Por: Carlos Almenara
El
sábado 18 de febrero se conoció la detención de César Milani, jefe del Ejército
durante el último tramo de la segunda presidencia de Cristina.
El
hecho sirvió para solaz de la claqué oligárquica macartista del plan
sistemático de saqueo y esclavismo cuyo abanderado es Mauricio Macri. Con su
reconocida saña pretendieron calumniar a
la militancia kirchnerista y de Organismos Derechos Humanos. A ellos está
destinado este texto.
Lo que
se pretende con el encarcelamiento de Milani y con su tratamiento mediático es,
además de desprestigiar a Cristina, invalidar la política que en materia de
memoria, verdad y justicia se llevó entre 2003 y 2015.
Cuesta
mucho combatir el tamaño de la confabulación a que son sometidas las genuinas
expresiones populares. Las buenas personas, quienes tienen la mínima empatía
necesaria para vivir en sociedad, esperan encontrar en el interlocutor algún
código común, una base de buena fe que haga posible la comunicación. No es el
caso con los propagandistas de Macri y su proyecto, como Clarín, La Nación,
Durán Barba y Marcos Peña. Sin compromiso alguno con la lógica, las reglas de
la enunciación y la convivencia casi imposibilitan el debate.
Pero
vamos.
- Es trampa que
los impulsores del revival teórico de la dictadura pugnen por la detención
de Milani por delitos durante la dictadura.
Por
ejemplo, La Nación, que no hay mes que no editorialice sobre la necesidad de no
seguir con los juicios de la verdad, el sábado 18 presentaba una tapa que de
verla nomás, uno imaginaba la sonrisa satisfecha de los editores.
¿Podemos
decir que La Nación defiende la dictadura? No parece una exorbitancia.
Sin
embargo, La Nación no usa la lógica propia de su relato, no se para en su
ideología para enunciar, al contrario se para en el punto antagónico a su
posición.
La
Nación, que todos los días te dice “no fueron tan graves los crímenes de la
dictadura”, “era tan necesaria dadas las condiciones”; ahora te dice con
Milani, “¡Qué terrible este Milani!, mirá, cometió crímenes con la dictadura”.
De su propio relato, de la ideología de La Nación uno esperaría que minimice el
tema o que lo plantee en la clave en que han planteado otros casos.
El caso
de La Nación es también el de Clarín.
Es
decir, sería vano suponer que Magnetto contará en qué consistían sus diálogos
con el torturador de Lidia Papaleo antes de cada sesión. O que la Sra.
Ernestina contará quiénes son los chicos que “encontró” en el jardín de su casa
y cómo llegó a ellos. Nada de eso ocurrirá porque a Clarín no le interesa que
se haga justicia con esos crímenes. No están arrepentidos de ser coautores de
ese período.
Es
evidente que la razón del regodeo es pegar a Milani con Cristina y sostener que
la política de Derechos Humanos de Néstor y Cristina fue una impostura
sostenida en la mentira. Pero no abordemos esto todavía.
Pensemos
en lo que suele llamarse el “contrato de lectura” entre La Nación y sus
lectores. Esto es, qué espera encontrar un lector de La Nación, cuál es el
pacto implícito construido a lo largo del tiempo. Espera un pedido de cese de
los juicios de la verdad. La Nación, en cambio, lo “sorprende” con los Derechos
Humanos en clave de memoria, verdad y justicia en positivo. Ello no significa
una ruptura del contrato porque, como ya han establecido, con tal de perseguir
a Cristina… La Nación y sus lectores son capaces de condenar a la dictadura y
pedir memoria, verdad y justicia.
Claro
que es una farsa. Una farsa que todos conocen, aceptan y que tiene una lógica
que, cuando se devela, muestra su terrorífico rostro.
Éticamente
supone una excepcionalidad para la que todo vale. Hay una larga raigambre de
funcionamiento de la oligarquía argentina en esta clave.
De
algún modo, todos los golpes militares se hicieron bajo la “ética de la
excepcionalidad”. La oligarquía argentina que se ve a sí misma como la
quintaesencia de la república, no podría, por definición, violar la
constitución. Pero cuando los hechos le enrostran que, efectivamente, cometen
tropelías tiránicas, entonces recurren a la excepcionalidad. El populismo, el
tirano prófugo, la demagogia, los subversivos, son algunos de los enemigos para
los que las reglas del derecho no valen. No es que no sean republicanos, es
que… es que… es con ellos, con ellos no se puede. Siempre hay un enemigo que
justifica que “el exceso”.
Es la
misma clave de lectura de La Nación y Clarín. Todos ellos saben, todos sabemos,
que las primeras planas vistas no auguran una decidida militancia de esos
medios pro memoria, verdad y justicia. Muchos lectores aceptan entusiastas que
eso vale para atacar a Cristina, como tantas otras cosas, total, para parar los
juicios sus diarios tienen las otras 29 tapas del mes.
Vale
acotar que, coherente con los tiempos, el principal instrumento de difusión de
proclamas gubernamentales, el vomitivo programa televisivo “Intratables” siguió
esta misma línea. Luego de más de más de un mes de instalar la “reconciliación”
adoptó con fruición el “escándalo” ante los supuestos crímenes de Milani.
Básicamente,
la ética de la dictadura es la misma detrás del tratamiento mediático del “tema
Milani”.
- Igual, no
importa, no es ése el análisis principal.
Otra
trampa del complot oligárquico es la calumnia que tapa la estructura.
Supongamos que Milani sea culpable de los delitos que se le imputan. Eso no
mueve un ápice el balance de las políticas de Derechos Humanos de Néstor y
Cristina.
Es
sistemático el bombardeo que bastardea el análisis en esta clave. Que Néstor
hizo plata con la 1050, que nunca defendieron los derechos humanos, que en
Santa Cruz tal, que en Santa Cruz cual. Además que las imputaciones son siempre
mentira, no sirven para demostrar nada.
Las
políticas de Derechos Humanos de Néstor y Cristina Kirchner plasmaron las
demandas de treinta años de los organismos, con creces.
La
trampa epistemológica de la confabulación oligárquica siempre es la misma.
Recurrir a una anécdota, a un supuesto hecho invalidante de la persona que se
pretende demonizar. Generalmente son falsedades pero le permite al complot
oligárquico no discutir las políticas. Lo hicieron con Yrigoyen, con Lencinas,
con Perón, con Alfonsín, con Néstor y con Cristina. A todos acusaron de
ladrones, y con eso aplicaron políticas fuertemente regresivas y
concentradoras. Nunca discutieron las políticas de los líderes que surgieron de
la política, sólo los calumniaron y con ello evitaron un debate que nunca
podrán dar.
- La política
de Milani como jefe del ejército fue positiva y transformadora.
Nada de
lo que se imputa a Milani cambiará que su jefatura en el Ejército mantuvo el
apoyo político de esa fuerza o por lo menos su aquiescencia ante los juicios de
la verdad. Eso, con Macri ya cambió.
Son
numerosos los reportes oficiales o extraoficiales por los que se observa una
reconstrucción de un espíritu faccioso que produjo las peores atrocidades de la
historia.
Por
supuesto, con Macri, un ejército al servicio de la oligarquía vuelve a ser el
piso básico, lo más elemental, lo que no puede ser de otro modo para los
responsables de todas nuestras desgracias.
Milani
permitió, al menos fantasear, con que el Ejército tiene que estar al servicio
del pueblo. Y si las consideraciones anteriores ya son suficientes para que se
haya ganado la persecución, esto agrega pimienta.
- #MacriBasuraVosSosLaDictadura
Los
oligarcas, como dijimos, nunca discuten la política, sólo atacan o
desprestigian a las personas. Las políticas no las discuten, las imponen.
La
política de Macri en Derechos Humanos está basada en el engaño y la regresión.
No
haremos un listado exhaustivo. Alcanza con mencionar el negacionismo del mismo
Macri respecto a la cifra de detenidos desaparecidos, acompañado en el empeño por
Lopérfido, Gómez Centurión y el ministro del área, Claudio Avruj. Gómez
Centurión avanzó aún más negando el terrorismo de estado.
Pero
esos aspectos corresponden a la dimensión del cambio cultural de Cambiemos.
Macri
es la dictadura, no porque la reivindique, que lo hace, sino porque aplica las
mismas políticas.
Y no es
sólo la política económica de hambre y concentración en que repite hasta los
mismos eslóganes propagandísticos como aquél de la dictadura que promocionaba
la compra de productos importados. Es la dictadura, también, porque construyó un
clima inédito de persecución política, privación de derechos cívicos,
espionaje, sofisticadas torturas, complot, armado de causas judiciales fraudulentas,
como nunca ocurrió con un gobierno que haya sido votado.
Un referente de los juicios, Carlos Rozanski fue obligado a renunciar carpetazos mediante, por la SIDE, Garavano y el Consejo de la Magistratura.
La
prisión política de Milagro Sala es sólo una de las constataciones adicionales. Las
requisas de madrugada a militantes de la Tupac Amaru es menos difundida. Allí
patotas policiales y parapoliciales de Morales entran a hogares de los
militantes y le secuestran elementos como electrodomésticos diciéndoles “me
llevo esto que ustedes se robaron”. Ya la ONU, la OEA y organismos de Derechos
Humanos de todo el mundo han corroborado que en Jujuy no funciona el estado de
derecho.
Vale
mencionar un botón que muestra hasta dónde llega el complot. Los primeros
tiempos de la detención de Milagro Sala, estando detenida e incomunicada el
televisor del lugar estaba fijo en TN. Esto ya es tortura, pero Magnetto
incursionó en métodos nuevos. Una noticia falsa: mataron a la hija de Milagro
Sala en un ajuste de cuentas. Sin que nadie pudiera comunicarse con Milagro.
Viendo esa noticia...
- Los únicos
que queremos saber la verdad somos nosotros. Un juicio justo y
transparente como tuvo hasta Videla.
Nadie (de
nosotros) ha negado la necesidad de enjuiciar a Milani. Nosotros queremos saber
la verdad. Y como en todos los casos queremos sancionar a los responsables como
corresponde en un estado de derecho.
Nosotros
queremos la verdad.
Ellos
son la encarnación de la mentira. Con una desfachatez que nunca vimos. Un
complot del que los medios tienen participación protagónica.
Macri
retira las querellas del estado en todos los juicios de lesa humanidad. En el
caso Milani pidió ser querellante. No quiere ser querellante en ningún juicio
por delitos de lesa humanidad y dicen “es tema judicial” pero pide ser
querellante contra Milani, porque es claro que no quieren la verdad quieren
perseguir.
Destruyen todas las reparticiones destinadas a conocer la verdad de aquellos años y hoy ya nadie piensa que con Macri presidente se podrá juzgar a Blaquier, Magnetto y otros coautores civiles de la dictadura.
Las
Madres, que son el pilar ético de la Nación, nunca lucharon por más (ni menos)
que juicios justos contra los genocidas.
A
Milani, detenido, le mandan matones a provocarlo a la cárcel.
Otra
muestra del complot: aquí se puede ver cómo Magnetto lo presenta como una pelea
por la mayonesa y los trolls del macrismo se burlan en sintonía.
Esto
también se llama tortura y muestra quién es Macri.
En el
macrismo no hay una verdad, no hay una sola cosa que digan que no sea un
engaño. Sí tienen su causa, pero no la pueden hacer pública porque tiene un
rostro putrefacto.
Los
canallas que usan estas cosas del complot oligárquico para enarbolarlas desde
otro lugar de enunciación no pueden. Es fruta venenosa. El troskista que se
cree vivo por dar por cierta esta ignominia de la entente oligárquica, por lo
menos, se equivoca.
Los
únicos que en Argentina hemos dado muestras de constancia y coherencia en la
búsqueda de memoria, verdad y justicia son los Organismos principales y quienes
los hemos apoyado. Nosotros militamos por la verdad. Y lo hacemos también en el
caso de Milani.
Imagen: diariofull.com.ar
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