domingo, 22 de junio de 2014

Buitres políticos

21 de junio de 2014

El fallo de la Corte de Estados Unidos en que ratifica las decisiones previas del juez Griesa es un contundente mensaje político. Una compleja y pesada señal política.
Compleja como laberíntico es algunas veces el funcionamiento imperial. Veamos un ejemplo: Obama anuncia que bombardeará a los mercenarios del norte de Irak, al día siguiente Obama anuncia que no bombardeará a los mercenarios del norte de Irak. Vienen corridos desde Siria, son los que Estados Unidos, insiste, deben ser considerados “el Estado sirio”. Se lo hicieron a Libia y en el medio se “perdieron”, dicen, 70.000 millones de dólares. Una admisión increíble de culpabilidad por parte del sistema imperial fue la propuesta de financistas italianos de “devolver en cuotas” la plata libia que habían “congelado”.
Resulta que son sus mismos “pollitos” los que desestabilizan a sus amigos iraquíes. Pero quizás a Obama no se la habían explicado completa. Parece que su amigo presidente iraquí ha dado alguna preocupante señal de autonomía y aprovechan a los muchachos que vienen escapando desde el otro lado de la frontera con Siria para generarle turbulencias.
Es que el sistema imperial está desquiciado pero suelen imponerse los halcones. Obama que llegó prometiendo levantar Guantánamo pasa un sofocón cada vez que se le recuerda. Qué tanto discute Obama con los halcones y si el mismo Obama no es un halcón es sólo materia especulativa al gusto del lector.
Este recorrido por acontecimientos bélicos estadounidenses ilustra sobre qué implicancia puede otorgarse al interés del gobierno del presidente norteamericano por el devenir de la causa de los fondos buitre.
Es decir el fallo es político, es imperial, y forma parte de la expresión que los halcones del Tea Party, de las armas y de las finanzas internacionales proponen como un retorno a la época de la globalización unipolar, la gloriosa época Reagan modernizada, remixada con las tecnologías actuales.
La pregunta siempre remite a los núcleos político-históricos medulares. Qué hacer en esta coyuntura es también responder a cómo nos vamos a relacionar con el imperio y el resto del mundo.
El fallo, de cumplimiento imposible, apunta a derrumbar la renegociación de la deuda externa. Cumplirlo literalmente supondría abrir la puerta a la duplicación o triplicación de las acreencias internacionales actuales, ¿y qué con ello?
Lo de siempre, la función de la deuda desde el empréstito de Rivadavia con la Baring Brothers fue someter la capacidad de decisión nacional.
Es interesante señalar cómo lo que desde la perspectiva “económica” a secas no puede ser explicado resulta evidente cuando se aborda la disciplina como corresponde, es decir se lo hace desde la mirada de la “economía política”. Me refiero a que los gobiernos conservadores, económicamente ortodoxos, que teóricamente debieron haber funcionado con equilibrio fiscal fueron los responsables de la deuda eterna y gobiernos populares, digamos más keynesianos, en cuya teoría puede legitimarse algún nivel de déficit fiscal, como el actual, desendeudaron al país. Y es lógico, claro y evidente: el papel de la deuda externa ha sido y es someter al país, encumbrar una oligarquía cipaya y asfixiar cualquier conato de rebeldía popular.
Entre las cuentas pendientes para revisión de la oligarquía argentina están las vinculadas a su imposibilidad de articular un proyecto de país soberano (además de recurrir al genocidio para sostenerse y tantas más).
Es decir pagar el fallo no es sólo pagar el pagar el fallo. Medios buitre, políticos buitre, “economistas” buitre, se solazan. Es volver al modelo agroexportador. Implicará un fenomenal ajuste, el abandono de todo intento industrializador, el aumento del desempleo con el consecuente disciplinamiento de los amenazados por la pérdida del trabajo... en fin ¿no es el país del consenso del que tanto hablan?
Claro que siempre hay lugar a una concepción política autoexpresiva que se desentienda de las consecuencias para el país y para el pueblo y proponga soluciones maximalistas sin parámetro alguno en el mundo. Concepción que le suma a los que discuten poder en serio y se presentan como la alternativa al kirchnerismo.
Con una presidenta como Cristina Fernández de Kirchner los argentinos tenemos sobrados motivos para confiar en que el liderazgo de este proceso se realizará con patriotismo, razonabilidad y compromiso político con los más humildes en un mundo muy difícil.
Atentos, unidos, organizados y apoyando a Cristina este difícil momento podremos convertirlo, como dice Carlos Raimundi, en una epopeya.

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