Por:
Carlos Almenara*
El día
miércoles 17/6 Telefe entrevistó al presidente. El reportaje ha sido muy
difundido. En particular se llevó las miradas un cruce de Alberto con Cristina
Pérez.
Se aprecian varias cosas. En primer lugar la hostilidad,
agresión, falta de respeto y violación de cualquier deontología periodística
por parte de la entrevistadora.
No siempre fue así. Veamos otros tiempos.
Tiene todo derecho Cristina de ser amiga de Macri, si quiere
puede llevarle cigarrillos cuando esté en la cárcel, no es ese el asunto. Puede
también ser una periodista militante, como lo es.
Podríamos detenernos en si es legal, legítimo y razonable
que haga ese juego, en un canal de televisión oligopólico, pero tampoco vamos
allí.
Previo a todo necesitamos entender cuál es el juego.
En redes sociales hubo alegría kirchnerista porque Alberto
“sacó de paseo” a Cristina Pérez.
Evidentemente si nos atenemos al nivel racional, al
lenguaje, a lo que se dijo, la diferencia es apabullante. Si fuera una disputa
de argumentos, de dar razón suficiente de algún hecho, la “victoria” de Alberto
sería absoluta. ¿Pero se trata de eso?
Me gustaría, por partida doble, compartir la alegría. Me
gustaría como kirchnerista y me gustaría como defensor de la razón,
imprescindible para construir una sociedad mínimamente vivible. Lamentablemente
soy portador de malas noticias.
No es la razón el terreno en que la derecha plantea su
disputa en estos tiempos.
A nivel del texto, de la palabra emitida, la distancia es
apabullante. Es un docto frente a un terraplanista. No hay equivalencia. Alcanza
ver los energúmenos que balbucean sandeces en cada cacerolazo contra el
gobierno para comprender que no hay lógica argumental posible que vertebre sus
discursos.
Pero no es allí donde el macrismo combate. Es a nivel del
gesto y la emoción.
Si miramos de nuevo el fragmento en esa clave, la cosa
cambia.
¿Qué vemos?
Vemos a la chica del noticiero enojada con el presidente.
Haciéndole reproches.
Vemos al presidente que le contesta con suficiencia. Casi
con soberbia.
Vemos a la chica del noticiero a la que el “sabelotodo” deja
callada.
¿Es este un efecto espontáneo?
Claro que no. Es el juego que mejor juegan y que más les
gusta.
Por eso los medios hegemónicos y Cristina Pérez festejaron
su gol.
Lo que produce cierto desasosiego es la asimetría en la
formación conceptual para entender estos temas. Los soldados del terrorismo
oligárquico aventajan largamente a los cuadros del campo popular que se regocijan
en “tener razón”. Y esto es algo que hasta Cristina Pérez puede entender.
Imagen: Exitoína – Perfil.
*docente y periodista. Autor de “El faneróscopo de Eliseo.
La máquina semiótica del grupo Clarín”.
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