron para sancionar a los autores de esos delitos. Es un problema de dignidad, de cómo nos paramos en el ring. No hay concesión posible al respecto.

No exigírselas es rendirnos antes de pelear.

Dije botón de muestra y no incluiré en él las investigaciones administrativas pendientes por las pericias truchas de Gendarmería, la muerte de Santiago Maldonado, el rol de Prefectura en el asesinato a Rafael Nahuel y tantos otros casos.

En el estado de cosas actual en América Latina las fuerzas populares deben ser implacables en la aplicación del poder legítimo. No pueden permitir la sedición de una derecha que busca el derrocamiento y el exterminio.

Es hora de usar el dedito, Alberto. Hay todo un pueblo que te acompañará.

sábado, 20 de junio de 2020

Leer el cruce




Por: Carlos Almenara*

El día miércoles 17/6 Telefe entrevistó al presidente. El reportaje ha sido muy difundido. En particular se llevó las miradas un cruce de Alberto con Cristina Pérez.



Se aprecian varias cosas. En primer lugar la hostilidad, agresión, falta de respeto y violación de cualquier deontología periodística por parte de la entrevistadora.

No siempre fue así. Veamos otros tiempos.



Tiene todo derecho Cristina de ser amiga de Macri, si quiere puede llevarle cigarrillos cuando esté en la cárcel, no es ese el asunto. Puede también ser una periodista militante, como lo es.

Podríamos detenernos en si es legal, legítimo y razonable que haga ese juego, en un canal de televisión oligopólico, pero tampoco vamos allí.

Previo a todo necesitamos entender cuál es el juego.

En redes sociales hubo alegría kirchnerista porque Alberto “sacó de paseo” a Cristina Pérez.



Evidentemente si nos atenemos al nivel racional, al lenguaje, a lo que se dijo, la diferencia es apabullante. Si fuera una disputa de argumentos, de dar razón suficiente de algún hecho, la “victoria” de Alberto sería absoluta. ¿Pero se trata de eso?

Me gustaría, por partida doble, compartir la alegría. Me gustaría como kirchnerista y me gustaría como defensor de la razón, imprescindible para construir una sociedad mínimamente vivible. Lamentablemente soy portador de malas noticias.

No es la razón el terreno en que la derecha plantea su disputa en estos tiempos.

A nivel del texto, de la palabra emitida, la distancia es apabullante. Es un docto frente a un terraplanista. No hay equivalencia. Alcanza ver los energúmenos que balbucean sandeces en cada cacerolazo contra el gobierno para comprender que no hay lógica argumental posible que vertebre sus discursos.

Pero no es allí donde el macrismo combate. Es a nivel del gesto y la emoción.

Si miramos de nuevo el fragmento en esa clave, la cosa cambia.

¿Qué vemos?

Vemos a la chica del noticiero enojada con el presidente. Haciéndole reproches.

Vemos al presidente que le contesta con suficiencia. Casi con soberbia.

Vemos a la chica del noticiero a la que el “sabelotodo” deja callada.

¿Es este un efecto espontáneo?

Claro que no. Es el juego que mejor juegan y que más les gusta.

Por eso los medios hegemónicos y Cristina Pérez festejaron su gol.



Lo que produce cierto desasosiego es la asimetría en la formación conceptual para entender estos temas. Los soldados del terrorismo oligárquico aventajan largamente a los cuadros del campo popular que se regocijan en “tener razón”. Y esto es algo que hasta Cristina Pérez puede entender.

Imagen: Exitoína – Perfil.

*docente y periodista. Autor de “El faneróscopo de Eliseo. La máquina semiótica del grupo Clarín”.

sábado, 13 de junio de 2020

Seamos Venezuela


Por Carlos Almenara

Con su infrecuente sensibilidad, Dady Brieva se instaló en la agenda mediática a fines de mayo con su “seamos Venezuela”.

Interesa analizar este caso porque proporciona un ejemplo típico de cómo los medios hegemónicos cometen fraude comunicacional, estafan.

Veamos qué decía Dady:



Este es el literal de la columna:

“Cuando volvimos creí que no iban a estar más los que estaban, creí que se iba a investigar, creí que... no sé, me dio ilusión eso. Yo sé que no es fácil, pero tampoco me quiero quedar con que no es fácil. Porque tengo la sensación que si no investigamos, no juzgamos, no encarcelamos, no intervenimos a evasores, medios, jugadores, comunicadores, justicia, entidades financieras... fuimos. Y me parece que hoy se armó una movida interesante en las redes: “#EsAhoraAlberto”. Y yo te digo, Alberto, que seguramente no me estás escuchando porque escuchás otra radio,

-Vos fuiste elegido, amigo, vos fuiste elegido y vos sos el responsable. Sé que estás haciendo muchas cosas y que todos los dirigentes están haciendo muchas cosas, pero no se puede más. Stornelli sigue trabajando, los tipos se van, ¿hay posibilidades de investigarlo, no hay posibilidades de investigarlo? Los periodistas siguen hablando como si nada ocurriera, tiran piedras, tiran piedras, tiran piedras.

La verdad que me siento un estúpido diciéndoles todos los días. ¿Y saben lo que me pasa? No se los quiero decir así, porque digo –la puta, al final estamos envenenando al oyente, porque vos se lo decís a la mañana, se lo decís a la tarde, se lo decís a la noche... y yo soy un Midachi, yo los quiero hacer cagar de risa, entretener, boludear, hablar del peronismo de antes, con una sonrisa, emocionado.

Pero llegó un momento donde hagamos lo que hagamos siempre vamos a ser Venezuela, los cubanos, el comunismo, el populismo, y todos esos neologismos que inventaron ellos y con los que nos definen, que para mí no son nada. Y, la verdad, que si ya vamos a terminar así, si tarde o temprano vamos a ser Venezuela, seamos Venezuela ahora, loco. Seamos Venezuela ahora, punto, ya está.

Tarde o temprano viene la palabra mágica: ¿qué hacemos con esto? Y sí, va llegando la palabra mágica. Ellos siguen tirando piedras, salen a las calles y no interviene la autoridad y se van y vienen y los fiscales siguen como si nada hubiese pasado y los periodistas siguen como si nada hubiese pasado. La verdad, necesitamos urgente regular qué es lo que se dice como pasó en Estados Unidos con las Torres Gemelas. No se podía pasar ningún cuerpo, no se podía mostrar imágenes. Tenemos que regular esto.

Sí o sí vamos a ser Venezuela, sí o sí vamos a ser populismo, así que empecemos ahora muchachos y terminemos con esta agónica espera.

Veámoslo

No hace falta demasiado. Se entiende qué dijo Dady.
Que los medios hegemónicos dirán que el gobierno de Alberto es Venezuela haga lo haga. Sea moderado o radical. Que tergiversarán lo que él mismo dice.
Y así fue.

¿Qué dijo Clarín? (y su banda)


Clarín lo tradujo como el pedido de Dady de que seamos Venezuela.

¿No sabe Clarín lo que dijo Brieva?

Por supuesto que sí. Entienden el idioma español, cuando quieren diferencian qué es metafórico y qué es literal pero tienen mala fe.

Y con mala fe es imposible la comunicación.

La palabra “comunicación” proviene del latín “communis”, lo que tenemos en común. Supone que compartimos el idioma, los significados, los sentidos de las frases. Aunque tengamos ideologías radicalmente diferentes, podemos polemizar, debatir. Occidente estructuró su conocimiento a partir de la mayéutica socrática. Desde la Grecia clásica, el diálogo, el debate supuso esa mínima buena fe. Mi palabra la entenderás en el sentido que tiene, no la pervertirás.

Nada de eso es posible con Clarín y su prole. Porque con Clarín no hay un discusión, con Clarín, la gente de bien de Argentina tiene una guerra.

Como Dady es cuidadoso, no quiso continuar una discusión que nunca podía ser tal y lo resolvió con humor.