martes, 28 de diciembre de 2010

Lo que pasó

Por: Carlos Almenara
c.almenara@hotmail.com
Diciembre de 2010

Si se comparan las realidades cual dos fotos resultan incomprensibles. Una foto de la realidad nacional de, digamos, agosto de 2009 y otra de diciembre de 2010, no se comprende cómo pudo producirse semejante cambio.
En agosto de 2009 recién había sido derrotado en la provincia de Buenos Aires Néstor Kirchner. En diciembre de 2010 Cristina tiene más del 60% de imagen positiva y cerca del 50% de intención de voto a nivel nacional. En agosto de 2009 los medios concentrados pronosticaban el cambio de sino político inminente, una transición con una especie de gobierno parlamentario y en diciembre de 2010 hasta la llamada “oposición” admite que Cristina tiene todas las posibilidades de ser reelecta. ¿Qué pasó entre estos dos momentos?
Es imprescindible una teoría explicativa.
Hay quienes explican el cambio por la muerte de Néstor Kirchner, por la performance económica, por la asignación universal por hijo; en fin, hay una gran variedad de argumentos pero no todos igualmente plausibles.
Nosotros tenemos una teoría que venimos esbozando desde 2008 y planteando más acabadamente desde 2009. Queremos discutirla porque pensamos que explica lo que ocurrió y permite sacar algunas consecuencias.
A comienzos de 2008 Clarín prohijó una protesta rural que permitió el desarrollo de un relato en clave maccarthista inédito en la historia argentina.
Recordemos qué es el llamado maccarthismo. Durante los años ’50 en Estados Unidos, un senador (Joseph Mc Carthy) se dedicó con apoyo de sus pares a “perseguir comunistas”. En un escenario absolutamente ilegal sometía a escarnio y persecución a quienquiera cayera bajo su lupa con la acusación de “comunista”. Desde entonces el concepto de maccarthismo ha servido para explicar este tipo de persecuciones que se hacían en aquellos Estados Unidos en defensa de los “auténticos valores americanos”.
Eso pasó en Argentina. Pero pasó de un modo inédito. ¿Por qué inédito?
Porque nunca un particular, en ningún país, tuvo bajo su control el 60% de la comunicación masiva, menos en tiempos recientes con la importancia y alcance que adquirieron los medios y menos aún con la solvencia semiótica con que se hizo en nuestro país. Aquí no fue cuestión de un periodista mal agestado, no, aquí se construyó un estricto relato, preciso, que no permitió ninguna vacilación y que se reprodujo hasta el infinito con ese inmenso poder de fuego del grupo Clarín.
¿En qué consistió ese relato?
Ese relato (y esta es una de las exposiciones posibles al respecto) consistió en presentar a Néstor y a Cristina como usurpadores, como agresores al pueblo. Consistió en presentarlos como la ajenidad radical, lo otro, lo horrible, lo monstruoso. ¿Ajeno a qué? Ajeno al pueblo sano. Ese pueblo sano que aparece representado en los amenos periodistas de TN y en los entrevistados cuidadosamente seleccionados.
Los kirchneristas fueron retratados como “ultras”. ¿Ha visto ud. la calificación de ultra utilizada con los seguidores, por caso, de algún gobernador? Los “ultrakirchneristas” eran caricaturizados como los ayudantes de los villanos en las historias de superhéroes de Hollywood.
Este relato sólo fue posible por la concentración monopólica de la comunicación. No hubiera sido viable con pluralidad comunicacional. El conflicto por la Resolución 125 no hubiera ocurrido del modo que ocurrió con pluralidad comunicacional. Esta estrategia requiere una concentración tal que de verosimilitud a ese discurso excluyente y persecutorio que simula un pueblo (encapsulado, individualista, aislado), que se reencuentra en los espacios de interacción cara a cara repitiendo las mismas consignas que escucharon al presentador del show de noticias.
Discutir el discurso Clarín requiere revisar reglas epistemológicas y lógicas.
El pueblo sano, ese obsceno “Todos Nosotros” que siguen usando, ¿qué es? ¿Qué quiere decir para la política que Clarín diga quién y cómo es el pueblo? Clarín, el dueño del 60% de la comunicación masiva, el líder de los empresarios de la economía concentrada, el que se quedó con el papel para diarios por medio de secuestro y torturas, el que legitimó a cambio la dictadura genocida, el que es propiedad de una señora que se niega a determinar si sus hijos adoptados son hijos de desaparecidos... ese Clarín dice quién es el pueblo. Y quién no. Y Kirchner no.
Si hubiera una pesadilla prototípica, ideal, para la libertad de expresión, para la democracia, ese sueño malicioso sería que alguien alguna vez hiciera lo que aquí concretó Clarín.
Pero éste es el relato que explica la derrota de Kirchner en junio de 2009 en Buenos Aires. Era necesario decir todo esto para decir qué pasó ahora. Por qué son distintas las dos fotos.
Nuestra hipótesis es que es este relato el que fracasó estrepitosamente. Es en alguna medida y si se nos permite, debido a un cierto misterio popular, que una gran gesta del pueblo argentino destruyó esta lacra.
Es verdad que hay muchos factores coadyuvantes. El primero y principal es el gobierno de Cristina Kirchner que ha sido excepcional; también el funcionamiento de la economía, la AUH, medidas puntuales de reparación, todo eso da soporte a lo que para nosotros es la principal razón del cambio de tendencia social.
Hubieron muchos ciudadanos de a pie que se pararon y dijeron – No, no es como dice Clarín. - Es mentira. - Yo banco al gobierno. - No me chupo el dedo, pero le creo mil veces más a Kirchner que a Clarín. Y a pesar de que Clarín siguió mintiendo, manipulando, escondiendo, estas voces comenzaron a escucharse. Con extraordinaria militancia estos ciudadanos de a pie se hicieron escuchar. Y no fue el PJ, aunque hubiera muchos peronistas de partido y de fuera de partido, así como gente de otras tradiciones políticas e independientes. Uno de los misterios de la reconstitución del pueblo argentino es precisamente cómo a pesar del inmovilismo de las estructuras se impuso la revaloración del gobierno nacional. Carta Abierta, los grupos que se constituyeron en torno a 6,7,8, buena parte de la comunicación alternativa fue protagonista central en un momento en que la militancia tuvo como eje la lucha por la palabra, por la interpretación de los hechos.
El relato del pueblo sano sometido a monstruos, se desmoronó. No soportó la argumentación, no soportó que personas de carne y hueso, inteligentes, intachables, que no respondían a la caricaturización estigmatizante de Clarín, se plantaran, militaran y dijeran: No, Clarín miente.
Las multitudes que vimos en las exequias de Néstor Kirchner no son más que el reflejo de este proceso que ya venía de antes y es el desmoronamiento del discurso fascista de Clarín.
La derrota del discurso que describimos ya ocurrió, ahora vienen otras cosas; lo que ya vemos, los debates actuales están inscriptos en claves nuevas que no responden a esa matriz, aunque queden algunas rémoras.
Igualmente restan muchas cuestiones para pensar respecto de la instauración discursiva propiciada por Clarín. Una de ellas que preocupa especialmente es la de las miles de personas que reprodujeron el fascismo. No hace falta recordar al lector los infames mails que circularon, las versiones y escritos más mentirosos, obscenos y agraviantes que se conozcan sobre cualquier presidente, pero también los más xenófobos, estigmatizantes, discriminadores. Cómo “recuperar” (contener, evitar daño de y a) esos miles que (simbólicamente) se pusieron la capucha del Ku Klux Klan es un problema actual para la democracia argentina.

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