domingo, 16 de enero de 2022

El problema político de la Gestapo


Por Carlos Almenara

La impresionante filmación de una reunión en el Banco Provincia de Buenos Aires de la que participaron funcionarios bonaerenses y nacionales, directivos de la AFI y empresarios armando trampas extorsivas a sindicalistas es una prueba inapelable.

No tome esto, querido lector, como un acto de presunción. En lo personal, y con otras personas, decimos desde 2016 que el de Macri fue un gobierno terrorista de estado. Lo fuimos diciendo mientras ocurría. Estuvimos muy solos. Llamativamente, para nosotros, aun víctimas directas del régimen, extorsionados, encarcelados, no terminaban de caracterizar lo que ocurría. Las conclusiones de la Comisión Bicameral de Inteligencia fueron un bálsamo: el gobierno macrista “tuvo un comportamiento mafioso”. No es tan distinto.

Estos videos terminan con cualquier discusión. Funcionó, coordinado por el máximo nivel del gobierno nacional, los de Provincia y Ciudad de Buenos Aires, un sistema, un plan sistemático de utilización del Estado para, en conjunto con organizaciones paraestatales, cometer delitos. Esos delitos fueron de naturaleza política y económica. Es decir, encarcelaron ilegítimamente a sindicalistas pero también le robaron la plata de los sindicatos. Encarcelaron a los dueños de C5N y Radio Del Plata (con las implicancias para la libertad de prensa que esto tiene) pero además les robaron empresas.

La pregunta no es por qué aparecieron estas grabaciones, la pregunta es cómo no aparecieron antes, cómo no aparecen más pruebas con todo lo que hicieron.

Cada decisión, cada acto administrativo de cada funcionario de primer nivel entre diciembre de 2015 y diciembre de 2019 contiene un delito o una irregularidad. El que mire. El expediente que tome. Ni hablar de los más trascendentes como el del préstamo del FMI que, además de no ir al Congreso, de ser una trampa, no cumple requisitos administrativos como dictamen previo. Cada licitación esconde un curro. No hay ninguna que se salve. Sólo para tomar un parámetro, pero podría ser cualquiera: Macri compró los mismos trenes que Cristina a China, al mismo proveedor, pero los pagó 34% más caros en dólares, según una denuncia del recordado Pino Solanas. Y este es un caso nimio.

No estoy mencionando las causas conocidas que tienen alguna instancia judicial: Correo, peajes, parques eólicos. Cada una de las acciones del macrismo, desde arriba, fue un saqueo, un delito, y para cometerlos debieron someter a sus enemigos políticos con medios tiránicos.

Nunca tuvimos ningún empacho en decir que Macri es la dictadura. El tiempo nos da la razón. Pero quiero pedir a los lectores un ejercicio de escucha: Macri nunca negó ser la dictadura. Es decir, no se puede interpretar nada basado en lo que Macri diga o no diga. Es un mentiroso goebbeliano, coacheado para eso. Toda palabra, todo gesto proveniente del personaje no intenta comunicar ninguna verdad sino actuar como un arma de guerra contra su enemigo: el pueblo argentino. O sea, si el tipo tiene que decir que Videla fue un dictador que es justo que haya muerto en la cárcel, lo dice, pero si escuchás bien, si reconstruís el relato, siempre reivindica la dictadura. Un gran problema nacional es que toda su fuerza política también lo hace.

Lo único nuevo es que la dictadura se escondía para hacer estas mismas cosas y ellos las hacen casi a la luz del día. Buscan aplausos con ellas. Y hay una parte de la población que los defiende a la luz del día. Es decir, una parte de la población defiende a terroristas de estado. Es un serio problema. Máxime cuando tienen gobernadores, diputados, senadores, medios, jueces, empresarios.

Decía recién que además de los casos que se ha conseguido, a pesar del blindaje mediático al macrismo, que tengan alguna repercusión, hay miles... Solo por dar dos casos aleatorios que encuentro rápido y los pinta de cuerpo entero. Jorge Triaca, ministro de Trabajo de Macri, intervino el Sindicato SOMU (encarcelando a su secretario general, “Caballo” Suárez, con el mismo método de la Gestapo filmada), con contratos de ese Sindicato pagó el sueldo de Sandra Heredia, personal que trabaja en su casa particular. Se hizo pública la situación cuando “Sandrín” recibió un insulto que fue públicamente conocido. VER. Elizabeth Gómez Alcorta es ministra del actual gobierno nacional. Antes fue abogada de Milagro Sala y denunció en enero de 2018 cómo los estudios de abogados incómodos para el gobierno eran robados. No tengo las pruebas yo y aparentemente tampoco la ministra, mas yo no tengo dudas como tampoco, en su momento, la ministra, que la AFI macrista estaba detrás de estos “misteriosos” robos que buscaban documentos y no dinero. VER.

Uno empieza a listar y no puede terminar, se me viene a la mente los agentes que infiltraban en las marchas. Casos bizarros como que hirieron de bala a un policía de la Metropolitana sus propios compañeros porque estaba infiltrado en una marcha social. Cosas que si en nuestro país las cosas se vieran como deben verse nunca habrían dejado dudas de que Macri y toda su banda son la dictadura. Y deben estar presos en cualquier estado de derecho.

Ahora bien, estas cosas que se dicen en el texto, que, de nuevo, perdóneme la soberbia, son las mismas que vengo diciendo desde 2016, son ya una realidad evidente. ¿Qué va a hacer el presidente? ¿Seguirá fingiendo que “discute con una oposición democrática”?

Por supuesto, no es fácil su situación. El macrismo tiene el apoyo de los medios hegemónicos, de parte del empresariado, de la Corte Suprema, tiene gobernadores, tiene muchos legisladores. Ahora, como hemos aprendido con amigos desquiciados y deberíamos haber corroborado con la pandemia al costo de cientos de miles de vidas: la realidad se impone.

Que Alberto Fernández se haga el distraído no cambia las cosas. Que dialogue “constructivamente” con Gerardo Morales no libera ni repara el secuestro de Milagro Sala y sus compañeros. Que el presidente no de la orden a sus ministros para que revisen los expedientes de sus antecesores no convierte en honestos a los macristas sino en cómplices a los actuales. Que simule que tiene una oposición democrática no cambia la naturaleza nazi goebbeliana del macrismo, que tiene un proyecto de exterminio. Y que le incumbe también a él, curiosamente.

Hacerse los distraídos no cambia las cosas. La realidad se impone. Y aunque esta mirada de las cosas no resulte victoriosa, lo cual es altamente probable, eso no hará que cada una de las verdades de este texto sean menos verdad. El macrismo en el gobierno (y antes y después también) fue un plan sistemático terrorista de estado, es la actualización de la dictadura, y frente a eso hacerse el distraído se llama negacionismo.

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