domingo, 6 de enero de 2013

La impostura del escándalo

6 de enero de 2013 Una de las más recientes maniobras de manipulación de los medios hegemónicos de comunicación resistentes al cumplimiento de la Ley fue el falso escándalo a cuento del brindis de fin de año del ministro Alak en la ex-ESMA. La presidenta ha explicado suficientemente el asunto, pero hay un punto que ella no ha mencionado y que resulta prototípico de los proveedores de pasajes a Miami a jueces amigos: la impostura del escándalo. Como hace tiempo abandonaron la información para producir shows, hacen shows de noticias y en ellos, en muchos casos con noticias falseadas, alteradas o por qué no, inventadas, el presentador “se escandaliza”. El procaz Nelson Castro es un maestro en estas lides. Imposta una indignación ejemplar, le habla a la presidenta... la reta, la maltrata, la insulta... indignadísimo. Indudablemente Lapegüe tuvo y tiene un lugar precursor en la construcción intimista de la comunidad Magnéttica, pero el resto de los miembros del equipo ha ido perfeccionando sus dotes actorales. El escándalo aparece como una impostura destinada generar sensaciones. ¿Por qué? ¿Qué buscan? Construir odio. Eso dice el libreto destituyente que escriben desde 2008. Eso explica que no haya razonamiento que valga porque lo que construyen no corresponde al mundo de la razón sino al de los sentimientos / sensaciones. Por eso no pueden construir una opción política. Sólo pueden horadar, odiar, dañar, no construir. Quieren el mal, pero no podrían proponer el bien porque para ello deberían volver al mundo de lo racional. No deja de ser impresionante la ubicuidad de estos tipos para criticar. Están en todos los lados. Si hay política de memoria, verdad y justicia, entonces dicen que debería haber reconciliación nacional y que el gobierno sólo mira el pasado y no la “reconciliación” de los argentinos, pero al mismo tiempo (sí, al mismo tiempo) que un periodista A pide reconciliación, ese periodista A afirma que los derechos humanos son una simulación de los Kirchner, y puede decir, si se le da tiempo, que la presidenta no es suficientemente radical en la defensa de los derechos humanos. Es la situación vista con Alak. Nunca les importó la ESMA. Lo que se hacía o se dejaba de hacer allí no los alcanzaba ni participaron de ningún acto o conmemoración. Ahora crean una supuesta violación a una memoria que inventan, porque la verdadera memoria está esquivando las zancadillas en los estrados judiciales para reconstruir la trama de cómo estos medios fueron cómplices del genocidio. Clama por justicia la apropiación de Papel Prensa por parte de Clarín y La Nación en una mesa de torturas. Hace pocos días Héctor Timerman contó una anécdota de su padre, Jacobo, por la que le decía a Claudio Escribano de La Nación – Claudio (los militares de la dictadura) no te piden tanto... Nada deja tan claro como esa historia la idea de democracia, libertad de prensa y convivencia civilizada que tienen los jerarcas de esos medios.