miércoles, 28 de enero de 2015

Nisman y geopolítca


“Aquí no manda el gringo, aquí manda el indio”
Evo Morales

La muerte del fiscal Alberto Nisman ha impactado, con razón, profundamente en la opinión pública. La muerte no puede ser banalizada ni utilizada con otros fines, y menos una de este tenor. Es un hecho grave que debe ser aclarado por la justicia.
Hay mucha información disponible para quien quiera profundizar. Su denuncia fue hecha pública y está disponible en www.cij.gov.ar. Su lectura es muy ilustrativa de un afán de persuasión política. Es llamativo que buena parte de la misma se dedique a presentar una contradicción entre las políticas de Cristina y Néstor Kirchner. ¿A quién Puede interesar esa discusión, sobre todo en medio de semejante denuncia?
Es importante prestar atención al estilo: el fiscal adjudica a la presidenta ironía, mentira, fraude, habla de “pasmoso”, “le da pavor”... ¿no hace acordar a lo que se lee en ciertos diarios? Todo, menos la denuncia de un delito.
No quiero extenderme sobre cosas que han sido dichas. La denuncia, como tal, es un fiasco. Ni aún si lo relatado fuera cierto, que se ha demostrado que no lo es en lo sustancial, constituiría delito.
Entre otras calumnias, es falso que el gobierno haya hecho gestiones para eliminar las llamadas “alertas rojas” y que dos personas que Nisman identifica como agentes de inteligencia lo sean. Por otro lado el memorandum de entendimiento es un documento público, debatido y aprobado por el Congreso, y que está pensado para que la causa avance de su parálisis actual y no implica de suyo exculpar a nadie.
Es muy importante leer con detenimiento sendas cartas de la presidenta. Contienen un conjunto de información imprescindible para contextualizar la muerte del fiscal.
No es posible desvincular el final de Nisman del devenir de la causa AMIA y de sus últimas acciones. Entre éstas, la denuncia, una pésima pieza jurídica, pero un contundente libelo político; su regreso apresurado al país; su incursión como figura estelar del grupo Clarín; sus relaciones con periodistas y con otros sectores.
Lagomarsino. Stiusso. Un fiscal que le pide una pistola a todo el mundo. Y que encuentra quién se la preste. Periodistas a los que Nisman les manda un sobre el día previo a su muerte y declaran que lo tiraron, sin más. Periodistas que tienen la primicia de la muerte y después simulan que los persigue el gobierno. Que para colmo han sido soldados israelíes. Su denuncia en el juzgado de Lijo, cuando no correspondía. Muchos datos extraños...
La causa AMIA ha sido encubierta. Hace 21 años que viene siendo encubierta. La presidenta ha decidido averiguar la verdad. Las autoridades de la DAIA se oponen. Quieren acusar a Irán.
En el medio, servicios de inteligencia argentinos, estadounidenses e israelíes están operando en nuestro territorio. Ningún juez parece interesado en investigar este tema. Es evidente que algunos de estos nuevos “mediáticos” juegan en estas ligas.
Argentina enfrenta el ataque de los fondos buitre. También, y no de modo independiente, la presión imperial para realinearla. En el caso AMIA, Israel ejerce desde 1994 una “tutela” tolerada por los sucesivos gobiernos.
Cables diplomáticos desclasificados por Néstor Kirchner muestran negociaciones inmediatas al atentado entre Menem y Rabin (premier israelí entonces) para acordar una “interpretación común” del atentado.
Nisman era una síntesis de todos estos intereses. Reportaba y pedía autorización a la embajada estadounidense, como ha quedado abundantemente documentado en los “Wikileaks”. Tenía una relación íntima con dirigentes de la DAIA, con agentes israelíes y argentinos que lo vigilaban de cerca. Ninguno de ellos está interesado en saber la verdad sino en señalar a Irán. Y no se andan con chiquitas.
Aquí encuentran un inestimable apoyo en los que están dispuestos a unirse con cualquiera de afuera para voltear el gobierno.
La presidenta denunció en cadena nacional, precisamente, que hay sectores que están muy cómodos con que la investigación AMIA quede paralizada, que no se mueva más.
Su respuesta de profundizar la reforma de la inteligencia es una muestra de fortaleza e iniciativa. Un paso en la disputa para recuperar el espacio soberano de la política democrática en sectores que fueron cooptados por grupos sectarios e intereses extranjeros.
Que no mande el gringo, como decía Evo en su asunción la semana pasada, no le fue fácil a él, no está siendo fácil aquí. En cuestiones como ésta se ve cuán difícil resulta y cuánto cipayo alienta la sumisión.



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