domingo, 3 de febrero de 2013

Política para tomar el té (sin masas)

Se reconfiguran elencos de las oposiciones políticas. Hemos visto cómo Macri incorpora a sus “equipos” a campeones de la pantalla; luego de Del Sel, Lalo Ramos, Leandro Ginóbili y Rocío Marengo son sus nuevas promesas. Habrá incorporaciones. Es esperable que luego del sistemático intento erosivo y destituyente de los medios de comunicación resistentes a la legalidad y de los intereses que representan, el mismo proyecto político con otra táctica apele a estos métodos bien conocidos y que tuvieron preeminencia en los noventa. Se trata, luego de intentar inútilmente voltear al gobierno nacional, de construir una alternativa política. ¡Enhorabuena! Todavía resta que abandonen los intentos de golpe de mano. Nada indica avances ese tema. La presentación en sociedad de estos famosos pone en discusión uno de los elementos estructurantes del debate actual, polémica nombrada de múltiples modos, entre muchos: instituido – instituyente; administración – política; economía – economía política. En definitiva de qué se ocupa la política, si de “gestionar” sin alteración alguna de las relaciones de poder existentes en la sociedad o si por el contrario se encarga de discutir democráticamente qué sociedad queremos, qué pacto de convivencia deseamos, qué relaciones sociales consideramos justas y aceptables. Nada objetable hay en la participación política de estos mediáticos, al contrario. Lo que no deberíamos permitir es que nos hablen de fruslerías, de sus romances, de sus familias o sus vidas privadas y con ello evadan la explicitación de su proyecto político (que es lo que en verdad importa de un político). Insultos como los de Del Sel no ilustran sobre el proyecto que se sustenta, aunque sí muestra la calidad de su reflexión. En todo caso van en la misma clave de no hablar de lo importante. Claro que es de esperar que la comunicación concentrada encubra y dificulte este debate hablándonos de las confesiones de tal con su hija o del último espectáculo de cual, en lugar de abordar los temas de interés común. Seguramente construirán personajes queribles no políticos de un lado y políticos estereotipados como corruptos, confrontativos, alejados de “las necesidades de la gente”, negativos, por otro. Quizá la novedad de estos tiempos es que es probable que se encuentren algunos, varios, políticos que se paren sobre la política y se resistan a jugar ese juego. Que no vayan “a la cama con Moria”. Que no estén dispuestos a ponerse nariz de payaso para salir en televisión. Quizá algunos reivindiquen la política. Quizá lo hagan reconociendo sus lacras y postulando alternativas para superarlas. Quizá lo hagan proponiendo caminos colectivos y no individuales. Parte del crecimiento de los últimos años tiene que ver con ampliaciones de derechos de un pueblo que comienza a tener conciencia de sí y se asume protagonista informado. No parece un pueblo que se vaya a resignar dócilmente a que le arrebaten nuevamente lo sustancial de la política.

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