viernes, 19 de febrero de 2010

Malestar institucional

Conviene recordar algunas cosas. No hay lugar en el mundo, no hay antecedentes, en toda la historia de las democracias, en que un vicepresidente vote en el Senado contra el presidente.
Esta particularidad ha sido presentada sistemáticamente en el terreno de una discusión personal, anecdótica, menor.
Se ha discutido por caso si Cobos traicionó a Kirchner o Kirchner traicionó a Cobos. Este debate es pobre en materia de análisis político, sólo laudable según el criterio del analista, subjetivo en grado sumo como la mayoría de los análisis y noticias que se difunden en estos tiempos.
La traición relevante en términos políticos debería referirse a algún asunto “objetivo”, ajeno a los sujetos y las relaciones entre ellos. Esto es, si hubo un cambio de programa, de línea política, un cambio de alianzas. Si se refiere a cuestiones objetivas resulta evidente y aceptado que el gobierno de Cristina Fernández es una continuidad del de Néstor Kirchner y que Cobos decidió, por lo menos, cambiar postulados programáticos, línea política y alianzas.
Esta defección se da en un momento y una situación en que tiene gran impacto. Hay una fuerte paridad legislativa y un escenario de gran agitación sectorial contra el gobierno.
Hasta pocas horas antes del famoso voto contrario al Poder Ejecutivo en el caso de la Resolución 125 (retenciones a los granos) desde el despacho del vicepresidente se militaba activamente a favor de la Resolución. Se repartían informes que mostraban la razonabilidad de la medida. Un cambio de posición así, entonces, sólo puede entenderse por especulación individual y no por convicciones.
A partir de ese voto Cobos fue un claro, sistemático opositor. De hecho el crecimiento de la imagen pública de Cobos fue curioso. Su imagen creció por ser quien más daño podía hacerle al gobierno. No creció por sus programas, por sus discursos, por su presencia en los medios, no. Creció porque le hizo daño al gobierno. Porque allí donde debía haber alguien del gobierno hubo quien le infringió una dura derrota política. Claro, los sectores que aprendieron a odiar al gobierno al calor de una televisión que les dice que consiste en un grupo de usurpadores violentos y autoritarios que se quedan con lo nuestro, lo endiosaron. Pero ya está, ya hizo su negocio y nada bueno le espera aferrado al cargo. Ya lo hizo y ya no es sorpresa, en el futuro todos serán sinsabores políticos como lo está comprobando.
Dos actitudes adopta Cobos cuando alguien señala lo “loco” de su situación. Por un lado se victimiza, se presenta atacado, por otro dice ser sólo un hombre común. Por ejemplo, dice en su perfil de facebook: “No entiendo por qué se molestan tanto. No fui a San Nicolás a participar de los debates internos del partido, sino a cenar con unos amigos... Yo soy el vicepresidente de todos los argentinos, no de un gobierno o de un partido”. La frase es fabulosa, está aquí sólo para demostrar que se victimiza. Pero Cobos no es víctima, es victimario. Cobos tiene un sueldo muy importante, tiene custodia personal, maneja el presupuesto del Senado, tiene 3.000 personas a cargo y cientos de contratos discrecionales entre los que se cuentan muchos connotados dirigentes provinciales. Es muy bien tratado por todos los factores de poder del país. Tiene inversiones y propiedades, por caso en Barrio Dalvian, cosa que sí tiene su importancia. Estos hechos muestran que Cobos ni es víctima de nada, ni es un hombre común.

¿Por qué Cobos es victimario?
Dice Mariano Saravia en su importante Honduras hoy:
“En los últimos tiempos ha surgido un nuevo golpismo que está encabezado por civiles y cuenta con el apoyo abierto o encubierto de las Fuerzas Armadas, cuando antes era justamente al revés: el golpe estaba encabezado por las Fuerzas Armadas, que contaban con el apoyo abierto o encubierto de civiles.
Este nuevo golpismo pretende conservar una imagen institucional mínima con el Congreso y la Corte Suprema de Justicia indemnes y en funcionamiento, y trata de que el uso de la violencia no sea tan ostensible.”
Este neogolpismo es el que se reúne en torno a Cobos. Fantasean con un cambio de rumbo para el que no tendrían que esperar las elecciones. Es un golpe y no un arreglo institucional porque, como lo muestra el caso Honduras, implica un cambio de rumbo más o menos radical.
Cobos, además, es responsable de la seguridad de la presidenta. Las amenazas de los trasnochados tienen que ver con que impulsan un complot con centro en el vicepresidente; las interferencias en la comunicación del helicóptero, la incitación al magnicidio sólo se explican por la expectativa que genera el personaje. Cobos también es culpable indirecto de estos delitos.
El tema cambió de registro. La picarezca vernácula del trepador que anuda roscas para subir un escalón mutó al entronque con lo más perverso y sangriento de la historia argentina; los grupos monopólicos, los grupos mafiosos, los genocidas, encuentran en Cobos la esperanza salvadora.
No es víctima está claro, es victimario. El daño hecho es muy grande.

La pendiente
Es general el reclamo de dirigentes políticos para que Cobos renuncie. Entre otros Alfonsín, Sanz, Michetti, Macri, Carrió, socialistas y por supuesto oficialistas, han pedido que Cobos renuncie o aclare su situación. El sigue usando cada ocasión para victimizarse, pero está visto que el pedido dista de provenir sólo del oficialismo.
El voto con el gobierno a favor de la remoción de Redrado del Banco Central puso en evidencia lo insostenible de su situación. Muchos de sus seguidores están enojados. Ellos querían que vote contra el gobierno.
Quienes se esperanzan con una hipotética futura presidencia suya le reclaman liderazgo opositor. El se ubicó en un marco donde “oposición” debe entenderse como contrariar toda medida gubernamental.
En ese contexto es un grave ataque al funcionamiento institucional que un vicepresidente sea opositor. Resulta hilarante la argumentación de que actúa como resguardo institucional (garante de la institucionalidad lo llaman los dirigentes del partido CONFE). Todo lo contrario, su presencia ataca el funcionamiento normal de las instituciones. El lugar de vicepresidente no es un lugar para ningún contrapeso, es un lugar que corresponde al oficialismo. En términos constitucionales, de equilibrio de poderes, haría un bien, daría cumplimiento al espíritu y a la letra de la Constitución si renuncia. Y en términos personales, Cobos se ha ganado un encono y una sospecha demasiado grande para pivotear cualquier acuerdo.
Los mismos seguidores de Cobos deberían pedirle que renuncie. ¿Qué clase de líder quieren? Quieren un líder condicionado por la gestión y el lugar institucional o uno que sea libre para decir lo que quiera, para exponer su pensamiento, para presentar sus diferencias radicales o inclusos sus acuerdos con el oficialismo. Porque hasta eso es absurdo, si Cobos fuera un dirigente político sin ataduras, podría ser feroz opositor o incluso podría acordar, hay un interesante lugar vacante de opositor racional en que podría posicionarse. No puede hacerlo porque es Vicepresidente.
Como suponen algunas teorías de los juegos utilizadas en ciencias sociales, los actores aprenden en función de decisiones anteriores. Aprendemos que Cobos sólo renunciará si le conviene renunciar. Al parecer esto es así. Por ejemplo, El Sol del 11 de febrero presenta una encuesta según la cual 60% de la gente piensa que debe renunciar. Hay versiones periodísticas de que lo haría en Vendimia.
Sería una buena noticia para las instituciones, para el país, conveniencias que habría mirar más seguido, las instituciones, el país, el pueblo.

jueves, 4 de febrero de 2010

Realidad y credenciales. Respuesta a Aguinis

Realidad y credenciales. Respuesta a Aguinis
Por: Carlos Almenara*

La derecha en consolidación ha pergeñado un grupo de intelectuales que denominó “Aurora de una nueva República”, aparentemente de fugaz intervención pública, puesto que hace ya un tiempo prolongado no se los ve públicamente.
Uno de los referentes de ese grupo era Marcos Aguinis, frecuente escriba de La Nación, reproducido el 2 de febrero por MDZ.
En esa nota golpista, cínica y mediocre Aguinis se pregunta si “¿Es de un progresista comprar dólares?”
Es una tendencia. Declaraciones que repiten la mecánica. ¿Qué sabe Aguinis de progresismo? ¿Por qué habla de progresismo? El no reivindica el progresismo, su frase sólo puede verse como una ofensa.
No es el único, está lleno de casos. Sólo dos más. Macri acusa al gobierno nacional de “¡fascista!”. Macri, con las picanas que les quiere dar a sus policías, las escuchas telefónicas de Ciro James a sus opositores políticos y el troglodita de Posse haciendo fascismo explícito acusa a otros de fascistas. La señora Mirtha Legrand se pregunta -¿Qué es esto una democracia o una dictadura? La señora que baja línea a favor de cualquier idea autoritaria asume implícitamente el papel de demócrata frente a “dictadores”.
En la misma línea Aguinis se cree autorizado a decir qué cosas son progresistas. Es una muestra de grosería, prejuicio y macartismo. En relación a la compra de dólares por parte de Néstor Kirchner pregunta retóricamente “¿Iba a usar esa cifra para una mejor distribución del ingreso? ¿Para castigar al imperio americano? ¿Para fortificar nuestra nación?”. Porque, sépalo, los fachos se creen autorizados a decirle a quien haya manifestado alguna preocupación social que tiene que cagarse de hambre. Ah, ¿Ud. quiere menos pobreza, más igualdad? Bueno, agarre su platita y repártala. Quieren privatizar la igualdad. No podemos desarrollar aquí el concepto pero refleja una avivada y una múltiple discriminación.
¿Pero por qué Macri critica el fascismo, Mirtha amplía la cultura democrática y Aguinis bucea los fundamentos del progresismo?
Mi hipótesis es que hay dos niveles discursivos. Desde ya, está la crítica al gobierno. Pero eso sería lógico y deseable, sin embargo esto no es crítica, esto es otra cosa. Un nivel sería el de intentar poner en tensión al sistema. –Así que vos sos democrático, chupate esta mandarina- Aguantate mi sedición. Así que los piqueteros cortan rutas y no reprimen, ahora los millonarios sojeros cortamos el país. Hay ahí una pinza entre el reclamo y la demanda de orden. Así que vos te decís progresista, a ver, te pongo el parámetro más alto para evaluar la realidad social. Y por supuesto mido lo que quiero. Entonces te pido las máximas mejoras y te critico el aumento de gasto.
El segundo nivel es la gran innovación política desde 2008. El discurso fascista elaborado por Clarín y repetido hasta el hartazgo por la mayoría de los medios. Para ese discurso existe un pueblo sano (orgánico) que debe liberarse de la lacra de los K. Por eso el pueblo debe replicarse íntegramente: en ese pueblo hay derecha, centro e izquierda, hay demócratas y autoritarios, hay progresistas y reaccionarios. Y los K? No, los K no. Los K no caben, son menos que humanos, son la ajenidad radical. El eslógan de este discurso es TN (Todos Nosotros).
A las banderas que supuestamente tienen los Kirchner, estos personajes replican que no son tales, no son democráticos, no son progresistas. Es importante para el discurso nazi sacar a Kirchner de estos posicionamientos, negárselo. En la misma clave se ha visto a Nelson Castro recordando el juicio a la juntas; ¿Por qué? Para desposicionar a Néstor y Cristina Kirchner en materia de Derechos Humanos. Vincular los avances en esta materia a gobiernos anteriores, ocultando un hueco (o varios huecos) en el relato. Sería bueno que la llamada centroizquierda mimada por Clarín sea conciente de qué es cómplice. No sólo por cuestiones de conciencia y justicia sino porque es el destino de cualquier cuestionamiento al status quo.
Entonces una primer cuestión es empezar a exigir que cada quien hable de sí y desde sí. Pedir ampliación del vocabulario y enriquecimiento de la adjetivación, contestar, descubrir, hacer ver, que estas imposturas son malintencionadas. Ni Macri tiene interés en evitar el fascismo, ni Mirtha en ampliar la democracia, ni Aguinis en políticas progresistas.
Pero volvamos a nuestra estrella. Seguro no le disgustaría que lo llamáramos de este modo. Aguinis dice de sí mismo (en tercera persona) y de sus escritos cosas como:
- “Carta esperanzada a un general se convirtió en el punto de arranque para su extensa y exitosa carrera como ensayista”.
- “Al escribir La cruz invertida, que desmenuza la situación preconciliar de la Iglesia Católica, él mismo llegó a sorprenderse:
– ¡Carajo, cuánto sé de todo esto!”.
- “Los textos de Operativo siesta son un catálogo de la riqueza que habitaba en su espíritu: agudeza, humor, ternura, ironía, ojo crítico”.
- “A los doce años estalló su romance con la literatura”.
- “París tuvo también el raro privilegio de haber sido la ciudad que vio morir al Aguinis músico. A pesar de los aplausos en numerosos conciertos”.
Puede ver otras muchas generosas consideraciones para consigo mismo en: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-132079-2009-09-20.html.
Algunas perlitas en el curriculum de Aguinis. Escribió una biografía del Almirante Brown dedicada y en homenaje a Massera. Este libro fue impreso y presentado en la Armada en 1977, época de febril actividad genocida por parte de Massera, razón por la cual el homenajeado pegó el faltazo a la presentación mostrando la consideración que tenía al autor.
Aguinis cobra una jubilación de privilegio desde sus 50 años, jubilación obtenida luego de once meses como funcionario en el gobierno de Alfonsín. Ha cobrado desde entonces hasta hoy casi $ 2.000.000 por este concepto.
Su paso por la gestión pública es recordado por su frecuente uso del auto oficial y chofer para asistir a eventos protocolares de los que solía relatar lo brillante de sus intervenciones.
Este individuo, con estos antecedentes, con casi dos millones de pesos cobrados por una jubilación de privilegio es quien viene a pontificar sobre la ética y cómo cuidar lo público. Es la promesa intelectual de la derecha prohijada por La Nación.
Los argumentos de descalificación ad hominem no resuelven nada, pero es necesario mostrar estos hechos para acreditar la mala intención, la falta de autoridad moral y la operación destituyente.
La relación entre corrupción y política tiene, a mi entender, gran complejidad. A priori creo que en condiciones normales no deberían mezclarse. Es decir, no debería hacerse política (en el sentido de posicionar un candidato, un partido) a partir de denuncias de corrupción. Tampoco puede “suspenderse la política hasta que nos juntemos los honestos”. Porque no puede suspenderse la política; siempre hay distintas miradas, distintos intereses. Es el sueño de la derecha: suspender la política, entonces la única política que queda es la que hacen ellos que son el poder. Ellos que no necesitan decir porque hacen y está allí, en lo que hacen, la ideología. Hay evidencia histórica: Carrió. ¿Cuál era la promesa de Carrió? No, la ideología después, primero nos juntamos los honestos de todas las tendencias. Mentira, imposible. Es el discurso de la derecha y como se ve hoy, ya Carrió no esconde que es de derecha, como en realidad lo mostraba su promesa original. La utopía de finiquitar lo ideológico, la utopía de la derecha. Hoy también le dicen “consenso”. Bueno, lo que prueba el caso Carrió es que no sólo la politización de lo ético como clivaje central deriva en derechización, sino que fracasa en sus propios términos. Carrió terminó rodeada de corruptos, diciendo la letra del poder y al servicio mal retribuido del monopolio comunicacional.
Digo más. Los líderes populares han sido perseguidos con argumentos de supuestos casos de corrupción. Los perseguidores fueron siempre los sectores de la oligarquía. Pasó con los Lencinas en Mendoza, con Yrigoyen, con Perón, con Alfonsín, con Kirchner. Hay un comportamiento que se repite a lo largo de la historia. Han presentado supuestos casos de corrupción de líderes populares en la clave del escándalo más absoluto, mientras que a los corruptos del Jockey Club, a los que son aplaudidos en la Rural, los disimulan y consienten. A más del interés de clase, quizá tenga que ver lo inaceptable de un modo de liderazgo social que apunta a la transformación de la sociedad, a empoderar a los débiles. No es que estén en desacuerdo, es inaceptable. Entonces hay que demostrar que, digamos Kirchner, no tiene ningún interés en mejorar la vida de los pobres, sino que por ejemplo la asignación universal por hijo, no le importa nada y sólo es una excusa perversa para hacer negocios espurios, que lo único que le importa es su enriquecimiento por latrocinio. Hay que instalar su perfidia para que todos sepan que un dirigente político sólo puede ser un cagador o en términos de economía neoclásica un agente maximizador del beneficio. Es otro nombre de cerrar lo político.
Es deseable el mayor estándar ético y legal para la dirigencia política y social. Pero una mirada panorámica no augura en la llamada oposición mejor performance que en el gobierno. Sería deseable que frente a la polarización de las posiciones políticas y a la campaña destituyente del monopolio comunicacional, una justicia objetiva e imparcial dirima las controversias. Sin embargo aparece la sistemática componenda de un elenco judicial comprometido con el poder económico y con las élites partidarias tanto oficialistas como opositoras.
Para poner en contexto el hecho que escenifican Aguinis y otros como un escándalo, Kirchner, que es un hombre de fortuna desde antes de asumir como intendente de Río Gallegos, compró dólares en octubre de 2008, según dice él para pagar inmediatamente una propiedad. La operación está declarada. Si esto es así, no sólo no hay delito sino ninguna posibilidad de cuestionamiento ético. En relación a un supuesto uso de información privilegiada, no habría lugar para ello si son divisas utilizadas para pagar un precio fijado o usadas en un breve lapso. Igual, no parece que comprar dólares constituya privilegio toda vez que cualquier portafolio de inversiones de un patrimonio del volumen del de los Kirchner seguro tendrá un componente porcentual de activos nominados en dólares aunque más no sea como diversificación del riesgo.
Resulta simpático cómo los legitimadores de la sociedad jerárquica, del poder y la riqueza hacen demagogia criticando la fortuna de Kirchner.
Lo que se ha visto hasta ahora es una nueva puesta en escena de la estrategia destituyente. Es decir el escándalo que aducen es una impostura como simularían cualquier cosa que sirviera para debilitar a la presidenta. Superar la comunicación totalitaria es un prerrequisito para permitir un debate político más edificante.



*Referente de Espacio para la Reparación Social – Mendoza.
Miembro de Carta Abierta Mendoza.
c.almenara@hotmail.com