Por Carlos Almenara
La impresionante filmación de una reunión en
el Banco Provincia de Buenos Aires de la que participaron funcionarios
bonaerenses y nacionales, directivos de la AFI y empresarios armando trampas
extorsivas a sindicalistas es una prueba inapelable.
No tome esto, querido lector, como un acto de
presunción. En lo personal, y con otras personas, decimos desde 2016 que el de
Macri fue un gobierno terrorista de estado. Lo fuimos diciendo mientras
ocurría. Estuvimos muy solos. Llamativamente, para nosotros, aun víctimas
directas del régimen, extorsionados, encarcelados, no terminaban de
caracterizar lo que ocurría. Las conclusiones de la Comisión Bicameral de
Inteligencia fueron un bálsamo: el gobierno macrista “tuvo un comportamiento
mafioso”. No es tan distinto.
Estos videos terminan con cualquier
discusión. Funcionó, coordinado por el máximo nivel del gobierno nacional, los
de Provincia y Ciudad de Buenos Aires, un sistema, un plan sistemático de
utilización del Estado para, en conjunto con organizaciones paraestatales,
cometer delitos. Esos delitos fueron de naturaleza política y económica. Es
decir, encarcelaron ilegítimamente a sindicalistas pero también le robaron la
plata de los sindicatos. Encarcelaron a los dueños de C5N y Radio Del Plata
(con las implicancias para la libertad de prensa que esto tiene) pero además
les robaron empresas.
La pregunta no es por qué aparecieron estas
grabaciones, la pregunta es cómo no aparecieron antes, cómo no aparecen más
pruebas con todo lo que hicieron.
Cada decisión, cada acto administrativo de
cada funcionario de primer nivel entre diciembre de 2015 y diciembre de 2019
contiene un delito o una irregularidad. El que mire. El expediente que tome. Ni
hablar de los más trascendentes como el del préstamo del FMI que, además de no
ir al Congreso, de ser una trampa, no cumple requisitos administrativos como
dictamen previo. Cada licitación esconde un curro. No hay ninguna que se salve.
Sólo para tomar un parámetro, pero podría ser cualquiera: Macri compró los
mismos trenes que Cristina a China, al mismo proveedor, pero los pagó 34% más
caros en dólares, según una denuncia del recordado Pino Solanas. Y este es un
caso nimio.
No estoy mencionando las causas conocidas que
tienen alguna instancia judicial: Correo, peajes, parques eólicos. Cada una de
las acciones del macrismo, desde arriba, fue un saqueo, un delito, y para
cometerlos debieron someter a sus enemigos políticos con medios tiránicos.
Nunca tuvimos ningún empacho en decir que
Macri es la dictadura. El tiempo nos da la razón. Pero quiero pedir a los
lectores un ejercicio de escucha: Macri nunca negó ser la dictadura. Es decir,
no se puede interpretar nada basado en lo que Macri diga o no diga. Es un
mentiroso goebbeliano, coacheado para eso. Toda palabra, todo gesto proveniente
del personaje no intenta comunicar ninguna verdad sino actuar como un arma de
guerra contra su enemigo: el pueblo argentino. O sea, si el tipo tiene que
decir que Videla fue un dictador que es justo que haya muerto en la cárcel, lo
dice, pero si escuchás bien, si reconstruís el relato, siempre reivindica la
dictadura. Un gran problema nacional es que toda su fuerza política también lo
hace.
Lo único nuevo es que la dictadura se
escondía para hacer estas mismas cosas y ellos las hacen casi a la luz del día.
Buscan aplausos con ellas. Y hay una parte de la población que los defiende a
la luz del día. Es decir, una parte de la población defiende a terroristas de
estado. Es un serio problema. Máxime cuando tienen gobernadores, diputados,
senadores, medios, jueces, empresarios.
Decía recién que además de los casos que se
ha conseguido, a pesar del blindaje mediático al macrismo, que tengan alguna
repercusión, hay miles... Solo por dar dos casos aleatorios que encuentro
rápido y los pinta de cuerpo entero. Jorge Triaca, ministro de Trabajo de
Macri, intervino el Sindicato SOMU (encarcelando a su secretario general,
“Caballo” Suárez, con el mismo método de la Gestapo filmada), con contratos de
ese Sindicato pagó el sueldo de Sandra Heredia, personal que trabaja en su casa
particular. Se hizo pública la situación cuando “Sandrín” recibió un insulto
que fue públicamente conocido. VER.
Elizabeth Gómez Alcorta es ministra del actual gobierno nacional. Antes fue
abogada de Milagro Sala y denunció en enero de 2018 cómo los estudios de
abogados incómodos para el gobierno eran robados. No tengo las pruebas yo y
aparentemente tampoco la ministra, mas yo no tengo dudas como tampoco, en su
momento, la ministra, que la AFI macrista estaba detrás de estos “misteriosos”
robos que buscaban documentos y no dinero. VER.
Uno empieza a listar y no puede terminar, se
me viene a la mente los agentes que infiltraban en las marchas. Casos bizarros
como que hirieron de bala a un policía de la Metropolitana sus propios
compañeros porque estaba infiltrado en una marcha social. Cosas que si en
nuestro país las cosas se vieran como deben verse nunca habrían dejado dudas de
que Macri y toda su banda son la dictadura. Y deben estar presos en cualquier
estado de derecho.
Ahora bien, estas cosas que se dicen en el
texto, que, de nuevo, perdóneme la soberbia, son las mismas que vengo diciendo
desde 2016, son ya una realidad evidente. ¿Qué va a hacer el presidente?
¿Seguirá fingiendo que “discute con una oposición democrática”?
Por supuesto, no es fácil su situación. El
macrismo tiene el apoyo de los medios hegemónicos, de parte del empresariado,
de la Corte Suprema, tiene gobernadores, tiene muchos legisladores. Ahora, como
hemos aprendido con amigos desquiciados y deberíamos haber corroborado con la
pandemia al costo de cientos de miles de vidas: la realidad se impone.
Que Alberto Fernández se haga el distraído no
cambia las cosas. Que dialogue “constructivamente” con Gerardo Morales no
libera ni repara el secuestro de Milagro Sala y sus compañeros. Que el
presidente no de la orden a sus ministros para que revisen los expedientes de
sus antecesores no convierte en honestos a los macristas sino en cómplices a
los actuales. Que simule que tiene una oposición democrática no cambia la
naturaleza nazi goebbeliana del macrismo, que tiene un proyecto de exterminio.
Y que le incumbe también a él, curiosamente.
Hacerse los distraídos no cambia las cosas. La realidad se impone. Y aunque esta mirada de las cosas no resulte victoriosa, lo cual es altamente probable, eso no hará que cada una de las verdades de este texto sean menos verdad. El macrismo en el gobierno (y antes y después también) fue un plan sistemático terrorista de estado, es la actualización de la dictadura, y frente a eso hacerse el distraído se llama negacionismo.
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