miércoles, 2 de marzo de 2022

El faneróscopo de occidente

 

El faneróscopo de occidente

Por Carlos Almenara

2 de marzo de 2022

Aun no tenemos todas las piezas y quizás será imposible tenerlas. El mundo se reconfigura y para peor, o al menos da esa impresión. Hay quienes hablan, y no parece faltarles razón, de que hace tiempo estamos en una tercera Guerra Mundial, esta vez en cuotas y por mecanismos novedosos.

Si es parte de esa guerra o no, dependerá de las categorizaciones, pero lo cierto es que se ha construido la más fenomenal maquinaria de manipulación de masas de la historia humana. En 2014 utilicé una palabra para referirme a esta idea: “faneróscopo”, un vocablo de invención propia basado en la semiótica de Charles Sanders Pierce. Consistiría en un artefacto que produce la realidad. Sin entrar en análisis más extensos, cuando explicamos qué pasa siempre hay una mediación entre nuestra percepción, evocación, comprensión y lo real, y esa mediación requiere alguna interpretación subjetiva. Sin embargo, el “faneróscopo” no pertenece a la dimensión subjetiva sino objetiva, es decir, no refiere a cuestión de la interpretación del sujeto y toda la problemática epistémica relacionada, sino al objeto, a lo previo al sujeto que aparece como pantalla anterior a lo real inaccesible.

Si se me permite la analogía, una especie de “bosón de Higgs” del pensamiento y la comunicación.

Las indagaciones de 2014 se referían a la posibilidad del grupo Clarín de construir semejante maquinaria semiótica. Mi impresión es que el grupo comandado por Magnetto sólo pudo hacerlo parcialmente por dos motivos principales: la muerte de su teórico Eliseo Verón, y, fundamentalmente, la heroica y conmovedora resistencia de la izquierda real de la Argentina que ha sido denominada “Kirchnerismo”. No corresponde a este análisis pero les espoileo la continuidad, luego de ello Clarín eligió el exterminio de sus enemigos. Como había hecho durante la dictadura, en ese terreno se mueven cómodos.

Es que si la realidad para ser efectiva debe ser universal, entonces cuando una buena parte de la población entiende esa realidad como una “verdad” impuesta a la fuerza, el faneróscopo fracasó.

El concepto tiene un parentesco bastante evidente con las distopías orwellianas de control total y, antes de Macri y Magnetto, la referencia con el nazifascismo es también reconocible.

El orden mundial

No puedo decir más que generalidades conocidas en relación a la cuestión geopolítica. La emergencia de China como potencia económica y tecnológica, la desestabilización de la globalización a manos de Trump y ahora de Biden, la reconstitución de Rusia como un actor importante principalmente a partir de su fortaleza militar.

La doctrina de la “destrucción mutua asegurada” fue el pilar sobre el que se rigió el mundo de posguerra y que ha vuelto a poner sobre la mesa Rusia. Toda vez que existen los arsenales nucleares con capacidad de destrucción planetaria es una lógica material inevitable. Esto es, si una potencia ataca, la otra responde simétricamente. Como han planteado el presidente Putin y el canciller Lavrov, la instalación de bases de la OTAN en Ucrania, con la posibilidad de misiles nucleares apuntando a Moscú no daría tiempo a la respuesta y, en consecuencia derribaría esa doctrina del equilibrio. Por eso Moscú no puede permitirlo, todos los actores saben que Moscú no puede permitirlo pero probaron con hacerlo.

Como confesó el presidente Joseph Biden en el discurso del estado de la Unión: “llevamos meses preparando la alianza para enfrentar a Rusia”. La empujaron a una guerra que no podía evitar con Ucrania. Por supuesto, la batalla de Ucrania es una de las partes de la guerra híbrida de la OTAN contra Rusia. Llegado el momento habrá que hablar de las tácticas de guerra de Europa y Estados Unidos violando todo ordenamiento internacional preexistente.

En realidad, si Estados Unidos creó, como demuestran los más informados, a los cortacabezas de ISIS, no debería asombrarnos que ahora actúe en alianza con nazis.

Ucrania

Tanto como el de Macri en Argentina, el de Ucrania es un caso hiper moderno de los mejores laboratorios imperiales. Sí, estamos en el mundo.

El golpe de 2014 financiado por Estados Unidos fue un éxito notable de su injerencia. Muchos dólares, políticos corruptos a sus órdenes, redes sociales y medios coordinando la desestabilización de Víktor Yanukóvich. No representaría, más allá de esperables particularidades, una especificidad novedosa en las revoluciones “de colores” que Estados Unidos prohijó en distintos países.

La estabilización del régimen subsecuente es consistente con las de los países dependientes, con gobiernos personalistas, alta incidencia mediática, partidos débiles, oligarcas que asumen posiciones de poder, todo sobre la base de una decadencia sistemática.

La parte dura, sólida, de las alianzas de gobierno fueron los grupos neonazis. Con un rol decisivo en el golpe de 2014 fueron quienes dieron el tono cultural a un nacionalismo xenófobo. Los regímenes fueron genocidas, como suele suceder, primero simbólicamente, luego en los hechos. Las víctimas fueron los ucranianos culturalmente rusos.

Ucrania tiene una corriente nazi con mucha tradición. Stepán Bandera responsable de asesinatos en masa de judíos en Lviv en alianza con los nazis y corresponsable de las matanzas en Kiev es el héroe de los nazis ucranianos que el conjunto del sistema político post Maidán llevó al panteón nacional. Solo la matanza de Babi Yar implicó el asesinato de más de 33.000 judíos.

Con esa estirpe no debería extrañar el modo de imponer el nuevo régimen. La muestra más ilustrativa se puede ver en la quema de la Casa de los Sindicatos de Odesa en 2014.


Las repúblicas autónomas de Donestk y Lugansk no se quedaron a ver cómo los quemaban y decidieron crear milicias que han resistido hasta hoy.

Europa y Estados Unidos no solo miraron hacia otro lado mientras se cometían estos crímenes contra la humanidad sino que los propiciaron. Como los nazis ucranianos eran anti-rusos, todo estaba justificado.

Decíamos que el devenir material de las cosas era de decadencia sistémica, como no puede ser de otro modo en países sometidos a Estados Unidos y al FMI, entonces ¿qué hace falta?

Eeeeso, televisión.

Y aquí aparece el componente más novedoso de la tragedia ucraniana: el comediante Volodímir Zelenski y el guión antipolítico.

Su aparición televisiva extrayendo dos metralletas a su guardaespaldas para matar a todos los parlamentarios refleja, mejor que ninguna otra, la fantasía de las oligarquías que a través de las corporaciones mediáticas construyen modelos de este tipo permanentemente. No parece ser muy consistente con la promesa democrática occidental.


Control total

El proyecto imperial estadounidense ha incorporado un conjunto de tecnologías semióticas que apuntan al control total a través del manejo de las emociones y las identificaciones. Control total debe entenderse como universalidad del alcance de sus armas (televisión, cine, redes sociales, etc.), y no como estabilidad de los regímenes subsecuentes. Como indicó en 2017 Thierry Meyssan, el plan actual estadounidense no es conquistar, ni imponer gobiernos, es, sencillamente, destruir los estados nacionales. Sí, es impactante pero verificable. Libia es tipo. Y es, exactamente, a lo que asistimos con los títeres de Kiev.


La construcción orwelliana de totalidad que se ha desatado contra Rusia es la amenaza más extraordinaria que ha enfrentado la razón moderna, el individuo libre y el lazo social probablemente desde el nazismo. Quizá más grave, en algún sentido. Y entonces no es azaroso que tenga ocurrencia en Ucrania.

Rusia ya venció al nazismo una vez. Entiendo que somos muchos quienes ponemos nuestra esperanza en que, de alguna forma, con todas las diferencias, lo haga de nuevo.