sábado, 19 de agosto de 2023

Dos condiciones y tres tesis pos PASO

 


por Carlos Almenara


No escapo de cierta sorpresa general por el resultado de las PASO. Por supuesto, con “el diario del lunes” aparecen como obvias cuestiones que antes no se vieron.


Inacabadas, incompletas, parciales, algunas de mis interpretaciones.


Las construcciones políticas de la derecha, al menos en sus dos principales vertientes Juntos por el Cambio y Avanza Libertad, son epifenómenos del modo de estructuración del escenario público argentino. En particular, aunque no únicamente, el grupo Clarín ordena las expresiones políticas que tienen alguna chance electoral. Este hecho es bien conocido por sus principales referentes. Hemos visto a Elisa Carrió decirle en pantalla a Magnetto que, a pesar de lo que sentía como destrato, cuando la necesiten “ella va a estar”.


Es decir, hay un coto a la interpretación política y sociológica. La parte principal de la construcción política de la derecha termina ordenándose en virtud de decisiones de poder tomadas por actores tras bambalinas. Eso implicará su aparición o no aparición en programas televisivos, su mención o no en titulares de diarios, su referencia o no en los programas de chimentos; y si todo eso no alcanza, la referencia al eventual rebelde como un corrupto u operaciones de cualquier tenor. No es necesario que este acuerdo esté firmado en un escritorio, la fuerza de los hechos impone que es el poder que tiene por cabeza al grupo Clarín quien ordena la derecha.


Vinculado con esa sujeción de la democracia, los comicios del 13 de agosto se produjeron con la principal líder popular, Cristina Fernández de Kirchner, proscripta. Un signo de los tiempos es que la mentira más flagrante tiene el mismo estatus que la verdad más evidente, eso que algunos llaman posverdad. Resulta imposible avanzar en cualquier razonamiento si cada uno de los conceptos que utilizamos deben ser redefinidos o corroborados individualmente. Igualmente, por si quedara alguna duda de la existencia de la proscripción, la semana siguiente a las PASO, dos jueces, uno arquero en la cancha de Macri y otro puesto a dedo por Macri, Llorens y Bertuzzi, dictaron un fallo insólito que abre jurisprudencia dando lugar a una querella de una ONG de connotados dirigentes de Juntos por el Cambio. Todo destinado a reabrir una causa para hostigar a Cristina. Hay una espada de Damocles de jueces mafiosos apuntando a la líder popular, la pueden usar cuando quieran, esa es la proscripción.


Con esas dos condiciones de borde, Clarín ordena la derecha, Cristina está proscripta, se desarrolló este turno electoral.


Seguramente el gran tema a explicar es la gran cantidad de votos para Milei.


Primera tesis: votaron a Milei porque no podían votar Juntos por el Cambio.


El voto a Milei tiene una evidente connotación de rechazo al gobierno y al estado de cosas, pero ese voto no se canalizó en Juntos por el Cambio, principal fuerza opositora. Entonces, a pesar del encapsulamiento semiótico del proyecto de idiotización nacional, llegamos al…


Corolario: a ellos también les entran las balas. El, a veces aparentemente infructuoso, trabajo de señalar las lacras macristas no cae en saco roto. Cualquier ser biennacido sabe que es de mala gente votar un macrista.


Segunda tesis: a partir de que Milei aparece como un vehículo más idóneo para votar contra el gobierno o contra el kirchnerismo, el voto a Juntos por el Cambio pierde sentido.


Fue el riesgo que asumieron en su construcción anti, basada en el odio. Claro que no es culpa principalmente de ellos sino, antes, del aparato mediático que arma sus guiones.


Bullrich, y Bullrich peor de lo que hubiera sido Larreta, que podía buscar otro perfil, queda sin argumentos. Ya esta semana se impuso la visión: “Bullrich es segunda marca de Milei” y parece difícil que pueda salir de allí. Tampoco parece esperable que la ministra de Macri se quede de brazos cruzados, con lo que podemos esperar operaciones de lo más divertidas.


Corolario: la única esperanza de Bullrich es hundir a Milei.


Tercera tesis: el problema del gobierno es político.


El gobierno de Alberto Fernández es paradojal en múltiples aspectos. Sé que es una afirmación disruptiva pero me resulta bastante evidente: es un gobierno sumamente mejor que su ponderación social. Es cierto que la inflación erosiona cualquier buena imagen, pero recordemos que aún bajo hiperinflación el oficialista Eduardo Angeloz obtuvo el 37% de los votos en 1989. En aquellas condiciones infinitamente peores que las actuales, era posible defender el gobierno de Alfonsín, ahora pareciera imposible defender el gobierno de Alberto Fernández. Mi impresión es que el actor decisivo para ello es el propio presidente, pero eso es harina de otro costal. No hay un problema de comunicación, sino una crisis de sentido, una razón de ser que se perdió en los afanes presidenciales de terminar con el kirchnerismo que lo puso en ese lugar.


Resulta imperioso encontrar una explicación al inexplicable gobierno de Fernández y una promesa creíble para el electorado del candidato oficialista. El grado de éxito de Unión por la Patria está más en encontrar respuesta para estos factores antes que preocuparse por Milei (aunque sea inteligente polarizar con Milei), que resulta un problema mayor para Juntos por el Cambio.


Corolario: el desafío del oficialismo es poder responder, desde la perspectiva del votante y con eficacia, ¿por qué votar a Massa?


La escena sigue abierta y las posibilidades de un triunfo nacional y popular existen, pero más que acuerdos cupulares, que valen por los hechos y no por lo que “venden”, lo central es responder a lo que no pudimos responder con Alberto Fernández, a cuál es el sentido, al para qué, un para qué válido para el ciudadano de a pie.


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