jueves, 5 de agosto de 2010

Las imprescindibles retenciones

Por: Carlos Almenara – Referente de Espacio para la Reparación Social
c.almenara@hotmail.com

El lunes 2 de agosto El Sol publicó una extraordinaria explicación de Aldo Ferrer acerca de por qué las retenciones a la exportación de granos son imprescindibles.
La cuestión que se discute con las retenciones son los precios relativos de nuestra economía. Éste es el principal problema. ¿Por qué? Porque de lo que se está hablando es de la posibilidad de términos de intercambio diferenciales. Ocurre lo siguiente: en Argentina se puede producir rentablemente soja con un dólar de $ 2, pero no se pueden producir tractores ni autos ni aceitunas ni vino ni pera con ese valor del dólar que es la moneda de referencia internacional para valuar los bienes en nuestra región.
Entonces, si el precio del dólar fuera de $2 ¿qué produciría Argentina? Soja, granos, algunos productos primarios. ¿Por qué no produciría autos, tractores, aceitunas, vinos ni peras? Porque sería más barato importarlos. Recordemos que en los noventa las aceitunas que encontrábamos en los supermercados eran españolas, los duraznos, griegos. ¿Cómo fue posible esto en una Mendoza que desde siempre produjo aceitunas y duraznos? Porque la convertibilidad congeló por ley un tipo de cambio que hizo perder competitividad a las economías regionales.
¿Qué pasa con un dólar a $ 4 como ahora? La industria puede trabajar, las economías regionales también, productos que antes se importaban ahora se fabrican aquí, la economía se orienta a proteger el trabajo nacional, no a importarlo.
Pero Argentina tiene una particularidad, ¿qué pasa con el productor de soja con un dólar pleno a $ 4? Tiene una rentabilidad extraordinaria, súper extraordinaria. Pero ese no es problema central, hay dos problemas mayores, el deterioro del poder de consumo popular y la sustentabilidad de largo plazo del tipo de cambio.
Los bienes para los que Argentina tiene una fenomenal ventaja comparativa son los productos derivados de la pampa húmeda, son alimentos necesarios. El efecto de una eliminación de las retenciones sería un encarecimiento inmediato de todos los alimentos. Resulta risible y sólo adjudicable a la mala fe el argumento que no comemos soja. - Mire la mala política agropecuaria actual que ha subido el precio de la carne – dice Biolcati – a renglon seguido, la cantinela de que bajen las retenciones a la soja. Es precisamente una baja de las retenciones lo que haría aumentar más el precio de la carne, es precisamente que las retenciones a la soja no son suficientemente altas lo que hace encarecer la carne. Contradiciendo en un extraño sentido la teoría económica y con inocultable cinismo decía uno de estos personajes – déjennos ganar con la soja para poder mantener las vacas. Mentira, no hicieron ni hacen eso, ganan con la soja y desertifican los campos con la soja. No plantan ni plantarán cultivos menos rentables, ni destinarán los campos a ganadería por caridad.
No solo que bajar las retenciones a la soja sería inconveniente para la diversidad productiva rural, para la soberanía alimentaría y para la preservación de los suelos, sino que al contrario la medida correcta destinada a estos objetivos es subir las retenciones a la soja. Si suben las retenciones a la soja, campos ahora destinados a ese cultivo se destinarán a ganadería, a lechería, a trigo, maíz, apoyados en una racionalidad (no la única) que entienden, los empresarios harán lo que es mejor negocio.
Sin retenciones operaría un sistema cambiario que haría difícil sostener en el tiempo lo que Ferrer llama un tipo de cambio de equilibrio desarrollista volviendo a lo que ha sido la tendencia de largo plazo de la economía, un peso sobrevaluado. Lo que Biolcati sin ilustración pero con el instinto que corresponde a un presidente de la Sociedad Rural explicaba como la Argentina del centenario. Con claridad lo plantea Biolcati, su modelo agroexportador es incompatible con un modelo que contenga industria y economías regionales; no es válido lo inverso, un modelo productivo con inclusión tiene lugar para una economía rural pujante. Pero dirimir esta encrucijada representa un desafío de otro tenor, no económico.

El problema político

Las retenciones a las exportaciones constituyen medidas económicas razonables, conocidas y aceptadas por la teoría económica y de larga tradición en el país. No sólo son defendibles, son absolutamente necesarias para el desarrollo industrial de la Argentina y de las economías regionales, el problema de su defensa es político.
El modelo de funcionamiento del sistema político vernáculo al calor de canallas como Carrió y fascistas como Clarín derivó en un juego de deslegitimación radical del gobierno nacional, sólo sustentado y sustentable en la concentración mediática del periodismo independiente de la realidad, que fundó un escenario en que todo vale para “voltear” el gobierno. En esa clave puede leerse la agenda de buena parte de la oposición. ¡Macri pide aumento de las jubilaciones! ¡Los que votaron a favor de las AFJP ahora pontifican sobre dinero que antes dejaron robar y fugar! ¡Biolcati se preocupa por la pobreza!. En fin, ejemplos de semejante desfachatez sobran.
Una cosa cabe advertir una vez más, el juego de la proyección o traslación. Adjudicar al otro algo que yo estoy haciendo. Biolcati hace un discurso violentísimo acusando al gobierno de ... confrontativo ¿? Ese es un juego que usaron en la discusión por la Resolución 125 y que intentan reiterar ahora.
Probablemente Biolcati se pregunte por qué muchos que antes le festejaban las ocurrencias ahora disimulan incómodos el vínculo. Es que mucho ha cambiado y cambiará aún más. La “proeza” regresiva contra la nación de los cruzados del empresariado agropecuario sólo fue posible por Clarín. Ellos fueron un accidente de la concentración mediática. Pero Clarín está en crisis terminal, sus estrategias no alcanzan a la subsistencia. No puede ofrecer la cobertura de otrora.
Biolcati es Biolcati y vuelve a ser visualizado como lo que siempre fue, un representante de la oligarquía que esquilmó el país, mató generaciones e intentó hacer sus riquezas aquí para gastarlas en Europa. Siempre hambreando la población.
Porque el modelo agroexportador que a ellos les gusta no solo lo quieren para ganar plata, quieren que el resto se hunda. Son acérrimos opositores al desarrollo nacional. El “granero del mundo” es eso. Los únicos que “zafamos” somos nosotros es el metamensaje que nos mandan estos personajes. No sólo quieren rentabilidad quieren la diferencia, tanto como que ellos ganen les importa que los otros pierdan.
Finalmente, qué es, en qué se basa el reclamo por baja de retenciones. ¿Pierden plata? No, con lo caraduras que son ni ellos se atreven a decir eso. Finalmente sólo es que “el Estado se está quedando con su plata”, como dicen. Falso, totalmente falso. Corresponde a una lógica antisocial que hay que desterrar porque solo lleva a la destrucción del planeta y del hombre.
Pero por supuesto, no tenemos expectativas respecto de Biolcati. Lo que dice es lo esperable del personaje, quienes tienen que tomar nota del nuevo escenario son los representantes políticos. Y cada vez más políticos opositores tomarán cuenta de la nueva realidad, también con una lógica que ellos entienden. Si quedan pegados a Biolcati van a quedar muy escrachados socialmente. Hay todo un espacio de conveniencia vacante para opositores razonables que se despeguen de estos personajes decadentes. Y como se sabe, nuestros políticos no suelen dejar espacios vacíos.
La solución al problema político debería permitir una fuerte reformulación de la política agropecuaria, aumentos de las retenciones a la soja incluidos.

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