sábado, 15 de junio de 2013

Las posibilidades de Nuevo Encuentro

El Frente Nuevo Encuentro reúne un conjunto de partidos y organizaciones políticas y sociales entre las que en el orden nacional se encuentran Solidaridad e Igualdad, Partido Solidario, Movimiento Octubres, Encuentro por la Democracia y la Equidad, Partido Comunista, Encuentro Socialista.

¿Cómo definir una fuerza política?

Estamos demasiado acostumbrados a que los partidos se construyen de un modo más o menos flexible en torno a su máximo referente. Es un signo de época. Incluso dentro de los llamados “partidos grandes”, las líneas internas se estructuran generalmente de este modo.

Si una fuerza política es sólo un conjunto humano que gira en torno a su máximo líder, entonces su devenir y coherencia estarán atados a atributos de ese/esa líder.

¿Es posible pensar otro modo de construcción política en épocas, como ésta, de personalización de la comunicación?

Sí y por varios motivos. Daré tres.

Primero porque la historia de los partidos políticos del S XX muestra su institucionalización orgánica. Hay autores, como B. Manin que señalan hacia los finales del S XX una regresión a la estructura partidaria decimonónica en el sentido de que las élites en torno al “candidato” semejan bastante a los “vecinos connotados” o a los “aristócratas ilustres” que dominaban la escena del S XIX. La caracterización, por supuesto, tiene vinculación con la evolución de los medios de comunicación masiva pero no tiene nada de indefectible.

Es posible y necesario recrear lo que buena parte de la militancia llama “el proyecto colectivo”, único modo de lograr hacer trascender un proyecto más allá del coto personal.

De hecho, parece haberse producido un fenómeno de este orden en varios países suramericanos. Gobiernos llamados “populistas” rompieron buena parte de lo estatuido y recrearon nuevas institucionalidades. Por supuesto que nada nace de la nada. Los procesos se constituyeron con herencias previas y a partir de allí introdujeron la novedad. Por caso, la novedad “bolivariana” de Venezuela. Una “novedad” radical que recupera al prócer muerto hace casi doscientos años para recrear un proyecto emancipador. Cómo construir organización en torno de estos nuevos clivajes, de estas nuevas escisiones, trascendiendo a los líderes carismáticos es en mi opinión la pregunta política central de hoy.

De todos modos puede pensarse que hay indicios de una especie de vuelta a la situación que enfrentaron los partidos “modernos” del siglo XX, que en la tipología europea se caracterizaron por una izquierda o centro izquierda y una derecha o centro derecha y que en nuestros países estaría marcada en referencia a estos procesos: UNASUR vs alineamiento a Estados Unidos, estado fuerte vs estado gendarme, intervención estatal vs. liberalismo extremo, organización social vs individualismo, participación democrática vs gobierno de corporaciones.

Segundo porque la ideología existe, aglutina y ordena. Sobre la ideología existen dos grandes miradas, la ideología como alienación y la ideología como soporte de sentido e interpretación. Sin detenerme en este denso tema me apoyo en el segundo concepto.

Las miradas revolucionarias y reformistas, las historias de las izquierdas, las tradiciones nacionales y populares, son, al mismo tiempo, las que atesoraron sueños y herramientas durante el neoliberalismo, las que posibilitaron un horizonte de reflexión hacia el futuro y las que dieron sentido interpretativo al proyecto del nuevo tiempo.

Hay, además, una tendencia a que quienes tienen una cierta “ideología” común se junten, pero que se junten en sólo lado. Claro, hoy esto no pasa demasiado, tampoco pasa demasiado que esté clara la ideología de una fuerza política. Es de esperar que la fuerza centrípeta de la ideología sea contraria a la fuerza centrífuga del narcisismo.

Tercero porque existe conciencia crítica en una enorme cantidad de gente que sólo la organización puede dar carnadura a una verdadera recuperación de “lo político”. Es imposible enfrentar a los grupos económicos y mediáticos concentrados sin una organización acorde al desafío.

La política del “consenso”, de la “no política”, es un juego de máscaras que disputan el escenario para decir lo mismo con distintas gracias. “Hay poderes y reglas establecidos y no se tocan” es la máxima sacrosanta de la política sin política. Hay explicaciones que varían, la globalización en los noventa, un falso “republicanismo” gana las menciones actuales.

Los acaeceres relativamente reciente me han convencido que la palabra, la voluntad, la conciencia pueden empujar la historia y, entonces, que mucha gente sepa de la necesidad de la organización ayudará a su concreción.

Todo lo anterior tiene un sentido: una fuerza política NO es un/a líder.

Una definición entonces

Las identidades siempre son construcciones en proceso y pocas cosas necesarias e inmodificables hay en ellas.

Una identidad política como Nuevo Encuentro puede ser una fuerza política que canalice un conjunto de tradiciones vinculadas con las izquierdas y con lo nacional – popular a la causa que en Argentina se ha llamado “kirchnerismo”. Un conjunto a reunirse con otros conjuntos.

Puede ser eso o puede ser cualquier otra cosa. Si vemos la foto de buena parte de la política estructurada del país, puede ser también el capricho de sus dirigentes.

Pero como señalé más arriba así como hay tendencias fuertes a la personalización y, en ese caso, el análisis se circunscribe (con beneplácito de los periodistas de los medios hegemónicos) a un subjetivismo psicologista o en el mejor de los casos a una especie de ajedrez entre élites en disputa; del mismo modo hay fuerzas que compelen a la sensatez y a la unidad en la defensa del proyecto enunciado, fuerzas que claman por la coherencia entre lo que se dice y se hace, que impulsan al fortalecimiento del proyecto aún a costa de los egos.

En el caso de Nuevo Encuentro, la posibilidad de reflejar un espacio social, trascendente a una persona en particular, cualquiera sea, no está asegurada, pero sí posibilitada. Los principales dirigentes: Carlos Raimundi, Carlos Heller, Gastón Harispe, Martín Sabbatella, Ariel Basteiro, Hugo Yasky, entre otros, están en condiciones de comprender perfectamente este dilema.

Este grupo y un conjunto mucho mayor ya se percató que las cuestiones políticas de hoy tienen en Cristina Fernández de Kirchner un parteaguas histórico. Y es así porque ella es un cuadro político que como tal puede salir de sí misma para inscribirse en el relato de la construcción emancipatoria del pueblo argentino.