Por Carlos
Almenara
Discúlpeme querida lectora, querido lector,
si soy cansador. Siempre me detengo en este asunto que parece inconexo. Es que
soy un predicador del pensamiento riguroso, de la aplicación de métodos científicos.
La realidad “es” y aprehenderla resulta una tarea ardua. A esta altura casi que
no me preocupa que me tilden de positivista, así no lo sea.
Cualquier aseveración sobre por qué los
resultados electorales fueron los que fueron en un distrito, cuál fue el
“mensaje de las urnas”, requiere una investigación, que por supuesto no hemos
realizado. Aun así, sus conclusiones tendrían alto grado de provisoriedad y
siempre, como todo, estaría sujeta a falsación, es decir a que la realidad la
desmienta. Lector, lectora, no haga como los economistas de la televisión, quienes
si la realidad demuestra que sus recetas fracasan culpan a la realidad. No, si
las aseveraciones del analista no se corroboran, lo erróneo son las
aseveraciones del analista, nunca la realidad.
Creo que se entiende que este breve excurso
al que damos fin es para que no tome nada de esto como definitivo.
Cada vez que culmina una elección me gusta
reiterar que no existe tal cosa como el “mensaje de la gente”, o en todo caso,
hay que establecer de qué hablamos. En primer lugar porque no hay tal “la
gente”. Las sociedades son diversas, plurales y coexisten universos
diferenciados. Pero tampoco hay tal mensaje. ¿Qué mensaje? No, lo que hay son
votos en una urna un domingo, en este caso, de noviembre. Entender por qué una
persona hace lo que hace debe contarse entre las cosas más difíciles,
comprender eso mismo por cientos de miles conlleva mucha complejidad.
Sí, es cierto que hay climas sociales. Y esta
elección se dio en un clima nacional muy adverso al Frente de Todos. Ubico aquí
la principal explicación de la victoria del radicalismo macrista en la
provincia de Mendoza. Después vienen una interminable cantidad de factores
secundarios.
Empecemos entonces por lo principal.
Ciertamente la pandemia se procesó de un modo
tal que terminó imponiendo un malestar muy injusto con un gobierno nacional que
tuvo un comportamiento relativamente plausible para enfrentarla. No sirve decir
que los gobernadores macristas no aportaron una sola vacuna, que quemaron
barbijos o que boicotearon la salud. Es cruel corroborar costos absurdos que
pagó Fernández por naderías, mientras Rodolfo Suárez responsable de la muerte de
15 ancianos en Montecomán por darle el fármaco a un cura antivacuna en lugar de
vacunarlos sale indemne. Suárez, cuya hija adolescente organizó fiestas
clandestinas cobrando entrada y cuyo hijo sobrevolaba la ciudad en helicóptero
sanitario para sacar fotos en plena cuarentena y mientras heridos necesitaban
el transporte, con una muy buena elección, y quien sí consiguió las vacunas
(que Suárez había prometido pero no consiguió) mucho menos ponderado. Cruda
realidad.
¿Había alternativa?
Mi interpretación es que el principal error
del presidente fue querer enfrentar la pandemia con “mi amigo Horacio”. Horacio,
a pesar de recibir vacunas antes y en mayor cantidad que nadie, no se portó
como amigo.
Lo diré nuevamente. El macrismo y Clarín son
culpables de decenas de miles de muertos por su terrorismo sanitario. Y Alberto
Fernández miró pasivamente el boicot a las medidas de salubridad.
El problema no es comunicacional, es
político. Profundizarlo será materia de otro análisis.
En síntesis, mi interpretación es que los
resultados electorales en Mendoza tienen en lo nacional un peso decisivo.
Dicho esto, vayamos a especificidades muy
necesarias que ocasionan acalorados debates.
Organización y
profesionalismo.
El radicalismo macrista mendocino ha perfeccionado una maquinaria electoral muy
eficaz. También es superior al Frente de Todos en estrategia y disciplina. Sus
principales candidatos entienden qué comunicar, cuál será el centro de su
relato y no se corren de allí. La idea de que disciplina es no hacer nada si no
hay instrucción del jefe/jefa es un terrible error. Casi descalificante. Es
incomprensible que los concejales del Frente de Todos no denuncien día por día
las falencias de los oficialismos municipales del Gran Mendoza. Todos los días
se puede fotografiar un pozo nuevo en una calle si hay vocación de hacerlo. No
hubo mucha.
A Cornejo nadie le
cascoteó el rancho,
fue el título de una entrevista al sociólogo Enrique Bollati. Sin embargo,
Anabel Fernández Sagasti comenzó a realizar fuertes críticas después de las
PASO. Evitó el desgranamiento luego de aquella derrota y creció unos puntos. No
es poco pero quizá tardío.
Como arena entre
los dedos.
Entre los militantes aparece como un ritual sagrado rendir honores al
“territorio”. Vuelvo a la vocación herética de mis años mozos y pongo en duda
la cuestión. Muchos de quienes presumen de “tener territorio” no lo tienen
tanto, y, en muchos casos, constituye una actualización de la vieja política
punteril de “los que tienen los votos”. Por supuesto que es reivindicable la
militancia social pero hay muchos equívocos y muchos vendehumo en materia de
“territorio”. El “territorio” está hibridado con la construcción social de
sentido. Las unidades básicas, locales, comités, son valiosísimas instancias de
participación cívica, quizá insustituibles, a defender, pero enfrentan con
dificultad al intruso que emite luz y machaca las cabezas de los miembros de la
familia 24 horas por días desde los comedores de las casas (o de las pantallas
de los celulares o cualquiera de sus variantes). Esta relación compleja debe
repensarse.
El significante
vacío. Usemos
la categoría de Ernesto Laclau. Cuál es la parte que llena el concepto. Izquierdas
y derechas, proyectos populares y proyectos elitistas confrontan porque está en
el ser de las cosas que lo hagan. Si no se expresa la disidencia es porque el
conflicto se tapó con autoritarismo o alienación. El Siglo XXI en Latinoamérica
mostró un surgir o resurgir de gobiernos antiimperialistas, con vocación de
integración y políticas de igualación social. La derecha, que siempre reconoce
a su enemigo, los llamó populismos. Laclau levantó el guante. En Argentina el
significante vacío de lo popular fue llenado por el proyecto nacional y popular
del kirchnerismo. Néstor fue y Cristina es peronista de toda la vida. Cuadros
orgánicos de partido. Pero, con eso, la instancia de lo popular tenía un anclaje
en una nueva síntesis histórica. Eso también está en cuestión. No solo en
Mendoza mas también en Mendoza.
La nueva formulación es que el significante
vacío es llenado por el peronismo. La operación deja en evidencia una
derechización y burocratización. “Nuestra” estructura madre vuelve como en cada
ciclo histórico a cerrarse sobre sí misma independientemente de los avatares
sociales.
Para ser claro, si el peronismo será el pilar
en que se base “lo popular”, lo será en su versión kirchnerista y frentista o
no lo será. Ese cerrarse sobre sí mismo, a mi criterio, aunque no descarto
buenas explicaciones para hacerlo, restó capacidad de convocatoria a lo que
socialmente es “lo popular”.
Lo conocido. Por lo demás, sabemos que los
oficialismos traccionan muchos votos por diferentes motivos. Sobre el sistema
de medios ya hemos hablado suficiente. El cornejo suarismo (lo de suarismo está
por verse) se ha convertido en la organización política, mediática, judicial y
empresarial hegemónica en la provincia y toda construcción popular se realizará
en la confrontación con ese hegemón.
Hay un momento en que el diagnóstico revierte en pregunta. Sobre la ominosa ostentación de violencia, burla, saqueo, antirrepublicanismo, manipulación y engaño que muestra la derecha ¿estamos haciendo lo necesario? ¿damos la pelea adecuada? Sí, nosotros, cada uno, en forma de pregunta sobre lo que nos toca. Y la respuesta debería darse con generosidad porque el desafío es civilizatorio.
Excelente. Coincido con una mirada de Linera "estamos en una época liminar" y en ese umbral se da la disputa de lo que vendrá, la derecha sabe que ya no se legítima y recurre a la violencia, hasta puede prescindir de la democracia y desde la izquierda observamos atónitos no pudiendo aún organizar una respuesta.
ResponderEliminarMuy bueno Carlos. A esas hipótesis o conjeturas que abren el análisis sobre el diagnóstico provincial agregaría alguna sobre el PJ ¿Desde cuándo se advierte la declinación de la intención de voto? ¿Por qué será? ¿Qué tenemos para decir de los últimos gobiernos ("nuestros") y de quienes nos "representaron" en el Congreso Nacional (miremos 30 años para atrás).
ResponderEliminarEl PJ acompañó la derechización de la sociedad (si por convicción, oportunismo electoral o una mezcla de ambas, no lo sé), pero a la hora de votar, la gente elige el "original" y vaya que Cornejo y Suárez lo son respecto al consevadurismo autoritario y antidemocrático. El viraje de Anabel (¡bienvenido!), no puede revertir en una semana una tendencia de décadas (de la que ella fue parte)
Carlos: soy Bea Gamble: en defensa propia. Llámame 1167017591
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