domingo, 19 de septiembre de 2021

Sorpresa


Por Carlos Almenara

Debo confesarlo, no preví ni esperaba el resultado electoral nacional en las PASO del 12 de setiembre.

Hoy proliferan análisis en los que parece de toda evidencia que la derrota del oficialismo nacional “estaba cantada”, interpretaciones que manifiestan con absoluta certeza conocer las razones del voto.

En mi caso, ratifico mi sorpresa y perplejidad pero me propongo analizar especulativamente la cuestión sobre algunas premisas y dar una mirada a la separata “Mendoza”.

En primer lugar, el tema bajo análisis. Hablamos de por qué la gente votó como votó. Un problema complejísimo. Por qué las personas hacemos lo que hacemos, qué motiva conductas, en este caso relativa a la boleta que decide meter en una urna y otras aledañas (como ir o no ir a votar). Atañe a disciplinas como psicología, psicología social, sociología, economía política.

Claro que ya puede aparecer, con toda justicia, la primera objeción. “La gente” no votó una cosa, votó muchas cosas. Efectivamente ello es así. Una sociedad como la nuestra es un complejo mosaico de grupos sociales y humanos muy diversos con realidades, pensamientos, culturas, sumamente plurales.

Las motivaciones serán diferentes en cada uno de los fragmentos del vitral que conforma la sociedad.

Sin embargo no es una demasía sostener que, a pesar de los aspectos individuales, de la influencia de los grupos primarios en nuestras conductas, existe una especie de “inconsciente colectivo” (si me agarra C.G. Jung me mata), de significados sociales compartidos en un momento y sociedad. Y que ellos son decisivos en el resultado electoral dadas ciertas premisas.

Situando brutalmente estos conceptos, una sensación de “esto no funciona” podría ser decisiva en una sociedad en que el voto identitario no es mayoritario, los electorados independientes fluctuantes son amplios y determinantes, y la construcción de sentido es mediada por la comunicación social.

Expondré mis premisas analíticas

- Un a priori: “la gente” siempre da sorpresas. Normalmente aparecen cosas inesperadas, aun cuando el investigador ratifique su hipótesis, no siempre es por los motivos previstos o surgen otras cuestiones. Cualquier conclusión acerca de conductas sociales requiere estudiarlas. Necesita lo obvio: preguntarle a las personas sobre su acción y tener teorías interpretativas. Reitero, entonces, la naturaleza especulativa de este escrito. Es decir, ya que se han dicho tantos bolazos, éste es el mío. Intento argumentarlo convincentemente.

- Estamos atravesando una encrucijada civilizatoria inédita. La derecha se ha reorganizado en base a un poderoso arsenal sociológico y mediático en un proyecto de idiotizar y llevar al exterminio o esclavitud a inmensas masas de población. Es sorprendente el grado de coordinación y claridad que tienen para aplicar este proyecto.

- Para ello usa dos dimensiones claves de la comunicación: razón y emoción. Estas, que en una comunicación sana están alineadas, en sintonía, van en el mismo sentido, las derechas las hacen estallar. El “ángel exterminador” como llamaba el periodista Jorge Asís a Macri, podía decir en una cocina con una sonrisa y en voz baja, como pícaro, “si me vuelvo loco les puedo hacer mucho daño a todos ustedes”. O en un discurso de tres minutos decirnos lleno de risa que “he decidido iniciar conversaciones con el FMI para que nos otorgue una línea de apoyo financiero” como un respaldo al programa de crecimiento. Algo que nunca me cansaré de señalar es cómo las derechas a la hora de escribir sus teorías económicas suponen un “agente económico racional” pero a la hora de hacer sus campañas políticas se dirigen a “votante idiota emocional”.

- Estos cambios civilizatorios están atravesados por la tecnología. Lo que ya venía, se aceleró con la pandemia. Nuestras vidas se “virtualizaron” en alguna medida. Esto trae sinnúmero de consecuencias. Una de las que percibo es una relación distinta con la violencia. La violencia es pesada. Lo es para quien la sufre, por supuesto, pero también para quien la ejerce. Horacio Verbitsky pudo escribir sobre los vuelos de la muerte durante la dictadura a partir de las confesiones de un mortificado Adolfo Scilingo. Los curas cómplices tuvieron gran importancia porque “confortaban” a los torturadores. Es decir, la violencia en el mundo real es densa, compromete vitalmente a cualquiera de los actores. Muy otra cosa es amenazar de muerte por Twitter desde el sillón de una casa. Se llega a pensar en una violencia aséptica. Claro, aquí la contribución de los medios hegemónicos es decisiva. Algún día habrá que poner estas acciones en el banquillo. Será útil volver a leer “El malestar en la cultura” en clave de desinhibición virtual.

- Los niveles de alienación también son inéditos. Los universos simbólicos tienen preeminencia sobre la realidad material. Entiéndaseme, hago del realismo epistémico un culto y jamás relativizaría en términos analíticos lo material. Sí digo que como motivador de conducta es necesario reconstruir las cadenas interpretativas. Hay gente a la que el macrismo destruyó e igual lo votó. Hay gente a la que el gobierno de Fernández benefició y no lo votó. Esto que cada uno de los lectores puede constatar demuestra el punto.

Mi opinión

Mi impresión, parcial, incompleta, provisoria y sujeta a refutación, es que en relación a este 12 de setiembre vale también la preeminencia de los escenarios simbólicos por sobre los materiales. Y esta es una hipótesis importante, de corroborarse implicaría que no alcanzará para noviembre una mejora material.

En otro lenguaje estoy diciendo algo que va, al menos parcialmente, en línea con lo que en el pensamiento marxista se llama “conciencia de clase” y que en Marx implica pasar de “la clase en sí” a “la clase para sí”. 

Aunque a muchos peronistas pueda no gustarles la analogía, estoy convencido de la imposibilidad de revertir el resultado sin alguna especie de toma de conciencia, sin una épica que suponga retomar la confrontación franca con la derecha.

Mi interpretación es que esto estuvo ausente y que los “daños auto infligidos” tuvieron un gran impacto. Pero ¿por qué?

Es realmente desmoralizador que en un país como Argentina, un país que ha tenido de todo, cuyo anterior presidente, sin ir más lejos, festejó su última luna de miel en un prostíbulo de Cancún regenteado por tratantes y narcos (y según versiones bien informadas pidiendo menores para su explotación sexual), una foto de un cumpleaños frugal, casi ascético, produzca un cimbronazo político.

El condenado por corrupción de menores, Gabriel Conde, Macri, Awada y acompañante en prostíbulo de Cancún.

Pero fue así. Y antes hubo un episodio análogo. Que también implicó un fuerte deterioro del gobierno. El de un supuesto “vacunatorio VIP” que culminó con la renuncia de Ginés Gonzalez García.

¿Qué es lo terrible de ambos hechos? No los hechos en sí, que son menores en relación a la actividad delictiva que cotidianamente ejercen los dueños de medios hegemónicos. Lo terrible es que el presidente le dé la razón a Clarín.

Que Alberto Fernández le haya pedido la renuncia a su ministro, que haya “reconocido su error” por la foto del cumpleaños, produce un efecto de realidad sobre el discurso golpista de Magnetto y el macrismo que es muy difícil revertir. La foto no es “un error”, la autoflagelación es dar la razón a los golpistas, no en este tema, en todos.

La pregunta sigue siendo la del primer día: ¿Alberto se va enfrentar con Magnetto y con el macrismo? La respuesta no está clara.

Allí está el corazón del sinsentido. El gobierno “no tiene sentido” si no da las peleas que prometió explícita e implícitamente. No es sólo lo material, es la orientación. La interpretación es constitutiva del hecho, no tan fuerte como en Nietzche, pero por ahí.

Separata Mendoza

Analizaremos tres spots de las campañas de las dos fuerzas mayoritarias en Mendoza según los resultados de la última elección.

Cornejo


“Estas elecciones son  claves para tu vida y la de tu familia porque vas a decidir si dejás a la provincia en manos del kirchnerismo y los fanáticos de La Cámpora o, en cambio, si la seguimos cuidando quienes, como vos, creemos en el trabajo, la libertad, la decencia, las escuelas abiertas, la austeridad del Estado, la lucha contra la pobreza y el respeto por las instituciones. El domingo 12, digámosle a todos, aquí (pone su mano en el corazón) está Mendoza”.

¿Cuál es el metamensaje? ¿Qué nos dice Cornejo?

Yo no sé qué entendieron otros, pero yo, clarito: Cornejo va intentar eliminarnos. Yo lo tomo como lo que es, una amenaza de la persona que controla 4 de los siete jueces de la Suprema Corte, que nombró más de un tercio de los jueces, que concita la sumisión del gobernador, de la Legislatura y de los organismos de control. Una persona capaz de censurar la casi totalidad de la prensa mendocina con sobornos o presiones. Cornejo ya arrasó, como promete volver a arrasar, los valiosos principios que enuncia: libertad y respeto por las instituciones.

Sí, yo tengo miedo ante esta amenaza.

Y perplejidad ante la respuesta de Fernández Sagasti.

Fernández Sagasti

“Es cierto, las cosas no salieron como lo esperábamos. La pandemia, el trabajo, los precios... – ¿Pero sabés qué, Anabel? No vamos a bajar los brazos. – Vamos a ir a Buenos Aires a lograr los acuerdos para traer trabajo, obras e inversiones para los mendocinos. – Acompañanos con tu voto”.

Si un día, querida lectora, un tío suyo, carnicero, le pide un comercial de promoción, le sugiero que de ningún modo empiece diciendo “las cosas no salieron como esperábamos...”. Un error técnico difícilmente aceptable. Desconozco cómo se hizo el guión, probablemente tenga estudio previo y ese estudio no estuviera mal orientado. Una cosa es hacer encuestas, escuchar la opinión pública y otra convertirse en una veleta sin discurso propio. Auscultar opiniones es un insumo para plantear mejor las ideas propias, no para ocultarlas o reemplazarlas. Por otro lado “pide disculpas” una congresista que no tuvo ni tiene responsabilidades de gestión, un sinsentido.

La idea de “buenos acuerdos” orientó la campaña de la principal contrincante del oficialismo mendocino. Los buenos acuerdos incluyen a Cornejo. ¡Sí, el mismo que llama a exterminarnos!

En la misma línea dio que hablar un spot de F. Sagasti en que se compilan reconocimientos a su persona de parte de distintos intendentes y de... Cornejo.

Apelar como fuente de legitimidad a palabras del contrincante, máxime de uno que llama a tu exterminio, sigue pareciendo inconveniente.

Más allá de sus intereses

Mendoza ha sido arrasada. Su economía destruida, sus instituciones se pusieron al servicio de una mafia, la corrupción campea a sus anchas y los organismos de control fueron colonizados. Los medios hegemónicos alienan sistemáticamente a cientos de miles de ciudadanos.

Lo desesperante es que lo que debería ser una oposición contundente a esta degradación no lo es.

Y no es gratis.

Los candidatos tienen sus intereses, es legítimo que los defiendan, nadie objetará eso. Pero deben hacerlo con un mínimo de utilidad social. No pueden callar ante semejante atropello y concentración de poder en la provincia.

Lo pendiente sigue pendiente. Juntar todo lo que se pueda para sacar de la provincia, impugnando radicalmente al cornejo-suarismo. 


domingo, 12 de septiembre de 2021

Neoliberalismo flojito de episteme

 


Por: Carlos Almenara

Contra lo esperable viniendo de quienes viene, la campaña por las elecciones PASO del 12 de septiembre culminó con fuertes propuestas económicas de la derecha.

Una de ellas en boca de Rodríguez Larreta fue la de eliminar las indemnizaciones por despido. La misma está plasmada en proyectos de ley de legisladores que le responden, así que, de ningún modo, puede pensarse como un exabrupto.

Por otro lado, un autodenominado economista que realiza rituales filonazis no pierde ocasión de presentar sus ideas económicas, que, en realidad, son las mismas que conocemos hace tiempo.

Revisar estas aseveraciones nos dará una excusa válida para analizar cómo funcionan los planteos neoliberales. Porque, por si no queda claro, a esta categoría ideológica/política corresponden.

Veamos cada una de ellas.

El primer caso referido fue planteado del siguiente modo: "Claramente hay que ir de la indemnización a un seguro... Hay que tener en cuenta los trabajadores actuales y los millones y millones que hoy no consiguen un trabajo, porque nadie toma un empleado en Argentina con un sistema como éste. No digo que hay que sacarlo de un día para el otro".[i]

El planteo es que el empleador pueda despedir al trabajador sin pagarle nada.

Si pensamos un minuto, para los postulantes del proyecto (y para el neoliberalismo en general), el hecho de que el empresario tenga un desincentivo a despedir, en lugar de cuidar el trabajo, lo destruye. Siguiendo este razonamiento, ¿por qué quedarse solamente en las indemnizaciones? Habría que bajar los salarios y entonces habría más trabajo. Pero qué curioso, es lo que hicieron en su gobierno, el salario perdió 20% y, sin embargo, el desempleo aumentó al doble.

La trampa lógica debería ser evidente. Que al empresario se le reduzca lo que Macri llamaba “costo laboral” le produce una única consecuencia: aumenta su rentabilidad. Ello no implica que aumente la producción. Habrá más trabajo si las empresas producen más, que los salarios sean más bajos no conduce necesariamente a mayor producción.

Esta misma lógica se manifiesta cada vez que se pide baja de impuestos. Supuestamente si se bajan impuestos, disminuirá el desempleo. Tampoco aquí hay relación necesaria. Baja de (ciertos) impuestos produce aumento de la rentabilidad, no necesariamente aumento de la producción.

Porque ¿de qué depende la cantidad producida? De la cantidad que se pueda vender en un negocio, que, se supone, rentable. Si venden más, producen más, y hay más trabajo. Entonces aquí cambia toda la perspectiva. Ya no es estrangulando al trabajador cómo se logra pleno empleo sino estimulando el consumo, haciendo que las mayorías tengan poder de compra.

¿En qué caso está lógica podría no aplicarse? En caso de que todo lo producido se destine a exportación, a otros pueblos; en esa situación la oligarquía vernácula actúa como agente de un enclave colonial ocupada en esclavizar a los argentinos. Es el caso. Pero no por necesariedad económica ni por ningún óptimo sino por interés y cipayismo.

La segunda aseveración que queremos analizar, de Javier Milei en este caso, se refiere a la desigualdad salarial (o no) entre hombres y mujeres. Para Milei NO hay desigualdad salarial y lo fundamenta como sigue:

“La primera prueba empírica de eso la hizo Gary Becker en el año 58 cuando publicó su tesis doctoral y quiso comprobar si había discriminación contra distintas razas, géneros y eso marcó la manera de analizar los datos. Pero hoy cuando empezás a descomponer los datos y los llevás bien al límite, esas discriminaciones no existen. Un empresario quiere ganar plata. Si pudiera contratar mujeres y a un salario más bajo va a contratar a las mujeres y vas a ver las oficinas llenas de mujeres”.[ii]

En esta argumentación está presente el núcleo del modelo neoliberal. La trampa epistémica que llevó a Mario Bunge a sostener que la economía ortodoxa es la más peligrosa de las pseudociencias[iii], la que lleva al hambre y a la muerte a cientos de millones de personas.

El pensamiento científico, máxima expresión cultural para entender el funcionamiento del universo y del mundo humano, requiere desde Descartes y a lo largo de la secularización moderna, argumentación, explicación humana fundada en evidencia y sometida a verificación. Toda aseveración debe someterse a la prueba de la realidad, lo que Popper llamaba “falsación”.

Volvamos a cero. Decir, uno puede decir cualquier cosa. Ahora, que ese decir pueda enmarcarse en la cultura científica tiene los requisitos que expusimos arriba y varios más. Las “leyes” científicas, sus tesis, son provisorias, revisables y pasibles de refutación. En las ciencias fácticas, las que se refieren a los hechos, la preminencia la tiene la realidad. Cualquier postulación que se sostenga debe verificarse, es decir, comprobar que los hechos funcionan tal como predice la teoría. Si los hechos no funcionan como predice la teoría, no es la realidad la incorrecta sino la teoría propuesta.

Esta es la trampa universal del neoliberalismo.

Veamos un ejemplo. En física y química existe la “ley de vasos comunicantes”. Ella demuestra cómo un líquido homogéneo puede tener un mismo nivel al ser vertido en una serie de envases conectados a través de unos conductos sin que la forma u orientación de los vasos afecte el nivel.

Este postulado está abierto a comprobación empírica. Podemos corroborarlo en nuestra experiencia cotidiana cada vez que abrimos una canilla.

La proposición científica postula que los líquidos se comportan de cierto modo y eso se confirma en la realidad.

¿Cómo funciona “su” ley para Milei?

El empresario quiere ganar dinero, luego, contratará aquellos factores productivos (trabajadores en este caso) que le ofrezcan mayor productividad, sin discriminación alguna. Esa es “su” ley.

Cientos de estudios muestran que en la realidad se ve una brecha salarial. A igual tarea y responsabilidad los salarios promedio de los hombres son 20% superiores a los de las mujeres en Argentina[iv].

Obviamente, el pensamiento científico rechaza “su” ley por falaz y afirma que, efectivamente, existe discriminación salarial.

¿Qué dice Milei?

Que eso es imposible. Que los datos están mal tomados. Que “su” ley es irrefutable.

Eso es conocido, legitimó el poder premoderno, funda los regímenes teocráticos y se denomina dogma. Un tipo de saber, de creencia, impenetrable por la realidad.

Con este accionar dogmático los neoliberales argentinos son invulnerables a los sucesivos fracasos. La dictadura, Menem, Cavallo, De La Rúa, Macri, todos “fracasaron”, todos aplicaron el mismo plan, todos recurrieron al FMI. Pero en cada cruce de la historia, los neoliberales nos dicen que el problema estuvo en que no se aplicó “el verdadero” modelo. O, como Milei, que los datos están mal tomados.

Es decir, no está mal el modelo que fracasó, está mal la realidad. Como dice Milei “no hay brecha salarial”. No importa lo ridículo que se vea.

Si el dogmatismo debiera ser descalificante en cualquier debate, en la academia es un oprobio. Que las Universidades argentinas estén llenas de impresentables que sostienen el mismo dogmatismo que Milei, y lo están, debiera provocar una rebelión popular, una nueva Reforma Universitaria.

Pero hay algo más.

Lo que dice Milei no es sólo una mentira y un dogma, es un programa político. Detrás de “su” ley rige como precepto universal, “lo que es, es justo”. No es que los hombres ganan 20% más que las mujeres a igual tarea y responsabilidad, es que los hombres “son 20% más productivos”. No es que el hecho que un CEO gane 300 veces lo que un obrero es evidentemente obsceno; es justo, toda vez que en la lógica Milei, es 300 veces “más productivo”.

Ninguna sorpresa, justificar las injusticias siempre fue el programa político de la reacción.

Por eso ellos son ellos, son eso; y nosotros somos nosotros. Bien lejos.


domingo, 5 de septiembre de 2021

Repensar la economía*

 


por Carlos Almenara

c.almenara@hotmail.com

La economía, como disciplina que estudia qué bienes produce, cómo los hace y cómo los distribuye una sociedad, ha sido analizada desde distintos enfoques.

La denominada “economía neoclásica” se consolidó a fines del S XIX, principios del XX a medida que se difundían en la academia los aportes de Alfred Marshall quien modelizaba y daba cuerpo a la llamada “revolución marginalista”.

Esta visión se transformó en el paradigma dominante en la disciplina, probablemente fruto de lo que John Kenneth Galbraith llamó “virtud social conveniente”, es decir “la tendencia (de muchos economistas) a adecuarse a lo que a los ciudadanos influyentes les resulta agradable creer”. La economía neoclásica permite a los poseedores de las riquezas argumentar, por ejemplo, la pertinencia y eficacia de un orden, por definición, desigual.

La teoría neoclásica sufrió un feroz embate fáctico y posteriormente teórico con la gran depresión de los años treinta y el keynesianismo. El triunfo paradigmático del keynesianismo, no supuso de ningún modo la desaparición del pensamiento neoclásico. Al contrario, el keynesianismo fue confinado a la llamada “macroeconomía”, también territorio en disputa sobre todo a partir de los ’70, quedando la explicación del accionar de las personas, las empresas, las distintas industrias y mercados reservados a la “microeconomía” neoclásica.

Si bien existieron otros paradigmas para abordar este campo, como versiones del marxismo, conceptos de Sraffa, algunos aspectos del estructuralismo cepalino, esos modos de abordaje además de ser en general parciales en tanto no terminaban de ofrecer un programa epistémico satisfactorio, fueron sistemáticamente ignorados o peor, escondidos.

La afirmación de que esos paradigmas no ofrecieron un programa epistémico satisfactorio es absolutamente susceptible de polémica, pero aunque a nuestro entender es así, no sale mejor parada la versión neoclásica. Aunque esta última cuestión también ha sido ignorada u ocultada.

Sobre lo que intentamos llamar la atención es que en las distintas unidades académicas, en las facultades, en los colegios, la inmensa mayoría de los currículums de espacios de economía o similares replican acríticamente el discurso neoclásico.

Por muchos motivos creemos que es un momento sumamente propicio para dar esta discusión. No pretendemos defender un paradigma cerrado del que daríamos cuenta de su consistencia. Sencillamente no tenemos tal cosa. Pero sí tenemos algunas certezas y esas convicciones se refieren a las anomalías y falsedades del paradigma neoclásico.

Una cuestión tratada recientemente entre otros por Mario Rapoport y que reside en el centro de las dificultades para cambiar el paradigma neoclásico es el cambio nominal que supuso pasar de la “Economía Política” a la “Economía”. Los clásicos siempre hablaron de “Economía Política”. Llamarle “Economía” a secas supone como veremos deshistorizar y quitar la conflictividad propia de lo social a la disciplina.

Un modo posible, el modo que elegimos, para señalar las anomalías paradigmáticas de la economía neoclásica es indicar los problemas epistemológicos y metodológicos, los problemas de representación, las falsas analogías y también... la realidad. La realidad implica casi la intrusión de un elemento absolutamente ajeno al paradigma, pero pudiera ocurrir que alguien se pregunte si puede ser la economía una ciencia formal desvinculada de lo fáctico.

Un listado no exhaustivo de objeciones a hacer a la economía neoclásica, que resulta necesario tener presente al momento de estudiar por ejemplo cualquier función de demanda o de oferta son las siguientes:  

1. Negación del carácter social e histórico a la economía. Como dijimos arriba la  Economía se presenta como a-histórica. Lo que los hombres hacen hoy no es fruto del devenir histórico, el modo en que la ciencia lo estudia, tampoco. Cuanto más los modelos, como en la teoría de los juegos, tienen presente la posibilidad del “aprendizaje”, resultado de una iteración del modelo matemático. Siempre se prescinde del relato histórico a los fines explicativos. Lo mismo ocurre con el carácter social de la economía. La economía neoclásica consiste en un sistema cerrado de ecuaciones y funciones. Nuevamente, como lo llamó Galbraith, “la fuga técnica de la realidad”. Si quisiéramos explicar por caso cómo toman decisiones de inversión o de consumo los empresarios, las personas, es probable que a Ud. se le ocurriera preguntarles. Bueno, la economía neoclásica no hace eso. Para eso tiene sus modelos. Que los modelos suponen cosas que nunca fueron demostradas es lo que estamos discutiendo en este texto (y que ha sido discutido muchas otras veces con escasa difusión).

2. Individualismo radical. Los modelos de la economía neoclásica suponen que la sociedad es un agregado de individuos, la unidad analítica excluyente es el individuo y por supuesto movido por una avidez infinita de lucro. Pero como cualquier cientista social sabe, en las sociedades no hay sólo individuos. Hay familias, grupos, clanes, tribus, hay Estado, hay cuestiones nacionales. La existencia de toda esta realidad social con tanta incidencia en los hechos económicos es despreciada por la economía neoclásica.

3. Supuesto de racionalidad del agente económico. El agente económico maximiza su utilidad. Sea en una decisión de inversión o de consumo. Se ha señalado como crítica que es imposible contar con información perfecta. Ud. debe haber sufrido cuando por ejemplo encontró la oferta de un televisor más bonito y más barato inmediatamente después de comprar el suyo; es el caso. Pero la objeción no abarca únicamente esto sino la idea misma de racionalidad y el tipo de racionalidad. No se conoce que nadie haya demostrado que las cosas funcionan así generalmente. ¿Es impensable que alguien acepte un trabajo menos remunerado para pasar más tiempo con su familia? ¿Es impensable que su familia converse de esto con él/ella e incidan en la decisión? ¿Es impensable que un empresario abra un negocio en su ciudad y no lejos de ella aunque le aumenten los costos? ¿No son bien conocidas las compras impulsivas o compulsivas? Ninguna de estas cosas son impensables pero sí son inexplicables para la teoría neoclásica.

4. Ingenua idea hedonista de la “utilidad”. Aquello que fue objeto de análisis profundo por disciplinas tan complejas como el psicoanálisis, la psicología o, con otras miradas, de la antropología fue sencillamente obviado por la economía neoclásica. Por qué las personas hacen lo que hacen, toman sus decisiones. La economía neoclásica dirá: para maximizar su función de utilidad. ¿Y qué es la utilidad? Es algo así como felicidad humana abstracta e indiferenciada. ¿Pero, funciona así la cuestión? ¿Algún economista verificó esto? Porque los que se preguntaron acerca de esto fueron los psicoanalistas, los psicólogos, los antropólogos, y sus respuestas no fueron las mismas.

5. Dogmatismo. El haber creado un sistema de lógica formal inmune a cualquier contradicción por parte de la realidad social permite la continuidad de la reproducción del modelo sin tener que dar cuenta de su funcionamiento. Suele pensarse que el dogmatismo y la ciencia no tienen feeling.

6. Naturalización. El instrumental de la economía neoclásica se presenta como correspondiente al máximo grado posible de desarrollo del saber técnico y aséptico. De haber sabido economía los griegos tendría que haber usado estos modelos. Las ciencias sociales han demostrado acabadamente que no es posible aceptar un planteo semejante, que lo que hoy es considerado natural mañana deja de serlo, que en todo aquello relativo a la interacción entre los hombres la inmensa mayoría de las ideas que se piensan como “naturales” son fruto de un cierto tiempo, una cierta cultura y una cierta estructura social entre otras cosas.

7. Empatía con los poderosos. El paradigma neoclásico tiene una evidente empatía con los poderosos y los ricos. Se presenta como un relato que justifica la desigualdad en la sociedad y legitima la existencia de riquezas que fueron obtenidas en la libre justa del mercado (también miserias obtenidas en la libre justa) y que tienen como función social no obstaculizar la consecución de los óptimos económicos. Cualquier intromisión sería perjudicial no sólo para la “naturaleza” de las cosas sino también para el crecimiento económico, es decir sería negativa para alcanzar “el máximo bienestar social posible”.

8. Resultados insatisfactorios. Pero si todo lo anterior no alcanzara, simplemente, las cosas no funcionan así. Los resultados son doblemente insatisfactorios: no explican lo que pasa y cuando el paradigma neoclásico fundamenta las decisiones tomadas, son malas decisiones. Especialmente conocido por los argentinos es el resultado nacional del recetario neoliberal y del “Consenso de Washington” que tienen en el modelo neoclásico su fuente de inspiración.

Como dijimos, no tenemos un modelo acabado para proponer el reemplazo, pero urge esclarecer sobre estos problemas e ir encontrando ideas, explicaciones alternativas, muchas de las cuales ya existen, que irán conformando un nuevo paradigma disciplinar. Ojalá sea más humano, ojalá produzca mejores resultados.

No debería subestimarse el poder performativo de los programas de estudio. Si un profesor dice a sus alumnos que las personas son egoístas es muy posible que los alumnos le crean y legitimen sus propias conductas egoístas. Si además refrendan eso en un manual de economía, mucho más todavía. Probablemente se reirán de quienes crean que las cosas pueden ser de otro modo. Esto, por supuesto, es una opción política y es lo que también hay que discutir.

*Este texto fue publicado en el Nº15 de Noticias Universitarias, revista de la Universidad Nacional de Cuyo en julio de 2011. Aparentemente han sacado la publicación de la red.

Imagen: De Conceptos.com