miércoles, 26 de noviembre de 2014

Más memoria, verdad, justicia

El jueves 20 se conoció la noticia del hallazgo de los restos del Dr. Carlos Espeche, muerto a manos del Estado terrorista.

La noticia seguramente impactó fuerte en la familia que lo buscaba, de modo personalísimo. Nada más que abrazarlos solidariamente.

La cuestión excede el ámbito privado para convertirse en un caso que involucra a toda la sociedad. Trae reparación a partir de conocer la verdad. Aunque sea una obviedad no está demás repetir que sólo se puede pensar en superar el duelo que aún vivimos por los años de plomo a partir de la verdad.

Este hallazgo no surge de la nada. Es posible, sin dudas, por la militancia de los organismos de Derechos Humanos, pero lo que ha hecho la diferencia para los extraordinarios avances recientes es el compromiso del gobierno nacional.

Uno podría apelar a múltiples íconos que recuerdan a un Néstor poniendo todo el coraje necesario para torcer una historia ultrajante que quería ocultarse. Bajando los cuadros, leyendo el poema de Joaquín Areta (“quisiera que me recuerden...”), “pertenezco a una generación diezmada”, los miles de abrazos con Hebe o con Estela o con tantas y tantos me vienen inmediatamente a la mente.

Cristina Fernández no sólo continuó con todo el apoyo estatal para reparar la agresión brutal del Estado genocida sino que inscribió al país en la vanguardia del mundo en una concepción coherente de un sistema de derecho internacional humanista y civilizatorio.

Sobre si el derecho se impone a la fuerza bruta, ¿cómo hacer afirmaciones categóricas?

Resulta interesante contrastar la caricatura de los medios hegemónicos que muestran a una Cristina que “agrede las instituciones” con una realidad que exhibe a nuestra presidenta como líder mundial en la reconfiguración de los sistemas de derecho internacional.

A un año del golpe del ´76, Rodolfo Walsh realizaba una perdurable pintura de ese tiempo en su “Carta Abierta a la Junta Militar”:

“El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde” les espetaba Walsh con claridad. Y luego de repasar un largo de listado de atrocidades sostenía:

“En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.

En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales.

Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9% prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron.”

La imperecedera descripción de Walsh explicaba cómo detrás de la Junta Militar había un poder económico que era la verdadera usina del programa genocida.

Para avanzar en el esclarecimiento de las “complicidades económicas con la dictadura” se conformó en el Congreso Nacional una comisión. La idea, propuesta por Horacio Verbitsky y otros en el libro “Cuentas pendientes” con solo abrevar en esa bibliografía ya cuenta con una agenda sumamente densa. Forman parte: Ford, Mercedes Benz, Acindar, Techint, Ledesma, cúpulas sindicales entreguistas, cámaras patronales agropecuarias, Comisión Nacional de Valores, Papel Prensa, otros medios, el pillaje que organizaron a través de la llamada CONAREPA (que incluye algunas empresas significativas en la Mendoza de la época).

Resulta imprescindible avanzar en dilucidar estos hechos. Configuraron el modo en que se repartió el poder y el dinero que hasta hoy condiciona a nuestra democracia.

Precisamente porque Argentina está avanzando en esta profundización de la justicia, porque está pudiendo sentar en Tribunales a sectores que nunca tuvieron que dar explicaciones, por eso el pregón golpista desembozado de parte del establishment corporativo.

No es maniqueísmo, verdaderamente hay sólo dos lados: democracia o corporaciones. Te guste o no, Cristina Fernandez conduce un proyecto que hace centro en la política y la democracia. Hay políticos que asumen abiertamente que son “corporaciones”: Massa, Carrió, Sanz, Macri. Me tienta decir que casi que es mejor esa postura que la simulación cínica de los Cobos, Binner o Solanas que diciendo otra cosa, hacen lo que les mandan las corporaciones.