domingo, 18 de septiembre de 2011

Sarkozy - Kagame

Sarkozy - Kagame
Por: Carlos Almenara
c.almenara@hotmail.com
No es una invocación de nadie. Menos de Reporteros sin Fronteras (RSF) que manifestó en París con pancartas de decían "Kagame depredador".
Según un cable de EFE del 13 de setiembre, Jean-François Julliard, secretario general de RSF, afirmó que "parece que a Francia le agrada invitar a depredadores de la libertad de prensa" y recordó que el Elíseo recibió en 2007 al ex mandatario libio Muammar Khadafi e invitó en 2008 al presidente sirio, Bachar al Asad, a celebrar en París la fiesta nacional francesa.
Tampoco parece atractivo a la comunidad ruandesa de París dado que el mismo cable sostiene que "la llegada de Kagame a la capital francesa provocó ayer manifestaciones de ruandeses contrarios al régimen que bloquearon la carretera periférica de la ciudad e incendiaron un coche".
Paul Kagame es desde 2000 el presidente de Ruanda. Líder histórico del Frente Patriótico Ruandés (FPR) es acusado por jueces franceses y españoles de delitos de lesa humanidad. También fue acusado por la ex fiscal Carla del Ponte y hay quien sostiene que del Ponte perdió el cargo de fiscal para los crímenes en Ruanda por acusar a miembros del FPR, entre ellos, Kagame.
El genocidio ruandés comenzó en 1994 cuando un avión que transportaba a los presidentes de Ruanda y de Burundi fue derribado por un misil tierra - aire. Se acusa a Kagame de la operación pero hay controversia al respecto. El hecho se continuó con un genocidio indescriptible por parte de la élite de la minoría hutu que controlaba el gobierno de Ruanda contra los tutsi (etnia mayoritaria). Se estima en 800.000 el número de muertes.
El FPR continuó la lucha. Conviene saber que Kagame, como suele ocurrir en estos casos, ha recibido entrenamiento militar en Fort Leavenworth, Kansas, Estados Unidos. Finalmente el FPR triunfó e inició una venganza que se considera que dejó entre 25.000 y 100.000 civiles hutus muertos. Es por estos crímenes que se lo acusa a Kagame.
Durante 16 años Francia tuvo una distante relación diplomática con Ruanda ya que había jugado todas sus fichas al sostén de la minoría hutu y fue acusada de corresponsable del genocidio por el gobierno del FPR.
El 12 de setiembre Kagame entró al Elíseo en medio de efusivos saludos del presidente francés. Correspondía a una visita de Sarkozy a Kigali hecha un año antes.
La compleja historia ruandesa, esa de difíciles mixturas étnicas, de sometimiento y pobreza tiene enorme complejidad. Pero lo que sí demuestra este encuentro sin ambigüedad alguna, es el doble estándar, el cinismo, de la política internacional francesa que al tiempo que bombardea Libia en nombre de la defensa de los civiles y amenaza a Siria con similares argumentos, bombardea civiles y depreda los recursos naturales de los países nuevamente colonizados. Ha trascendido la disposición del Consejo de Transición libio a que no menos del 35% de los nuevos contratos petroleros sean otorgados a Francia. Pero además, el presidente francés se reúne con un presidente acusado de un genocidio que costó entre 25.000 y 100.000 vidas humanas.
Quizá tengamos que aceptar el argumento del gradualismo: antes Francia era socio de un gobierno responsable de un genocidio que costó 800.000 vidas, ahora lo es de uno que costó 8 veces menos. Si no fuera por lo espantoso de la situación hasta sería gracioso.
Para quienes gustan reducir los análisis políticos a subjetividades, es interesante pensar cómo razonará, como sentirá, alguien como Nicolás Sarkozy, que estuvo varias veces abrazado a Khadafi y luego mandó a bombardear su casa. Uno podría imaginar escenarios de guerra, pero mandarle a bombardear su casa, pretender asesinarlo... después de andar a los abrazos con él, sin aceptar negociación... no deja de ser muy sugestivo para imaginarnos cómo son los líderes de estos países poderosos. Lo mismo vale para Hillary Clinton que estaba “encantada” de recibir a Khadafi hijo, o de Berlusconi, que aceptaba de buen grado la reivindicación de Khadafi a los luchadores libios contra la Italia colonial, no sabemos si por cortés o por ignorante.
En fin, que si estos comportamientos se convierten en un patrón, bien haría Kagame en moverse con cuidado con sus nuevos amigos. Bien haría la opinión pública mundial en precaverse de estos personajes que además de oprimir pueblos, mancillan las banderas de los derechos humanos cuando los subordinan a sus intereses.
La opinión pública francesa que ha tenido en muchas ocasiones del pasado reparos y cobijos para las mejores sensibilidades, tendría que tener una voz más clara sobre estos temas.

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