sábado, 9 de enero de 2010

El tema Banco Central

Por: Carlos Almenara
9 de enero de 2010

Sólo la concentración monopólica de la comunicación y la decidida construcción de un discurso fascista posibilitan la manipulación de significados que vivimos.
Todo lo que Clarín y sus socios agarran lo transforman en el siguiente mensaje o metamensaje:
Estos usurpadores (el gobierno) con malas artes nos quitan lo nuestro. Lo propio del pueblo sano, de Todos Nosotros (TN). Ergo urge detenerlos. Todos los medios son válidos.
Por supuesto que una transmisión en continuado dará a los espectadores una idea más acabada de la zozobra que se vive.
Así construyeron los cacerolazos de teflón y así esperan derrumbar al gobierno.
En otro lugar he abordado este tema. Lo presento ahora a cuento de la cuestión Redrado y BCRA porque aquí también hacen el mismo juego.
Violando la Carta Orgánica del Banco Central, el gobierno echa a Redrado, egregio defensor de nuestras reservas, patrimonio de TN todos nosotros. No hay que dejarlos pasar. No hay que dejarlos que sigan avasallándonos, violando las instituciones. No hay que dejarlos que roben nuestro dinero.
Ese es el discurso de Clarín, que vemos repetirse hasta el cansancio en todos los medios de propiedad del grupo (entre otros Canal 13, TN, Diario Los Andes, pero también repetidos cada media hora en los titulares de quienes levantan la señal) y también de sus socios que se han percatado la profesionalidad de Clarín para manipular opinión (La Nación, Crítica, Fontevecchia, Vila-Manzano, América y otros, no muchos, pero sí repetidos).
Claro que no es así. Expliquemos.
Hay instituciones funcionando plenamente y de hecho jueces que están dando dolores de cabeza al gobierno. También habría que mirar a los jueces que en muchos casos dejan que desear, por caso en Mendoza tenemos jueces que viven en el Dalvian y suelen fallar a favor de los intereses del dueño del predio. Pero como sea, hay jueces, hay instancias jurídicas y están actuando plenamente.
No hay nada de autoritario en que el gobierno quiera intervenir en la fijación de la política monetaria. Está bien que lo haga. La idea de que el Banco Central es intocable es tributaria del neoliberalismo. Como explica Tomás Lukin en Página 12 del 7 de enero citando un informe de Cefidar “los defensores de estos modelos ‘tienden a considerar a los gobiernos electos como agentes insensatos, ineptos y oportunistas, en tanto aprecia a las autoridades monetarias como funcionarios sensatos, idóneos y consustanciados con los intereses de los ciudadanos’”. Esto es falso claramente en el caso argentino toda vez que entre 2003 y 2009 las reservas pasaron de 8 a 48 mil millones de dólares, no fruto de la independencia sino de un modelo económico sustentado en superávits gemelos. Los más asépticos técnicos del Central no resistieron la corrida de final de convertibilidad, liquidaron las reservas con fuga de capitales y megacanjes incluidos. Quienes hoy hacen dogma de la independencia del Banco Central no pueden abstraerse de inscribirse en el más ramplón recetario neoliberal. La maniobra de presentar esto como un avasallamiento institucional esconde este fondo, el de sustraer la potestad monetaria del instrumental estatal.
Pero además no hay ningún avasallamiento sino la plausible decisión de promoción económica totalmente legal, legítima y sustentable. Legal porque están dadas todas las garantías jurídicas (resulta notable el modo en que se escuchan legos pontificando con que se violó una norma legal), legítima porque es absolutamente legítimo que el gobierno maneje resortes de política macroeconómica, siendo además éste un gobierno con autoridad moral toda vez que sextuplicó las reservas y lógico resulta que pretenda que el Central acompañe objetivos de crecimiento y baja de desempleo, y sustentable porque las reservas resultan compensadas con bonos y representan un monto que no pone en riesgo la estabilidad monetaria.
Es ilustrativo recordar que el mismo Redrado hoy reivindicado por la oposición hizo todos los deberes que le pidieron desde el Ministerio de Economía hasta ahora, por caso la política de sostenimiento del tipo de cambio es una muestra palpable que el Central, correctamente, no ha estado ausente de las políticas macroeconómicas nacionales.
Por supuesto está todo abierto a debate, se puede estar más o menos de acuerdo con el Fondo del Bicentenario, se puede tener una opinión favorable al gobierno nacional o no, lo que hace imposible el debate es la supresión del pluralismo, la inscripción de cualquier mensaje en el relato “el otro, el radicalmente ajeno, el menos que humano, nos roba” que hace Clarín. Los medios tienen una responsabilidad extraordinaria en posibilitar debates democráticos. No es respuesta la “libertad de prensa” como libertad del editor de manipular, deformar, mentir y machacar con un discurso fascista. El derecho a la información de los ciudadanos tiene un rango por lo menos semejante y son los medios la arena del debate público. Tienen entonces los medios un deber con la democracia.

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