Por: Carlos
Almenara
Ilustración: Teke Della Pena
El hecho político reciente más nocivo a la
imagen del presidente y del gobierno en general, indudablemente, fue el que se
conoció como “vacunatorio vip”.
Se trató de unas 70 vacunas colocadas fuera
de las prioridades definidas por indicación de autoridades del Ministerio de
Salud.
No pretendo hacer aquí la genealogía del
evento, solo diré, que cuando en Perú se produjo una crisis política por
vacunados de privilegio era muy fácil pronosticar que en Argentina también pasaría.
Sencillamente porque es virtualmente imposible que no haya algún enojo, algún
motivo de reproche a cualquier método de asignación de recursos escasos. Y está
claro que la oposición argentina no se privará de ningún recurso para debilitar
y, eventualmente, derrocar al gobierno de Alberto Fernández.
La reacción del presidente fue categórica. Le
pidió la renuncia a su ministro de salud en plena pandemia. Ginés González
García es una especie de prócer viviente del sanitarismo. Ello no impidió que
los medios opositores y los políticos opositores, que siguen el guion de esos
medios, se hagan una fiesta hablando de un caso inaceptable de corrupción. El
objeto de este texto es el grave daño al gobierno y por qué se produjo.
El hecho objetivo tiene menos relevancia e
impacto sanitario que otros conocidos a posteriori. Veamos algunos:
- Larreta privatiza las vacunas. En lo que
debió ser un escándalo atronador, se supo que Larreta y Quirós desvían decenas
de miles de dosis de vacuna a obras sociales prepagas. Éstas las utilizan, incluso,
como recurso publicitario.
https://www.telam.com.ar/notas/202102/545394-denuncian-rodriguez-larreta-quiros-privatizacion-vacunacion-ciudad.html
- En Jujuy “faltó que vacunaran hasta el
perro” en las clínicas privadas confiesa muy suelto de cuerpo el gobernador
Gerardo Morales.
- El ministro de Salud de Corrientes chocó su
camioneta con 900 vacunas que se estaba ¿robando?
- En Mendoza, intendente radical macrista
vacunado de privilegio.
https://www.argentinainformada.com/escandalo-en-mendoza-por-vacunados-vip/
- Vacunas que se pierden por errores en la conservación
del gobierno macrista de Mendoza.
https://www.unidiversidad.com.ar/que-sucedera-con-las-vacunas-congeladas-por-error-en-las-heras
Cualquiera de estos hechos es, mirado con
objetividad, más descalificante que el “vacunatorio vip”, tanto ética como
sanitariamente. Ninguno de estos hechos (y muchos otros que se podrían
considerar) produjo una crisis política en sus respectivos gobiernos. ¿Dónde
está la diferencia?
La asignación del
recurso
Vale la pena, primero, detenernos un minuto
en el problema de cómo se distribuye la vacuna. Una de las escasísimas ocasiones
en que se pudo escuchar al macrismo decir la verdad de lo que piensa fue
cuando Bullrich, y luego otros de su laya, postularon que cada quien compre su
vacuna, y quien no tenga dinero, bueno... veremos.
https://el-periodico.com.ar/contenido/120108/bullrich-pidio-la-compra-privada-de-vacunas-covid-pagarian-los-que-pueden-y-los-
Así, cruelmente planteada, es la sociedad que
postulan. Si no hay plata, no hay salud. Y si la salud depende de la plata de
cada uno ¿qué tiene que hacer el Estado allí metido? Que cada quien se consiga
la vacuna como pueda. Lo paradójico es que en esa lógica, ellos estarían
diciendo, de ser gobierno, como ya lo hicieron, “¿por qué me miran?”. Hagan un
esfuerzo nos diría un Macri holográfico, es tarea de ustedes conseguir una vacuna.
Pregunten en Mercado Libre. Y, como ya dijo, que se mueran los que se tengan que
morir.
No hace falta imaginar, son Bolsonaro.
En Argentina, hasta hoy, hemos podido
sostener parámetros mínimos de no mercantilización de la vacuna. Frente al
ataque civilizatorio de la derecha neofascista, una distribución basada en
prioridades sanitarias supone la preservación de un umbral de estatalidad. Es
esa estatalidad la acosada, precisamente, con argumentos esquizoides y falaces.
Muy bien, pero
¿cómo se distribuye la vacuna?
Da la impresión que el Ministerio de Ginés,
con un asesoramiento científico y tecnológico adecuado, estableció prioridades.
Todo en esta materia es opinable, en todo caso la razón de legitimidad
argumental fue la expertise científico técnica. Las tesis válidas son las que aconseja la ciencia según criterios sanitaristas. Era claro que no se “venderían
salvaciones”, el criterio que reemplazaría al mercado, es una materia que
necesariamente debería quedar abierta a
advertir situaciones inesperadas.
Cuando jueces o fiscales judicializan el modo
en que el Ministerio de Salud distribuyó la vacuna lo hacen sobre dos matrices:
por un lado, la del lawfare, plenamente vigente, y, por otro, la de naturalizar
la asignación por mecanismos de mercado y poner en la picota toda estatalidad
que incorpore lógicas alternativas. Así, cualquier intervención estatal queda tutelada por un juez que hará una causa judicial o no según su criterio, interés o instrucción. Son jueces del lawfare y del
neoliberalismo. Ninguna novedad.
Así, los criterios de cómo se armaría la fila
fueron autoexigencias del Ministerio que, con pensamiento científico, está
abierto a la rectificación de criterios siempre discutibles.
El traspié
Era inevitable que frente a un mecanismo de
asignación no mercantil, en que el Ministerio establece un orden, una oposición
mediática y política como la argentina encontraría artefactos para armar su
escandalete. Es lo que hacen con cada uno de los elementos del debate público.
La cuarentena más larga del mundo, la
infectadura, las marchas de “protesta”, la promoción televisiva para tomar
lavandina más otras “medicinas milagrosas”, la vacuna que no sirve, los
antivacunas, la “vacuna rusa”, la vacuna no tiene fase tres, la vacuna no tiene
aval científico, el ANMAT es kirchnerista, en fin, el listado es solo ilustrativo
de que el fascismo argentino ha elegido la estrategia del terrorismo. Hoy mismo
predican que “la vacuna china no inmuniza” y, en una apuesta fuerte, que el
gobierno “aumenta los contagios para justificar la suspensión de las PASO”.
Parecería que es imposible responder a esto.
Sin embargo se ha hecho. Y se ha hecho con
éxito.
Cada vez que el presidente puso lo que tenía
que poner sobre la mesa, cuando no les regaló legitimidad a quienes sabotearon
las políticas sanitarias, cuando los enfrentó con enjundia o los despreció como
se merecen, cada vez que eso ocurrió, salió triunfante.
Pero entonces... cuando le dijeron “vacunatorio
vip”... les dio la razón. Y fue demoledor. No puede volver a ocurrir. La
integridad del gobierno depende de ello.
Se trata de un estatus de legitimidad. Si lo
que ellos dicen, aun en una cuestión nimia, puede acreditar verosimilitud,
entonces todo su relato cobra asidero.
Esto no tiene nada que ver con la verdad. No
se relaciona con la ética o tiene con ella una relación lateral: la derecha
miente siempre.
Es una guerra. Y si el presidente, el general
que eligió el pueblo para enfrentar a las corporaciones, dice que las
corporaciones tienen (o tuvieron en un caso) razón, todo el edificio de la
lucha se desmorona.
Tampoco es un problema de comunicación, es un
problema político. ¿Nuestro general decide dar batalla? No es comunicacional. Y
si da batalla ¿cómo va a darles la razón?
La figura es la
del sádico.
Pretender la aprobación del sádico Magnetto
solo deja espacio para un pueblo masoquista.
Eso pasó, explícita o implícitamente, con el
episodio “vacunatorio vip”. “Tenemos que ser y parecer”, hasta ellos deberán “reconocer” fue la fundamentación subyacente del accionar gubernamental.
El sádico siempre quiere más. Nunca se colma
en su afán de afirmar su posición de daño. El problema es sistémico, se trata
de roles, y si la autoridad política asume el rol complementario del sádico el pronóstico
es nefasto. No hay “Héctor” que cambie las cosas.
Clarín Miente
Aun cuando una aseveración adopte ropajes de
aparente verdad, hay que recordar la verdad ontológica previa: Clarín Miente.
Si nos olvidamos habrá otros “vacunatorios
vip”. También habrá muchos más muertos por la pandemia e indecibles males para
el pueblo.
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