domingo, 7 de septiembre de 2014

Vocación política

7 de setiembre de 2014

El debate político en Argentina, lo he sostenido muchas veces, está viciado y buena parte de la tarea periodística debería ser colaborar en exponer la manipulación.
Las operaciones aviesas, tramposas, la mentira intencional, la agresión, proviene de los emisores mediáticos hegemónicos, principalmente el grupo Clarín, pero genera conductas y consecuencias en vastos sectores de la población.
Me interesa referirme aquí a un problema largamente planteado en las teorías políticas. Se lo ha planteado de distintos modos, uno de ellos fue la discriminación que realizara Max Weber en relación a las características propias del político. El político avizora las consecuencias de sus actos, es “responsable” de ellas. No carece de convicciones pero las pone en juego según qué resulta de las acciones.
“En este sentido, la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad no son opuestos absolutos; mas bien se complementan y configuran entre sí ante el ser humano auténtico, al hombre que puede tener una ‘vocación política’” .
Este tradicional asunto de Weber fue tratado muchas veces desde otras perspectivas.
Sigue siendo un problema importante.
La “vocación política” si bien Weber la correlaciona con la idea de la profesionalización refiere a cualquier instancia de participación social en la que se discuta la distribución del poder.
Una Argentina en que los avances populares enfrentan enormes resistencias no puede dejar de valorar cambios profundos.
Decir que este es un gobierno “represor” como hacen algunos sectores que se denominan a sí mismos de izquierda es bastante esquizoide. Que repitan cientos de veces por día ese latiguillo por los medios del grupo Clarín es una prueba de la simulación intrínseca en la maniobra.
No digo nada nuevo cuando expongo que el gobierno nacional ha resistido asonadas golpistas reiteradas por parte del poder corporativo. Creo que no es necesario investigar demasiado para concluir que de haber tenido éxito esas intentonas hubieran restablecido el modelo neoliberal de los noventa.
Lo que resulta insano es que no puedan sostener el ataque en su posición. Cuando macartean como ellos saben, resulta espantoso, pero es lo esperable de ese proyecto. Cuando enarbolan un supuesto discurso libertario y encuentran presuntos izquierdistas que le hacen de claqué la discusión se vuelve loca. ¿Cómo discutir esa simulación?
Los proyectos de cambio social necesitan de la lucha pero no de una ficción de lucha. Es una ficción de lucha victimizarse de la gestión política menos represiva de nuestra historia y presentarla como autoritaria.
El gran motor de la igualdad en Argentina está en el Poder Ejecutivo Nacional.
Que las fuerzas de seguridad tienen una matriz autoritaria, que cometen injusticias e irregularidades por doquier, que hay funcionarios intermedios que no condicen para nada con valores democráticos, que el dispositivo político y social del kirchnerismo tiene contracciones en su seno, ninguna de estas cuestiones podría negar. Pero nada de esto es lo que está en discusión en Argentina. Los poderes que pretenden horadar al kirchnerismo no harán policías democráticas y comprometidas con los Derechos Humanos. Todo lo contrario.
Como está presente en la reflexión teórica desde, por lo menos, principios del siglo XX, la vocación política que inevitablemente manifiesta cualquier protesta o reclamo no puede perder de vista el universo de lo político en el que se inserta. No hay alternativa, las consecuencias, lo que ocurre, no depende de las intenciones ni solamente de los deseos. Tomemos nota antes que sea tarde y la tarea sea la de remediar desastres.