jueves, 25 de noviembre de 2010

¡Escándalo!

Por: Carlos Almenara
c.almenara@hotmail.com

Escándalo, es un escándalo...
Raphael

El escándalo tiene una extensa tradición en la denominada prensa amarilla. El recurso es conocido y utilizado por cualquier buen redactor de revistas de famosos o por guionistas de novelas. Incluye sorpresa, resulta atrapante. Imposible resistirse al develamiento de un secreto que supuestamente quebranta una cierta moral.
Esto es conocido. Forma parte usos socialmente aceptados de los consumos culturales populares.
Pero hay un nuevo escándalo. Uno decididamente político. Una construcción de sentido que pretende consecuencias fuertes.
Requisitos para el escándalo
Junte los siguientes ingredientes:
• Un hecho que semeje verosimilitud. El hecho, que para nada es necesario que sea cierto, debe simular inflingir la moral establecida.
• Algunos actores (políticos) dispuestos a seguir un guión,
• Un multimedios que controle férreamente más del 60% de la comunicación masiva en el país.
La mezcla se realiza del siguiente modo:
Alguien dice haber sido sobornado, planta una valija, cometen un delito impactante, un hecho de sangre, se conoce un déficit en la gestión pública (un hospital que no atiende, una escuela que no enseña, una obra pública con sobreprecio)... en fin un sinnúmero de opciones que pueden oficiar de hecho iniciador, acontece.
El hecho iniciador que puede ser inventado o real. Si es inventado es probable que quede registrado en filmación. Por ejemplo, si el titiritero sabe que uno de los actores va a denunciar a alguien de soborno filmará la cara del denunciado incluso antes que el denunciante devele el misterio. Posiblemente la trama ya estuviera escrita previamente.
Pero no es necesario que el hecho sea falso.
El hecho, como dijimos, debe ser moral o políticamente condenable.
¿Qué ocurre entonces?
Habrá una cobertura de prensa inconmensurable. Verdaderamente inconmensurable porque a la artillería del multimedios se sumarán los retransmisores del multimedios y rebotará de modo tal que todo el mundo terminará hablando del escándalo.
Aquí aparece el nudo de la operación. El ingrediente secreto de este estofado. El modo en que se presenta el escándalo debe salpicar al gobierno nacional. No al gobierno nacional, a la presidenta. Si se trata de sobornos, son mandados por la presidenta, si se trata de un sobreprecio es para la Kaja, si se trata de un delito es por ideologismo o desidia de la presidenta, si se trata... siempre debe salpicar a la presidenta. Y debe trasuntar soberbia, obstinación, autoritarismo, corrupción, incluso violencia, por parte de la presidenta. El metamensaje será “nos están robando lo nuestro”, metamensaje que sigue reflejado en ese eslógan obsceno: “Todos Nosotros”.
No hace falta poner todas las letras, el multimedios transmitirá esto no solo mediante palabras sino también por los gestos de sus presentadores, por las insinuaciones, frases incompletas, desde ya por los titulares y la agenda.
Para dar cobertura a las horas de programación y el centimetraje necesario para la operación hacen falta actores de reparto dispuestos a seguir el guión: el elenco estable de los defensores del multimedios. Son un ingrediente totalmente accesorio pero necesario para rellenar el preparado.
Final anunciado
¿Por qué el escándalo?¿Qué se busca con el escándalo?
No se busca informar, no se intenta corregir alguna conducta de la escena pública. No, lo que se busca es enfurecer la opinión pública. Generar odio. Sí, odio, porque el significado que se construye no es racional sino sentimental. Se vive como una pérdida. ¡Es que nos están robando!¡Es la presidenta! De última, si no tienen nada para decir, con el maccarthismo más sofisticado pero ya conocido en nuestra historia, “nos están robando nuestro estilo de vida”.
La utopía del monopolio (estrictamente grupo con posición dominante) es generar un escenario tipo De La Rúa en la secuencia: hecho, interpretación y difusión, escándalo, indignación, cacerolas, calle, renuncia.
Si no voltean al gobierno nacional la segunda opción es horadarlo, debilitarlo.
No hace falta profundizar sobre los problemas para la democracia y la paz que provocan estas conductas del monopolio. Pero ya fueron. Hoy son manotazos de ahogado. Este estofado se arruinó.
Haría bien el sistema político argentino en tomar nota del fracaso de los escandalosos.
Nosotros sepamos que todavía nos queda un rato por soportar a estos escandalosos truchos, que aparecerán escándalos nuevos, pero no será por demasiado tiempo. El monopolio tendrá que cumplir la ley. Y ahí sí, listo el pollo.

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