martes, 13 de julio de 2010

La revolución del Bicentenario - El Sol 26/05/2010

Los festejos del Bicentenario con centro en Buenos Aires han sido extraordinarios. Por qué no pensar que sirven de espejo de la Nación. Nos devuelven la imagen de lo que colectivamente construimos.

Un fabuloso compendio de manifestaciones artísticas y culturales, acompañado de múltiples foros de discusión sobre nuestra historia, se organizó para celebrar los 200 años de la Revolución de Mayo.

En las construcciones sociales y políticas existen pocos automatismos. Este espejo no es autónomo de los procesos políticos actuales, al contrario, sólo la política actual explica esta representación.

Así como el Centenario se festejó fastuosamente en eventos elitistas propios del modelo de país agroexportador, vigente hasta el 2003 y con mucho poder político y económico aún (la reinauguración del teatro Colón muestra su persistencia), el Bicentenario expresa la Argentina diversa, la de la ebullición de identidades, colores, particularidades.

Nos muestra como parte de América latina y Sudamérica, a las que el Centenario dio la espalda con esa actitud vergonzante, pero finalmente ridícula, de quien aspira al reconocimiento del superior traicionando a los suyos, a su pueblo.

El Bicentenario nos muestra varios, distintos, plurales.

Conviene quizá comenzar mencionando la marcha de los pueblos originarios. Estudios genéticos indican que 56% de la población argentina tiene algún antepasado indígena. Es razonable entonces preguntarse por qué la temática tiene tan escasa visibilidad pública. Una hipótesis posible es que la respuesta a esa pregunta es la misma que cruza los 200 años. Una fenomenal represión política y cultural que construyó una nacionalidad única, una idea de patria autoritaria. Hemos vivido un único modo de ser argentinos. Y, por “desgracia” para los pueblos originarios, los que eligieron el estereotipo decidieron que los argentinos “venían de los barcos”. No hubo modos de ser argentino siendo indio (se fue argentino matando indios). Siendo indio sólo se podía ser un aspirante a argentino, había que ir renunciando a lo distintivo.

Como no se pudo ser argentino de primera siendo judío, siendo ateo, siendo homosexual, siendo comunista, anarquista o sindicalista (también se fue argentino matando en distintos momentos cada categoría).

Poco se ha difundido la suerte de los negros en estas tierras, muchos de ellos, héroes de la independencia, ya que pocos quedaron para contarlo.

Los festejos comenzaron, no de modo oficial, porque fue un reclamo, con la marcha de los pueblos originarios, recibida por la presidenta. Un gesto político que debe convertirse en una ampliación de ciudadanía de los miembros de esas comunidades y una urgente reparación a ellas, fundamentalmente, devolviendo las tierras que les fueron expropiadas.

Las posteriores expresiones artísticas y culturales que hemos visto no sólo tuvieron en sí mismas una calidad altísima, sino que también fueron cuidadosamente seleccionadas, de modo de conformar una expresión plural, diversa, emancipadora e integradora.

La masiva participación popular en los festejos hizo estéril el intento de los medios del Grupo Clarín de desconocer el evento o equipararlo (dividir pantalla) con otros. Resultan incomparables las refacciones a un teatro. Tampoco le resultó conveniente al afán destituyente del medio darle pantalla continuada al impresentable piquetero garca De Angeli. Optaron, entonces, por decir que el Bicentenario lo hacemos “Todos Nosotros - TN”, no el Gobierno. No, los festejos los organizó el Gobierno nacional, fueron un éxito fenomenal y, precisamente, lo fueron a pesar de y contra Clarín. Que, dicho sea de paso, ¡le compró a Macri, y Macri le vendió, los derechos exclusivos de televisación de la fiesta del Colón!

No habrá tranquilidad o no habrá democracia en Argentina mientras Clarín siga manejando 70% de la comunicación masiva, es realmente insólito que ese grupo siga teniendo en jaque a gran parte de la dirigencia política argentina. Para conocer cómo hace Clarín para ganar mercados y sus métodos de penetración en sectores industriales, ver http://www.elargentino.com/nota -91972-Tuve-un-tumor-cerebrapor- los-golpes-que-recibil.html.

Dicho esto, que es cansador pero es realmente necesario, porque hay que desentramar permanentemente el engaño, la manipulación del multimedios hegemónico del país, volvemos al Bicentenario.

Seguramente, costará encontrar una metáfora mejor de la Argentina plural de la integración que esa maravillosa expresión artística que es Mundo Alas, la obra liderada por León Gieco, acompañado por artistas discapacitados que pudimos apreciar en los festejos del día 22. No sólo su obra es de notable factura, sino que el trato entre ellos y con Gieco es de una profesionalidad y un respeto que dice tanto como la obra en sí. Los discapacitados son también argentinos que merecen igualdad.

Se trata de una ampliación de la democracia. Una nueva actualización del eslogan “La patria somos todos”, que ha utilizado el Gobierno nacional y que constituye todo un programa.

No es la paparruchada del “consenso” lo que nos permite construir una Argentina plural. Es, precisamente, lo contrario, resistirse a la homogeneización impuesta, lo que posibilita la expresión de lo diverso. Los argentinos no somos “una hibridación”, como se ha sentido con rancio aroma por allí, somos identidades distintas y contradictorias, también conflictivas. Pero todos tenemos todo el derecho de nuestro lado. Y lo reclamamos como habitantes argentinos. Y reclamamos, además, nuestro derecho de hablar por esta tierra, de dar, con nuestro testimonio, el de nuestra Nación. Quizá esta es la revolución del Bicentenario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario