Por Carlos Almenara*
Yo vi el monstruo.
¿Cuándo nació?
No puedo decirlo con precisión, puedo dar
algunas fechas de momentos en que se empezó a visibilizar algunas de sus expresiones.
Claro, hoy podría decir con exactitud que tal hecho en tal año está asociado a
él pero, por supuesto, era imposible imaginar eso entonces.
Por el año 2008 apareció en la televisión.
Era una imagen subliminal que discurría como un fondo de la imagen del primer
plano. Recuerdo el amistoso “prende y apaga” de Sergio Lapegüe o las coberturas
de Julio Bazán de la heroica resistencia de los chacareros como espacios en que
si mirabas con atención el fondo de la pantalla podías verlo.
No puedo decir que el monstruo nació en 2008,
sólo digo que ese año pude verlo yo. Hoy es fácil decir que había nacido antes,
en ese entonces yo no lo sabía.
El episodio del “no positivo” lo mostró en
esplendor. Bueno, en esplendor para lo que yo veía por ese tiempo. Claro, un
monstruo mucho más chico de lo que se vio después.
El monstruo se corporizó a finales de 2015.
Aunque también esta fecha es confusa y difusa. Estuvo materializado antes de
ella. Un momento en que el monstruo se descontroló fue cuando mató a Nisman.
Primero lo hizo bailar un minué extrañísimo, lo hizo denunciar a la presidenta,
lo hizo enunciar una jeringonza en sus canales de televisión y luego lo forzó a
suicidarse. En esa operación el monstruo exhibió su asombroso poder. Reunió la
mayor parte de los medios de comunicación, buena parte de los jueces y
fiscales, políticos, potencias extranjeras como Israel y Estados Unidos. Todos
ellos y muchos más actuaban la sinfonía monstruosa. De nada servía decir que
los acordes eran falsos. No les preocupaba. Mentían a coro.
Lo que ocurrió es que a finales de 2015 el
monstruo tomó el mando. Ya no era un proyecto sombra, era el monstruo
gobernando.
A partir de entonces el monstruo nos llevó
como por un tobogán a toda velocidad. Lo que mejor hizo fue falsear el paisaje.
Falsear. Eso es lo propio de este monstruo, a diferencia de otros monstruos
anteriores, a éste hay que explicarlo. Su misma existencia se hace “polémica”.
Y es, precisamente, ese el poder propio, nuevo, específico, del monstruo. Se
niega a sí mismo. El monstruo alega, con éxito, su inexistencia.
Imposible aquí hacer una cronología de qué
hizo el monstruo al mando. Desordenadamente, opositores presos políticos,
lawfare, espionaje, difusión en sus medios de productos selectos del espionaje
a sus enemigos (que además, bien escuchados, demostrarían lo contrario de lo
que pretende), campaña sistemática de calumnia a sus enemigos, campañas
sistemáticas de insultos en los principales medios de comunicación, asesinatos
políticos, torturas, secuestros.
El listado del párrafo superior solo refiere
a delitos políticos que no existían desde 1983. No es que todo haya sido un
paraíso democrático desde esa fecha, pero delitos políticos en el marco de un
plan sistemático, no, eso no había desde 1983.
Un caso, porque los hay típicos, muestra al
monstruo de cuerpo entero. En el secuestro de Milagro Sala, en una de sus
detenciones, la incomunicaron. En la comisaría pusieron, como al pasar, TN. TN
puso, como al pasar, un reporte de supuestos informes de blogs. En ese reporte
informaron que una hija de Milagro había muerto en un “ajuste de cuentas”. Eso
daban como noticia. Esto escuchaba Milagro sin poder hablar con nadie. Claro
que la noticia era falsa de toda falsedad. Lo propio de este monstruo es que
hay que explicar que torturaron a Milagro. Lo propio de este monstruo es el poderoso
alegato negador de su conducta.
Por supuesto que el monstruo destrozó todo.
Destruyó la industria, permanente enemiga de los monstruos, duplicó el
desempleo y la pobreza, en fin, las consecuencias económicas son más conocidas.
El monstruo alega que “pasaron cosas” o que fueron cimientos de algo que
vendría después. Esperemos no conocer ese algo. Pero, nada de eso, también en
este terreno nos encontramos frente a un plan sistemático. El monstruo tiene un
proyecto colonial, tiene una ideología y tiene métodos (monstruosos) de
implementarlo.
El pueblo, astuto, reconoció la genealogía
monstruosa cuando en la calle le espetó: “Macri basura, vos sos la dictadura”.
Nuestra historia y nuestro aparato legal
también tienen previstas caracterizaciones y tipos específicos para el
monstruo. Luego de ardua lucha se caracterizó al último de su tipo como
terrorismo de estado.
La encrucijada de la Argentina de hoy es
determinar si el nuevo poder monstruoso, el de la autonegación, tiene éxito. La
última vez que tuvimos un monstruo frente a nosotros enarbolamos Memoria Verdad
y Justicia y construimos una referencia para el mundo.
En este momento la moneda está en el aire. Yo
vi el monstruo. ¿Vos lo viste?
*docente, periodista, militante mendocino.
Autor de “El Faneróscopo de Eliseo. La máquina semiótica del grupo Clarín”
(Mendoza, el autor, 2014).
Excelente, yo vi como el monstruo manipula a mis parientes y amigos, en 2008 lo ví hacer festejar a un carnicero el no positivo y al tiempo fundirse por el desmedido aumento de la carne
ResponderEliminarYo también veo ese mostró todos los días y noches salir de las pantallas de televisión y otros dispositivos y de la mayoría de las radios y los diarios y revistas, pasquines. Se mete por cabezas. Ojos, oidosy después se multiplica sin cesar. Miente todo el tiempo.
ResponderEliminarLas compañeras de estudio dicen YO SOY EL CAMPO
ResponderEliminarQue pena
Yo padevi el monstruo ,casi me deboro y estoy de a poco tratando de sobrevivir .
ResponderEliminares viejo, el monstruo, porque es hijo y nieto de genocidas.Parece nuevo, pero sólo es un nuevo miembro de la Maffia. Mafioso,emparentado con genocidas del ayer lejano y el reciente ayer, oligarca y criminal. Yo lo padecí.
ResponderEliminarMuy bueno Carlos!
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