domingo, 26 de febrero de 2017

El tema Milani


Por: Carlos Almenara



El sábado 18 de febrero se conoció la detención de César Milani, jefe del Ejército durante el último tramo de la segunda presidencia de Cristina.

El hecho sirvió para solaz de la claqué oligárquica macartista del plan sistemático de saqueo y esclavismo cuyo abanderado es Mauricio Macri. Con su reconocida saña pretendieron  calumniar a la militancia kirchnerista y de Organismos Derechos Humanos. A ellos está destinado este texto.

Lo que se pretende con el encarcelamiento de Milani y con su tratamiento mediático es, además de desprestigiar a Cristina, invalidar la política que en materia de memoria, verdad y justicia se llevó entre 2003 y 2015.

Cuesta mucho combatir el tamaño de la confabulación a que son sometidas las genuinas expresiones populares. Las buenas personas, quienes tienen la mínima empatía necesaria para vivir en sociedad, esperan encontrar en el interlocutor algún código común, una base de buena fe que haga posible la comunicación. No es el caso con los propagandistas de Macri y su proyecto, como Clarín, La Nación, Durán Barba y Marcos Peña. Sin compromiso alguno con la lógica, las reglas de la enunciación y la convivencia casi imposibilitan el debate.

Pero vamos.

  1. Es trampa que los impulsores del revival teórico de la dictadura pugnen por la detención de Milani por delitos durante la dictadura.
Por ejemplo, La Nación, que no hay mes que no editorialice sobre la necesidad de no seguir con los juicios de la verdad, el sábado 18 presentaba una tapa que de verla nomás, uno imaginaba la sonrisa satisfecha de los editores.


¿Podemos decir que La Nación defiende la dictadura? No parece una exorbitancia.

Sin embargo, La Nación no usa la lógica propia de su relato, no se para en su ideología para enunciar, al contrario se para en el punto antagónico a su posición.

La Nación, que todos los días te dice “no fueron tan graves los crímenes de la dictadura”, “era tan necesaria dadas las condiciones”; ahora te dice con Milani, “¡Qué terrible este Milani!, mirá, cometió crímenes con la dictadura”. De su propio relato, de la ideología de La Nación uno esperaría que minimice el tema o que lo plantee en la clave en que han planteado otros casos.

El caso de La Nación es también el de Clarín.


Es decir, sería vano suponer que Magnetto contará en qué consistían sus diálogos con el torturador de Lidia Papaleo antes de cada sesión. O que la Sra. Ernestina contará quiénes son los chicos que “encontró” en el jardín de su casa y cómo llegó a ellos. Nada de eso ocurrirá porque a Clarín no le interesa que se haga justicia con esos crímenes. No están arrepentidos de ser coautores de ese período.

Es evidente que la razón del regodeo es pegar a Milani con Cristina y sostener que la política de Derechos Humanos de Néstor y Cristina fue una impostura sostenida en la mentira. Pero no abordemos esto todavía.

Pensemos en lo que suele llamarse el “contrato de lectura” entre La Nación y sus lectores. Esto es, qué espera encontrar un lector de La Nación, cuál es el pacto implícito construido a lo largo del tiempo. Espera un pedido de cese de los juicios de la verdad. La Nación, en cambio, lo “sorprende” con los Derechos Humanos en clave de memoria, verdad y justicia en positivo. Ello no significa una ruptura del contrato porque, como ya han establecido, con tal de perseguir a Cristina… La Nación y sus lectores son capaces de condenar a la dictadura y pedir memoria, verdad y justicia.

Claro que es una farsa. Una farsa que todos conocen, aceptan y que tiene una lógica que, cuando se devela, muestra su terrorífico rostro.

Éticamente supone una excepcionalidad para la que todo vale. Hay una larga raigambre de funcionamiento de la oligarquía argentina en esta clave.

De algún modo, todos los golpes militares se hicieron bajo la “ética de la excepcionalidad”. La oligarquía argentina que se ve a sí misma como la quintaesencia de la república, no podría, por definición, violar la constitución. Pero cuando los hechos le enrostran que, efectivamente, cometen tropelías tiránicas, entonces recurren a la excepcionalidad. El populismo, el tirano prófugo, la demagogia, los subversivos, son algunos de los enemigos para los que las reglas del derecho no valen. No es que no sean republicanos, es que… es que… es con ellos, con ellos no se puede. Siempre hay un enemigo que justifica que “el exceso”.

Es la misma clave de lectura de La Nación y Clarín. Todos ellos saben, todos sabemos, que las primeras planas vistas no auguran una decidida militancia de esos medios pro memoria, verdad y justicia. Muchos lectores aceptan entusiastas que eso vale para atacar a Cristina, como tantas otras cosas, total, para parar los juicios sus diarios tienen las otras 29 tapas del mes.

Vale acotar que, coherente con los tiempos, el principal instrumento de difusión de proclamas gubernamentales, el vomitivo programa televisivo “Intratables” siguió esta misma línea. Luego de más de más de un mes de instalar la “reconciliación” adoptó con fruición el “escándalo” ante los supuestos crímenes de Milani.

Básicamente, la ética de la dictadura es la misma detrás del tratamiento mediático del “tema Milani”.

  1. Igual, no importa, no es ése el análisis principal.
Otra trampa del complot oligárquico es la calumnia que tapa la estructura. Supongamos que Milani sea culpable de los delitos que se le imputan. Eso no mueve un ápice el balance de las políticas de Derechos Humanos de Néstor y Cristina.

Es sistemático el bombardeo que bastardea el análisis en esta clave. Que Néstor hizo plata con la 1050, que nunca defendieron los derechos humanos, que en Santa Cruz tal, que en Santa Cruz cual. Además que las imputaciones son siempre mentira, no sirven para demostrar nada.

Las políticas de Derechos Humanos de Néstor y Cristina Kirchner plasmaron las demandas de treinta años de los organismos, con creces.

La trampa epistemológica de la confabulación oligárquica siempre es la misma. Recurrir a una anécdota, a un supuesto hecho invalidante de la persona que se pretende demonizar. Generalmente son falsedades pero le permite al complot oligárquico no discutir las políticas. Lo hicieron con Yrigoyen, con Lencinas, con Perón, con Alfonsín, con Néstor y con Cristina. A todos acusaron de ladrones, y con eso aplicaron políticas fuertemente regresivas y concentradoras. Nunca discutieron las políticas de los líderes que surgieron de la política, sólo los calumniaron y con ello evitaron un debate que nunca podrán dar.

  1. La política de Milani como jefe del ejército fue positiva y transformadora.
Nada de lo que se imputa a Milani cambiará que su jefatura en el Ejército mantuvo el apoyo político de esa fuerza o por lo menos su aquiescencia ante los juicios de la verdad. Eso, con Macri ya cambió.

Son numerosos los reportes oficiales o extraoficiales por los que se observa una reconstrucción de un espíritu faccioso que produjo las peores atrocidades de la historia.

Por supuesto, con Macri, un ejército al servicio de la oligarquía vuelve a ser el piso básico, lo más elemental, lo que no puede ser de otro modo para los responsables de todas nuestras desgracias.

Milani permitió, al menos fantasear, con que el Ejército tiene que estar al servicio del pueblo. Y si las consideraciones anteriores ya son suficientes para que se haya ganado la persecución, esto agrega pimienta.

  1. #MacriBasuraVosSosLaDictadura
Los oligarcas, como dijimos, nunca discuten la política, sólo atacan o desprestigian a las personas. Las políticas no las discuten, las imponen.

La política de Macri en Derechos Humanos está basada en el engaño y la regresión.

No haremos un listado exhaustivo. Alcanza con mencionar el negacionismo del mismo Macri respecto a la cifra de detenidos desaparecidos, acompañado en el empeño por Lopérfido, Gómez Centurión y el ministro del área, Claudio Avruj. Gómez Centurión avanzó aún más negando el terrorismo de estado.

Pero esos aspectos corresponden a la dimensión del cambio cultural de Cambiemos.

Macri es la dictadura, no porque la reivindique, que lo hace, sino porque aplica las mismas políticas.

Y no es sólo la política económica de hambre y concentración en que repite hasta los mismos eslóganes propagandísticos como aquél de la dictadura que promocionaba la compra de productos importados. Es la dictadura, también, porque construyó un clima inédito de persecución política, privación de derechos cívicos, espionaje, sofisticadas torturas, complot, armado de causas judiciales fraudulentas, como nunca ocurrió con un gobierno que haya sido votado.

Un referente de los juicios, Carlos Rozanski fue obligado a renunciar carpetazos mediante, por la SIDE, Garavano y el Consejo de la Magistratura.

La prisión política de Milagro Sala es sólo una de las constataciones adicionales. Las requisas de madrugada a militantes de la Tupac Amaru es menos difundida. Allí patotas policiales y parapoliciales de Morales entran a hogares de los militantes y le secuestran elementos como electrodomésticos diciéndoles “me llevo esto que ustedes se robaron”. Ya la ONU, la OEA y organismos de Derechos Humanos de todo el mundo han corroborado que en Jujuy no funciona el estado de derecho.

Vale mencionar un botón que muestra hasta dónde llega el complot. Los primeros tiempos de la detención de Milagro Sala, estando detenida e incomunicada el televisor del lugar estaba fijo en TN. Esto ya es tortura, pero Magnetto incursionó en métodos nuevos. Una noticia falsa: mataron a la hija de Milagro Sala en un ajuste de cuentas. Sin que nadie pudiera comunicarse con Milagro. Viendo esa noticia...

  1. Los únicos que queremos saber la verdad somos nosotros. Un juicio justo y transparente como tuvo hasta Videla.
Nadie (de nosotros) ha negado la necesidad de enjuiciar a Milani. Nosotros queremos saber la verdad. Y como en todos los casos queremos sancionar a los responsables como corresponde en un estado de derecho.

Nosotros queremos la verdad.

Ellos son la encarnación de la mentira. Con una desfachatez que nunca vimos. Un complot del que los medios tienen participación protagónica.

Macri retira las querellas del estado en todos los juicios de lesa humanidad. En el caso Milani pidió ser querellante. No quiere ser querellante en ningún juicio por delitos de lesa humanidad y dicen “es tema judicial” pero pide ser querellante contra Milani, porque es claro que no quieren la verdad quieren perseguir.

Destruyen todas las reparticiones destinadas a conocer la verdad de aquellos años y hoy ya nadie piensa que con Macri presidente se podrá juzgar a Blaquier, Magnetto y otros coautores civiles de la dictadura.

Las Madres, que son el pilar ético de la Nación, nunca lucharon por más (ni menos) que juicios justos contra los genocidas.

A Milani, detenido, le mandan matones a provocarlo a la cárcel.

Otra muestra del complot: aquí se puede ver cómo Magnetto lo presenta como una pelea por la mayonesa y los trolls del macrismo se burlan en sintonía.


Esto también se llama tortura y muestra quién es Macri.

En el macrismo no hay una verdad, no hay una sola cosa que digan que no sea un engaño. Sí tienen su causa, pero no la pueden hacer pública porque tiene un rostro putrefacto.

Los canallas que usan estas cosas del complot oligárquico para enarbolarlas desde otro lugar de enunciación no pueden. Es fruta venenosa. El troskista que se cree vivo por dar por cierta esta ignominia de la entente oligárquica, por lo menos, se equivoca.

Los únicos que en Argentina hemos dado muestras de constancia y coherencia en la búsqueda de memoria, verdad y justicia son los Organismos principales y quienes los hemos apoyado. Nosotros militamos por la verdad. Y lo hacemos también en el caso de Milani.

Imagen: diariofull.com.ar

viernes, 10 de febrero de 2017

Para pensar tomando limonada

Por: Carlos Almenara

Se difundió ampliamente la decisión de Donald Trump de suspender la implementación de los acuerdos para la exportación de limones argentinos a Estados Unidos.

La medida supone un golpe importante a una economía regional. Y es un mazazo aún mayor a uno de los fundamentos principales del gobierno de Macri: la creencia irrestricta en el “libre cambio”.

Parece que el proteccionismo viene para quedarse, así que no será ocioso pensar al respecto.

La fe en el libre comercio entre países no es una exclusividad del macrismo. Tiene una extensa tradición. En economía política, su hito fundador en tanto disciplina moderna, la publicación de “La riqueza de las naciones” de Adam Smith, es, en parte una reflexión sobre ese tema.

Publicada en 1776, el profesor escocés estaba lejos de ser un desinteresado observador de la realidad de su tiempo. Tomó decisivo partido por el incipiente sistema capitalista fabril británico y a él le ofrendó su teoría más brillante.

Para Smith, “la riqueza de las naciones” se construye a partir del trabajo en aquellos bienes en que el país tiene una ventaja absoluta en relación a otros.  Un país que requiere menos horas de trabajo que otro para, por ejemplo, hacer un pulóver, tiene una ventaja. En el pensamiento de Smith, es esperable que el país que tiene ventaja venda, exporte, su producto al que no la tiene.

David Ricardo complejiza el análisis aportando la idea de la ventaja comparativa. Aquí no es relevante sólo la ventaja absoluta sino el mejor uso posible de los recursos en el mismo país. Así, el país producirá aquello en que su diferencia de productividad con otros es mayor. Si produce pulóveres y trenes y en ambos requiere menos horas de trabajo, pero la diferencia produciendo trenes es proporcionalmente mayor, entonces producirá trenes, aun cuando importe pulóveres de países menos productivos.

Una explicación didáctica puede verse en:


Seguir el razonamiento de Ricardo llevaría a una especialización rayana en la monoproducción. Todos los recursos se volcarían a aquello que mejor se hace.

Smith y Ricardo fueron grandes intelectuales de la burguesía británica de su tiempo.

No les hicieron caso en la potencia que se emancipó de Gran Bretaña. La política comercial de Estados Unidos, independiente a partir del mismo año de la publicación de Smith, luego de vaivenes, se basó en las ideas de Alexander Hamilton, un firme proteccionista, defensor de todo lo que sea hecho en su país.

¿Hará falta revisar los resultados?

Parece que sí.

Estados Unidos no siguió la receta del libre cambio que la potencia industrial de su momento pregonaba globalmente. Al contrario, desarrolló una industria para competir y finalmente, vencer, a la británica. Y con ello se convirtió a sí mismo en la nueva potencia hegemónica.

En América del Sur, en las Provincias Unidas, en contraste, luego de emancipados y roto el monopolio virreinal, solía verse que los gauchos vestían ponchos hechos en Manchester. Más impactante aún es que la lana con que se hacían los ponchos fuese Argentina. La producción artesanal o incipientemente masiva en talleres del interior, en Córdoba o Tucumán, rápidamente quedaban fuera de competencia con la producción británica, más barata. Buena parte de la historia argentina puede leerse en esta clave, solapado y superpuesto con otros elementos bajo nombres de unitarios y federales, Buenos Aires y el interior, proyecto agroexportador y proyecto nacional popular.

La discusión sobre el libre cambio es, en definitiva, la discusión sobre qué se hace en el país.

La economía política de los clásicos fue el discurso para legitimar la preeminencia británica en su momento.

La potencia hegemónica siempre propone este tipo de relación en que parte con ventaja. Lo hará Estados Unidos a posteriori como bien conocemos. Es lo que pregonan pero no lo que hicieron.

La adopción desde un país subordinado de ese modelo supone aceptar para el devenir de los tiempos, y cada vez en peores condiciones, una división internacional del trabajo por la cual los bienes industriales y tecnológicos se importan y aquí producimos… soja.

La ventaja comparativa argentina es la soja.

Es una vuelta al modelo agroexportador.

Los resultados a lo largo de la historia fueron pésimos para el país pero muy buenos para las empresas de las que provienen muchos de los funcionarios actuales.

El esquema de apertura importadora, mercados autorregulados, tipo de cambio de mercado, es demoledor para la industria. Y también para las economías regionales.

La producción frutícola, olivícola, hortícola, la industria mendocina, tienen su suerte atada al consumo interno y al desarrollo de un modelo productivo diversificado. Lo peor que le puede pasar a nuestra economía regional es que se imponga el modelo del libre cambio sin restricciones, el modelo sojero autorregulado.

Si esto siempre fue así, persistir en el intento de abordar un barco ajeno cuyo capitán repele con malos modos a los abordantes es aún mucho más nocivo.

En su discurso de asunción, Trump pidió que compren estadounidense. A contramano de quienes ven incompatibilidad entre Macri y Trump, Macri pide lo mismo que Trump, que compren estadounidense. El problema es que Macri vendría a ser el presidente argentino ¿o es Trump?