martes, 26 de marzo de 2013

Pensar la economía. Cambiar la cabeza.

por: Carlos Almenara Coordinador AFSCA Mendoza Hace unos días vi por televisión un fragmento de un noticiero local en que un egresado de la Universidad de Cuyo, licenciado en economía, analizaba la coyuntura. El lenguaje sigue siendo exactamente el mismo de la década de los noventa. El neoliberalismo más ramplón que nos llevó al desastre como país. Estos años han implicado transformaciones extraordinarias en el terreno de los hechos, sin embargo, muchos, incluso quienes reconocen esas transformaciones siguen pensando del mismo modo que durante el auge neoliberal. Es que ese discurso simplón, esa metáfora entradora de que “manejar un país es como administrar un hogar” está metido hasta el tuétano en nuestro sentido común. La comparación es muy simpática, pero es equivocada. Un país tiene resortes que no tiene una familia, el funcionamiento de una economía nacional tiene una lógica totalmente distinta de la de un hogar. Habrá ocasión de explicar mejor este punto. Quiero seguir con el economista entrevistado por el noticiero. Muy suelto de cuerpo esta persona afirmaba que en Argentina era menester “subir la tasa de interés”. Explicaba que para disminuir la inflación y la presión sobre el dolar “blue” había que hacer atractivas las tasas para que quienes tuvieran pesos los pusieran en plazos fijos. Me impresionó escucharlo de sopetón pero es en realidad el gran debate de la economía y la política en Argentina. Profundizar la transformación, las políticas económicas heterodoxas que recuperaron el control político de la economía o volver a los noventa, volver a la “autorregulación” de los mercados, volver a la sujeción de la política al mandato de las corporaciones económicas, volver a un Estado gendarme que sólo sirve para reprimir pero no para asistir ni equiparar. Estos casi 10 años desde 2003 hemos vivido el ciclo de crecimiento económico más extraordinario de los 200 años que llevamos como país. ¿Qué dicen las oposiciones? Que ha sido el “viento de cola”. Falso. Hubiera sido imposible ese crecimiento con las políticas neoliberales. Pero más importante aún, ese fenomenal aumento del producto no se hubiera traducido en esta magnitud en ninguno de los fundamentales indicadores que tanto han mejorado estos años: disminución del desempleo, disminución de la pobreza, disminución de la indigencia, aumento de la igualdad. Estos indicadores tienen rostro humano. Hablan de que niños que pasarían hambre en el modelo neoliberal hoy comen, hoy sus madres cobran una asignación universal que les da un piso de dignidad, hoy van a la escuela y al Centro de Salud. Cuando un señor, que además se arroga un supuesto saber, y, lo que es escandaloso, proviene de la Universidad pública, dice que hay que aumentar la tasa de interés, lo que le está diciendo es que hay que “enfriar” la economía, que no importa si aumenta el desempleo, en el largo plazo... En el largo plazo estaremos todos muertos decía J.M. Keynes. El modelo neoliberal inhumano, perverso y mentiroso sigue con sus defensores tan orondos. Todo lo que dicen es mentira. Una inmensa mentira que ya le ha costado demasiado sufrimiento a la humanidad.

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